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¿Periodismo independiente?

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DE REVELADORAS ENCUESTAS Y MITOS QUE CAEN
DE REVELADORAS ENCUESTAS Y MITOS QUE CAEN

periodismo independiente

 

    Cuando se debate acerca del rol del periodismo de estos tiempos, generalmente se lo hace desde el lugar -ideal- del "periodismo independiente". Si bien la utopía de independencia es una meta deseable desde todo punto de vista, el análisis del tema es bastante más complicado de lo que parece y no existe una respuesta concreta que satisfaga a todos los interesados en este debate.

    Hablar de "independencia", nos lleva a analizar, en principio, el significado del término. Dice el diccionario que la independencia tiene que ver con "autonomía, y especialmente la de un estado que no depende de otro". 

    Como podemos ver, la cosa no es nada sencilla. Más aún si al tema de la independencia le sumamos el de la objetividad. Veamos.    

    Toda información es subjetiva, ya sea por cómo la cuenta el periodista, ya sea por la elección del tema a desarrollar. No hay manera de que esta sea objetiva, ergo, podemos decir que el periodista debe ser "honesto", más que "objetivo".

    Respecto al periodismo independiente, puede desarrollarse solamente si se hace desvinculado de cualquier interés empresario. Es algo muy difícil, pero no imposible. Se podría lograr, por ejemplo, con el aporte de numerosos auspiciantes de mediana y pequeña talla a la figura del periodista, sin depender del ingreso monetario de grandes grupos empresariales o de poder.

    En tal caso, podríamos hablar de "periodismo independiente... de la empresa periodística". Es decir, sin necesidad de lidiar con los dueños o accionistas de un medio de prensa. Un par de ejemplos: ¿Puede hablar independientemente algún periodista del grupo Clarín sobre la adopción irregular de los hijos de Ernestina de Noble, cabeza del grupo? ¿Puede alguien del grupo Infobae (Hadad) hablar mínimamente sobre el narcolavador Alfredo Yabrán, mentor del dueño del holding? ¿Pueden los empleados de Canal 2 (América, del grupo Vila-Manzano) hablar de la mafia de los grupos anticastristas, como el caso "Mas  Canosa"? La respuesta es "no". Y cuanto más se concentran los medios en menos "manos", más se pierde la posibilidad de que haya pluralidad informativa.

    Visto de esa manera, la única manera de tener independencia es generando corrientes alternativas de información -cooperativas o individuales-, sin depender de la presión de los empresarios.

    En días como los que nos toca vivir, la discusión acerca de la injerencia de los dueños de los medios por sobre los periodista ha pasado a segundo plano. La problemática de hoy pasa por la presión del Gobierno de Néstor Kirchner por sobre los hombres de prensa, algo jamás visto en tal magnitud en ningún gobierno democrático pasado.


Aprietes K


    Hace unas semanas se dio a conocer un estudio sobre independencia periodística, realizado por FOPEA (Foro de periodismo argentino), organización presidida por el inefable Daniel Santoro (personaje de quien hablaremos más adelante en este mismo artículo).

    El estudio es interesante per sé, ya que refleja el sentimiento de los periodistas respecto a las presiones del Poder y sus propias preocupaciones personales. El estudio, publicado en la página de Internet de FOPEA, se llama "Dependencia, falta de ética y pobreza profesional", y fue realizado entre junio y noviembre de 2005. Allí, varios "periodistas de Buenos Aires y 17 provincias del país revelaron sus principales preocupaciones y problemas a la hora de ejercer la profesión. Los resultados expresan una dura autocrítica y los condicionamientos que hoy limitan la libertad de expresión. 

    La mitad de los periodistas consultados para un estudio nacional considera que los principales problemas de su profesión son la dependencia de la publicidad oficial y la falta de profesionalización. Así lo indica un trabajo encargado por FOPEA y realizado por Jorge Giacobbe y Asociados a 282 periodistas de la Ciudad de Buenos Aires y 17 provincias del país. (...) El 60 por ciento califica al periodismo argentino como 'condicionado' y casi el 30 lo considera 'complaciente'. Siete de cada 10 periodistas perciben influencias del departamento comercial en la redacción de sus medios

    El 18 por ciento sostiene que en la empresa periodística en la que trabaja no hay libertad para publicar todo tipo de noticias y más del 47 por ciento señala que esa libertad es parcial. El 52 por ciento asegura haber recibido llamadas coercitivas de parte de funcionarios públicos: en el 48 por ciento de esos casos, el medio siguió adelante con la publicación, pero en la misma proporción la nota se levantó o fue modificada, o el periodista sufrió represalias a nivel laboral o personal. Casi el 39 por ciento de los encuestados respondió que la gestión presidencial en la que hubo mayor presión coercitiva oficial hacia el periodismo es la actual de Néstor Kirchner, mientras un 25 por ciento consideró que fue igual en todas las gestiones desde 1983".

    Las cifras son elocuentes y muestran a las claras cómo desde el Gobierno se presiona a los hombres de prensa sin escrúpulo alguno. Esa presión es responsable de la falta de información, en los principales medios de prensa, de temas como los fondos de Santa Cruz, las valijas de Southern Winds y los negociados de Julio De Vido, entre otros.


Hombres de negro


    Aunque el estudio referido es sumamente interesante y grafica la coyuntura actual de la prensa, hay un punto a tener en cuenta en el marco de quien lo realizó. Y es que FOPEA está integrada por algunos periodistas de dudosa calidad profesional. Algunos de ellos pertenecen a medios a los que les cabe enorme cuota de responsabilidad por la presión que se hace sobre los hombres de prensa. 

