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Santa María, una historia ¿real?

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"SIEMPRE QUISO SER ÚNICA"
“SIEMPRE QUISO SER ÚNICA”

Sonríe. Lo tiene claro. Ha sonreído por años, en busca de presas jóvenes. Mira fijo el espejo mientras dibuja una línea negra bajo sus ojos pardos. Luego hace chistes tontos. Los hombres la miran y le siguen el juego. Antes era más fácil, la acompañaba una juventud que oxigenaba. Imposta la voz, los hombres le enseñaron eso. Siempre quiso ser única, la manada le pagó con seguridad a cuenta.

 

Hubo más de un hombre eficaz que desapareció a tiempo, de esos que no han perdido aun el sentido del olfato. No es alta, quizás sea por eso. El padre, la curó de chica, como al mate. Tenía veintidós años cuando quiso ser estrella, no llegó a desfigurarse la cara, siempre hay alguien que prevé destinos y negocia rescates. Intercaló el trabajo de amante con el de bailarina. Más de un turista no sólo aprendió a bailar tango con ella. Había algo de voracidad al principio, luego, tan solo desesperación.

Algunos hombres de esos que se manejan por teléfono o con gestos, le hacían llegar dinero. Cuando se levantó de la cama, vio al padre sentado en una silla, la miró y suspiró. Supo que nunca iban a caminar del brazo. Quizás porque no era alta. Trabajó duro para desintoxicarse. Pasaban velitas por su cabeza, tortas blancas con velitas que se encendían y se apagaban. Estaba ahí, permanecía ahí y devoraba, se sentía firme haciéndolo una y otra vez, una y otra vez.

El lugar era húmedo, húmedo y gris, en tiempos de oro, adivino, más iluminado. Innumerable cantidad de personas habían circulado por ahí. Gente joven e ingenua en una mediana proporción, también adultos seguros y con experiencia. ¿Cómo definirla? Acaso una amazona que espera y permanece, no había demasiada superficialidad en su actitud, hasta parecía que había nacido para eso, traté de sacarme esa idea de la cabeza. Hubo pisos en Libertador a cambio de cargos, el oro y el moro pasó a ser atender un teléfono en una oficina sin dispenser.

No fue ese un problema ya que vivió y se alimentó de la mentira, era fuerte en eso. Cuando yo me di vuelta, vi que ella había hecho más de un favor, los dos que tenía atrás se extasiaban con la lenta degradación del ser humano, uno más que otro. Más tarde entendí que ese placer no se va nunca, sobre todo con tipos ya consagrados en el juego. Si hay algo en lo que me volví experta es en identificar gestos, con alguien como él cerca era algo inevitable. La ensuciaron siempre y al parecer le gustaba vivir en la mugre o se acostumbró a eso.

Mensajes que iban y venían, es poco decir eso. Si miro para atrás veo que también la quisieron limpiar de la forma que fuera posible pero al fin y al cabo son hombres y si no hablan, hacen gestos o se devuelven sonrisas. Una ex empleada, dijo, ese paga y se le dibujó una sonrisa, jajaja, rió, paga, te lo digo yo. Usurero y cornudo, continuó. No es el primer embarazo, me dijo el que hasta entonces había sido su padrino ahí dentro. Con padrinos como este, pensé yo, mejor no tener protección.

Después me di cuenta que entre la protección y la humillación hay un centímetro de distancia, ni una palabra más le dije al tipo que arrastra la pierna. Ella se llenó de orgullo cuando su ex amante le expresó felicidad por la llegada de su hija. Dos ángeles, le anotó detrás de una foto y ella se emocionó. Se había acostumbrado a eso. El tipo recordó viejos juegos de hombre casado en el piso de Libertador, en la puerta, una inscripción; shalom.

El padre de la criatura, no presenció el parto, prefirió ir a jugar a la adolescencia con una chica de zona norte. Hubo descuidos en el lugar de trabajo, gente que miró para otro lado. Despidos. Algunos de los que iban a entrenarse en transmisión me preguntaron por ella pero yo esquivé las indagaciones. La vi caer más de una vez, los hombres la absorbían pero también la rechazaban con fuerza. Siempre quiso ser estrella a pesar de todo. Escandalosa, me dijo un tipo que siempre cayó parado.

El otro, mi jefe, afirmaba solemnemente: “está mal”. A los tipos los quiebra, le digo y después se la mandan a guardar. Es pelea de barro, no hay estética. Me quiso contar algo sobre su hija pero no quise oír. “Cuidála”, le dije y desapareció de mi vida.

 

Fausta Sáenz

 

2 comentarios Dejá tu comentario

  1. Como cuento corto esta bien ilustrado Se dibuja la vida de una mujer irreverente, suelta de actitudes y de calzones. Esta bien redactado. Es bueno para una serie de cuentos cortos. Exito! Pinta la vida de muchas chicas que quieren ser actrices y ser estrellas, pero que terminan estrelladas.

  2. Muy bueno !. Cuantas verdades, lástima por aquellos, tanto mujeres como hombres que dicen; "a mi no me tocará esa suerte"... Asi es la vida, sobre todo cuando no se quieren superar etapas. Gracias Sra. Saenz.

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