“... hay dos espadas: la espiritual y la temporal...Una y otra espada, pues, están en la potestad de la Iglesia, la espiritual y la temporal. Mas ésta ha de esgrimirse en favor de la Iglesia; aquella por la Iglesia misma. Una por mano del sacerdote, otra por mano del rey y de los soldados, si bien a indicación y consentimiento del sacerdote. Pero es menester que la espada esté bajo la espada y que la autoridad temporal se someta a la espiritual...”. Bonifacio VIII Bula Unam Sanctam.
Fernando Jesús González, un oscuro funcionario del gobierno de Kirchner, deja perplejo a más de un observador cauteloso.
Trabaja en el Arzobispado de Buenos Aires y es Subsecretario de Culto de la Nación. Este cargo lo ocupó también en el gobierno anterior con el famoso Esteban “Cacho” Caselli. Desde que está en la función pública no figura en el orgánico del Arzobispado de Buenos Aires, pero si se concurre al Tribunal Arquidiocesano se lo puede ver “operando”.
Su ascenso político se produjo cuando se incorporó a la Secretaría de Culto con el Dr. Laprovitta durante el gobierno de Carlos Menem, siempre operando desde el Arzobispado de Buenos Aires.
En diciembre de 1999 fue designado Secretario de Culto el Dr. Padilla quien dejó cesante a González. A principios del año 2000 consiguió aterrizar en la Secretaría de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires durante la gestión de Caselli desde donde, con la complicidad de algunos funcionarios de la Secretaría de Culto, operaba para contra Padilla. En esos tiempos se lo acusó de ser uno de los autores de un artículo en contra del Dr. Padilla en la revista Hablar de Mauro Viale.
Durante un año no concurrió a las oficinas de la Secretaría de Gobierno porque se inscribió en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, perteneciente al Opus Dei, en Roma para estudiar Derecho Canónico. Parece que sus operaciones políticas no le permitieron estudiar mucho y terminó abandonando la carrera luego de haber cursado el 1º año. Igualmente durante sus estudios romanos siguió cobrando su sueldo.
Luego se reincorporó a su trabajo en la Secretaría de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Algunos meses después, por una operación que implicaba ampliar los horizontes de Caselli, fue dejado cesante. Gracias a una llamada telefónica de Mons. Bergoglio fue nuevamente reincorporado.
Con la designación de Antonio Caselli como embajador de la Orden de Malta en la República Argentina, González logró el apoyo de esta importante organización internacional. Los Caselli y González cuentan con fondos y donaciones para distribuir entre los Obispos “amigos”.
Los Obispos “amigos” son, entre otros, Mons. Aguer, Arzobispo de La Plata, Mons. Lona, Obispo de San Luis, Mons. Baseotto, Obispo Castrense, Mons. Cargnello, Arzobispo de Salta, Mons. Garlatti, Arzobispo de Bahía Blanca y, desde la salida de Mons. Abril de la Argentina, con el Consejero de la Nunciatura, Mons. Girasoli. Tiene igualmente entrada en el Obispado de Morón, diócesis en la que reside. Por último hay un grupo de “futuros Obispos” que lo rodea esperando el nombramiento pues existe la posibilidad de veto de parte del gobierno. El les explica que cuenta con los favores del “Cardenal” y del “Embajador”, condiciones indispensables para llegar a ser Obispo en Argentina sin el visto bueno de la Nunciatura Apostólica. A todos los “condecora” con los gratuitos pasajes aéreos de la Secretaría de Culto de la Nación.
Eduardo Duhalde lo nombró Subsecretario de Culto otorgándole además el título de Embajador y el actual Gobierno lo confirmó en el cargo. Cabe destacar que en ambos casos no estaba prevista una Subsecretaría de Culto y el gobierno tuvo que cambiar el organigrama para incorporar a González.
Quien concurra a la capilla de los sacerdotes de la congregación fundada por Mons. Lefebvre en la localidad bonaerense de La Reja en la que se celebra la misa en latín pre-conciliar lo encontrará a González comulgando de rodillas. En cambio, en algunas ocasiones asiste a la capilla de la misma congregación en el barrio porteño de Monserrat. Lo extraño es que para ello cuenta con el permiso y la bendición de Mons. Bergoglio.
En ambientes eclesiásticos se lo señala como uno de los autores de un artículo difamante contra los Obispos Maccarone y Rey en el semanario El Guardián. Se dice que el blanco principal en realidad eran el Nuncio Apostólico, Mons. Abril, del que se ufana de haberlo hecho echar de la Argentina con mandato de Mons. Bergoglio y el P. Villa, un antiguo superior suyo en el Tribunal Arquidiocesano, quien parece que sabe cosas del pasado de González que, para él, es importante que no sean reveladas.
Lo único conocido del pasado de González es que desde niño se crió en la zona oeste del gran Buenos Aires. Cursó sus estudios de abogacía en la Universidad de Morón. Luego de algunos empleos fue incorporado al plantel de abogados del Tribunal Arquidiocesano del Arzobispado de Buenos Aires con Mons. Quarracino. Desde allí proyectó su carrera política en el ámbito de Culto al final de la década del noventa, cuando estaban en auge las famosas gestiones de Caselli ante la Santa Sede. Otra persona clave en su formación ha sido un extraño sacerdote de origen japonés de apellido Satto, bien conocido en los ambiente eclesiásticos por sus posiciones pre-conciliares y el uso riguroso de la sotana.
González está viviendo su momento ideal porque el Secretario de Culto no tiene una particular relación con ninguno de los distintos grupos de la Conferencia Episcopal. Esto, según palabras del mismo González, hace fácil su trabajo de “venderle a Oliveri lo que sea” en lo referente al ámbito eclesiástico, que éste desconoce por completo. Luego reporta a Caselli o a Mons. Bergoglio según sea el caso. Aunque parece que últimamente está más a las órdenes del Arzobispo porque su nombramiento se debe a una expreso pedido de Mons. Bergoglio a Kirchner cuando éste le informaba el nombre de Oliveri para ocupar el cargo de Secretario de Culto.
Las dos espadas a las que se refiere Bonifacio VIII González las ofrece sea a Mons. Bergoglio que a Caselli, a ambos les hace creer que tienen la suma del poder actuando lo que dice la Bula. Ciertamente que, según el sentido original de la Bula, esta atribución corresponde a Mons. Bergoglio, pero no sería en vano recordar que en ambientes peronistas a Caselli lo llaman el “obispo”.
González opera sea para Mons. Bergoglio que para Caselli diciéndole a cada uno que él es su único jefe y que investiga al otro para reportar información. Entre ambos el único nexo que existe es González, pues entre el “Cardenal” y el “Embajador” no hay una buena relación. Se ha transformado en el hombre necesario. ¿Hasta cuándo durará esta ambigüedad? ¿O será que González trabaja sólo para su carrera?