"Había que detener a cuarenta, ésa era la orden", escucharon decir a
un policía. Y la orden se cumplió: el viernes pasado, cuarenta manifestantes
fueron detenidos, luego de participar en una marcha de repudio por la masacre de
República de Cromagnon, la disco en la que murieron unas 175 personas, por
negligencia de su dueño –Omar Chabán- y de las autoridades, tal como
denunciaban en la protesta. Hubo carros hidrantes, corridas, golpes, policías
de uniforme, policías de civil y detenciones a lo largo de Avenida de Mayo, de
9 de julio, de la zona del Congreso y hasta en el interior de una pizzería. De
la represión desatada da cuenta este testimonio escrito por Ramiro Giganti
–integrante de la Agrupación Murguera Los guardianes de Mugica –, preso por
caminar. Llegué el jueves para estar en la segunda marcha, y acompañar a
quienes la convocaban.
Nos metieron en un carro y nos llevaron bastante lejos, a la comisaría 2da, en
el barrio de San Telmo. Cuando llegamos nos pusieron contra la pared, así nos
tuvieron un par de horas. Una chica bastante joven, llegó muy nerviosa y
angustiada, sentí la impotencia de no poder hacer nada, solo me limitaba a
consolar a quienes tenía al lado pidiendo tranquilidad, diciéndoles que íbamos
a salir rápido, que estaba todo bien, aunque los botones a cada rato nos
callaban. En un momento escucho que entra gente, giro la cabeza disimuladamente
y eran policías de civil (más conocidos como "servicios"), que
llegaban de la marcha veestidos con remeras de bandas de rock, vi un par con
caras conocidas, de la Facultad de Ciencias Sociales, obviamente, que se hacían
pasar por estudiantes para investigarnos (personalmente creo que tenemos que
juntarnos con estudiantes de mi facultad y me ofrezco a colaborar con todas las
investigaciones). Después de estar un buen tiempo parados con las manos en la
pared, nos iban llamando de a uno para hacer un trámite y después meternos en
la celda. Primero me sacaron las pertenencias, mientras me tomaban los datos,
con un detalle que asusta: un tipo con la cara tapada con un pañuelo nos
filmaba a cada uno. Otra cosa para remarcar es que no nos permitieron hacer una
llamada telefónica a nuestras casas como supuestamente lo indican nuestros
derechos.
Estar ahí adentro tiene sus cosas, además del calor, el mal olor y la
preocupación por estar incomunicado con el afuera. Pero también había
esperanza, principalmente gracias a los muchos compañeros que llegaron a la
puerta de la comisaría poco tiempo después de que fuimos detenidos, y se
escuchaban de a ratos sus cantitos : "Soltá a los pibes la pu.. que te pa..",
o "Libertad, libertad a los presos por luchar", lo que a los que estábamos
adentro nos consolaba mucho, principalmente para saber que no estábamos solos.
Muchas gracias a todos, no saben lo importante que era para los que estábamos
adentro. Cuando, de repente, se escuchaba algo que podía venir de afuera todos
nos callábamos para escuchar, nos llenaron un vacío importante. Obviamente eso
generó una presión que seguramente aceleró nuestra detención y que reguló
en parte el trato que recibimos (aunque tengo que comentar que algunos policías
trataron muy mal a algunos compañeros) . De las cosas que nos mandaban de
afuera (comida y bebidas) llegaron algunos, principalmente agua, que era muy
deseada por los que estábamos adentro, pero también vimos que los policías se
tomaron una gaseosa que nos correspondía y que uno entró con dos bolsas llenas
de facturas, que nunca llegaron a la celda. Un compañero que justo estaba
afuera "tocando el pianito" , vio como las bolsas desviaron el camino
con la excusa de que íbamos a "hacer miguitas" en la celda (aclaración,
la celda no era ningún símbolo de pulcritud, llena de orín, entre otras
cosas). Entre los compañeros de celda nos apoyamos mutuamente, dentro de este
episodio, fue un gusto haberlos conocido, había seguidores de la banda,
murgueros, y también militantes, pero todos tirando para el mismo lado.
Quedamos en reencontrarnos y formar una comisión antirepresiva de jóvenes, y
transmitir nuestra experiencia para intentar evitar que les pase a otros, y si
les pase tengan la información necesaria para manejarse correctamente. Cerca de
las 10 de la mañana (unas 10 horas después de haber entrado) empezamos a salir
de a uno. Cuando salí, obviamente era otro ambiente: la luz del día, los
aplausos de quienes se quedaron toda la noche aguantando en la puerta para que
nos sacaran y muchos abrazos. Allí estaban mis familiares, mi vieja y más
seres queridos esperando. Ahí estaba Nelly, también Susana, Nacho, Miguel,
Laura y muchos otros amigos esperándonos.
Ahora hay que seguir adelante. Con los compañeros, adentro, coincidíamos en
que esto fue para amedrentarnos, para que nos asustemos. El peor enemigo es el
miedo. Ahora tenemos que denunciar esto, tenemos que seguir adelante, esto no
puede pasar más, no pueden detener a nadie solo por caminar. A otros los
agarraron adentro de un bar, o también por ir caminando como yo. El gobierno,
con su hipocrecía, es responsable y culpable de lo que nos pasó, y la tiene
que pagar.
Lo último que hay que tener es miedo, es lo que ellos quieren, hay que seguir
adelante y voy a seguir adelante.
Fui preso por caminar, por manifestarme en paz, preso político.
Unos días después nos juntamos en el centro en la sede del SERPAJ, con algunos
otros detenidos y algunos de los abogados del organismo. Comentamos diversos
hechos ocurridos durante nuestra detención. Hablamos sobre los casos de los
menores y de las mujeres, de chicos que salieron muy asustados y que la pasaron
muy mal (mal la pasamos todos, pero en algunos casos fue peor). ¿Cómo van a
detener a chicos de 14 años?. Pero lo principal fue la situación de los que
estábamos presentes, las causas que nos abrieron, y las acusaciones falsas que
recibimos. Hablamos sobre muchas irregularidades, como que nos filmaran con la
cara tapada, o que no se nos diera derecho a llamar a nuestras casas. Uno de los
chicos, cuyo nombre no voy a hacer público, comentó algunas irregularidades
que el resto no conocía, ya que había sido separado de los otros porque tenía
una lesión en su pierna, causada por la agresión física que la policía
ejerció sobre él en el momento de su detención. Mientras esperaba para
recibir atención médica (aclaración, hubo otro detenido con un golpe en su
cabeza y su remera bañada en sangre que no fue atendido, casi sin lugar a dudas
lo ocultaron para que no sea visto por quienes estaban afuera de la comisaría),
pudo escuchar los comentarios de algunos policías. "Había que detener a
40, esa era la orden" fue lo que dijo uno de los policías, claro sin
importar a quiénes. También comentamos sobre lo que vimos de la marcha, de los
que tiraban piedras, que eran muy pocos, que nadie sabe quiénes eran, y que la
policía no los detuvo (¿Por qué será?). En la primera marcha, la del lunes
3, hubo aproximadamente 10 detenidos (entre ellos un pintor que nada tenía que
ver con la marcha, pero a quien creyeron haber marcado con la pintura que tiraba
la policía), en la segunda marcha fuimos 40 Lavaca.org
Para acompañar a quienes perdieron a seres queridos y como
uno mas de los que no soportamos que pasen este tipo de tragedias, que pudo ser
evitada. Para pedir justicia, y acompañar las consignas que surgieron. La
marcha fue tranquila y bastante silenciosa, como se preveía, ya que era una
marcha de dolor y quienes convocaban pedían ese silencio. Si bien no pertenezco
a ninguna agrupación partidaria, si soy un militante, y entre algunas
conversaciones con otros murgueros, optamos por no llevar nada distintivo de
nuestras organizaciones por respeto a sus convocantes, la idea era solo ir a la
marcha a colaborar con el cuerpo y acompañar en lo que se me necesitara.
Finalizada la marcha nos desconcentramos. Yo salí por Rivadavia, con otros tres
amigos, en total tranquilidad, al cruzar la Nueve de julio nos enteramos de que
había algunos incidentes, lo vimos por la televisión de un bar. Seguimos
caminando con mucha gente que se iba marchando pacíficamente por Rivadavia,
después vimos pasar algunos celulares pero mantuvimos la calma, de hecho a
veces algunos empezaron a correr y fui yo quien levantaba al mano para que no
corriéramos. Llegamos a Callo y doblamos hacia Corrientes para tomar algún
transporte que nos llevara hasta Almagro, ya que pensábamos encontrarnos con un
amigo que vive ahí y que se había ido antes de la marcha. Sobre Callao,
llegando a la esquina con Bartolomé Mitre, mientras caminábamos, unos policías
aparecieron sorpresivamente y empezaron a pegarnos a muchos. De los cuatro
amigos que éramos nos detuvieron a dos sin motivo alguno, elegidos a dedo:
"él y él" dijo un gordo y entre dos me agarraron con poca ternura y
me tumbaron (si me comí un palazo o no, sinceramente ni me acuerdo). Nos
tiraron un rato al piso con las manos en la espalda y esposas ante los
humillantes flashes de los fotógrafos y las luces de las cámaras de televisión,
mostrándonos a cualquier televidente como "delincuentes"(¿me
entiende?) y sin pensar en el sufrimiento que le generarían a mis familiares y
seres que queridos que miraban la tele.
¿Qué nos harán en la tercera?. Esta es una prueba de que
las órdenes ya están dadas antes de comenzar la marcha existan o no los
"revoltosos", existan o no los incidentes. La orden viene de arriba.
Personalmente intuyo que la intención es asustarnos, es meternos miedo. No
tenemos que ceder. No tenemos porque tener miedo, no hicimos nada malo, solo
marchamos pacíficamente en solidaridad con las víctimas de una tragedia que, a
mi entender, pudo ser evitada. No pueden detenernos solo porque sí ¿qué clase
de democracia tenemos?.
Tenemos que seguir adelante y denunciando estos abusos. No
nos callemos.