    Para dejar en evidencia este punto, uno de los invitados a la exposición del informe ha sido el oscuro Bartolomé De Vedia, presidente de la Academia Nacional de Periodismo y jefe de Editoriales de diario La Nación. 

    Por otro lado, el estudio realizado por FOPEA aparenta ser una excusa para instalar el debate de la necesidad de un código de ética para los periodistas. Si eso fuera real, sería una real canallada por venir de quien viene. Sobre este tema, hizo referencia esta semana Darío Gallo, periodista de revista Noticias en su blog personal:

     "Los resultados del sondeo fueron ninguneados por los grandes medios, lugares donde trabajan buena parte de los periodistas más destacados que integran FOPEA. Anoche ví el programa 'Investigación Santoro', que conduce Daniel Santoro, titular de Fopea y periodista de Clarín. Al final, Santoro destacó que uno de las demandas que surgió de la encuesta fue la 'creación de un código de ética para los periodistas', sin la intervención del Estado o algo así. Si ése era el fin superior del sondeo de Fopea nada bueno puede esperarse...".

    A esta altura, sería interesante hacer un paréntesis para hablar de la figura de Daniel Santoro, quien es considerado por muchos un "periodista estrella" por sus –supuestas- profundas investigaciones. 

    Aquellos que solemos seguir sus notas en diario Clarín (nada independiente, por cierto), sabemos que Santoro es uno de los que más ha desviado la investigación de la AMIA, orientándola hacia el lado de la "historia oficial" ¿Convencimiento personal o "pago" de favores?

    Un claro ejemplo: Clarín, bajo la pluma “inefable” de Santoro, habló desde un primer momento no sólo de la inexistente Traffic-Bomba utilizada para volar la AMIA, sino también del “detonador usado luego para hacer estallar los 300 kilos de amonal” (!!).

   Pero Santoro llegó más lejos aún al hablar puntualmente del “comando suicida que se inmoló en la Trafic que se incrustó contra la AMIA (que) era el libanés Ibrahim Hussein Berro”.

    De más está decir que la Traffic nunca ha sido vista por ningún testigo, sólo por él (1).

    Santoro ha trascendido oportunamente por un premio recibido a raíz de la investigación hecha sobre el tráfico de armas a Ecuador y Croacia, la cual pudo verse en forma de libro en nuestro país hace un par de años, con el sugestivo título de Venta de armas, hombres del Gobierno.

    Lo primero que llama la atención de la obra es que en su título Santoro no hable de “contrabando de armas”, que es de lo que realmente se trató.

    Luego de eso, a quien escribe estas líneas le consta que Santoro recibió, antes de terminar de escribir su libro, información concreta que involucraba al traficante Rubén Ormart, un hombre muy vinculado a la CIA, Al Kassar y el menemismo, en la citada operación de “venta” de armamento.

    Extrañamente, Santoro nunca llegó publicar lo que le fue enviado. Mejor dicho, sólo lo publicó parcialmente y desviando la verdadera línea del tema.

    A los ejemplos me remito: 

     En la pagina 144 de su libro, Santoro dice lo siguiente:

   ... "El otro socio y compadre de Palleros es Ruben Ormart, un empresario argentino-brasileño con conexiones en toda America latina, Estados Unidos y con el banco libanes de Paris y el Audi ... No se pudo comprobar si es cierto que conoce a Menem...”

    Quien envió los datos acerca de Ormart a Santoro, le demostró que el traficante sí conocía a Menem y que, lejos de estar relacionado con bancos árabes, Ormart estaba vinculado con el Banco Safra, el banco de capitales judíos mas importante del mundo.

    Todo al revés para Santoro. Pero la cosa sigue:

    Pagina 227:

    ... "Recibida la detallada orden, Sarlenga pidió a Palleros el certificado y este a su representante en Venezuela, pero pasaban los dias y el documento no llegaba. Entonces, el 6 de noviembre, el empresario argentino-brasileño Ruben Ormart mandó por fax al venezolano Pirella Avila un borrador con indicaciones para la confección de un certificado de uso final falso”...

    Cuando Santoro dice que Ormart envió un fax a Venezuela con instrucciones de lo que debía hacerse, en realidad está diciendo que ORMART no falsificó la documentación personalmente.

    Lo que Santoro está haciendo en realidad es defender implícitamente a Ormart.

    Cabe aclarar que en Venezuela a Ormart se lo acusa de haber dirigido y realizado él personalmente toda la maniobra de falsificación de la documentación, y luego haber procedido a falsificar la firma de un militar de aquel país o ser su responsable mas directo y comprometido.

    Finalmente, según la muy confiable fuente que envió los datos al periodista, “Santoro no menciona aunque yo sé que lo sabía -porque yo mismo le había pasado el dato-, que en la agenda de Ormart figuraba Romualdo PIZZINI, el vicepresidente de Hayton Trade SA, pero Santoro no lo incluyó en su libro, como tantas otras omisiones que realizó sobre Ormart”

    Hace unos meses, quien escribe estas líneas -junto al colega Fernando Paolella- asistió al Foro Internacional La investigación periodística sobre corrupción en América Latina, organizado por el Instituto Prensa y Sociedad, la Fundación Poder Ciudadano y FOPEA. Allí, los periodistas de este medio intentaron confrontar con Daniel Santoro (quien oficiaba de expositor), pero sólo se encontraron con evasivas de su parte. 

    Así lo contó Paolella oportunamente en un artículo de Tribuna de periodistas: "Un aplauso cerrado coronó la alocución del periodista Uki Goñi. Y también sus certeras palabras dieron pie para que los autores de este sitio, Christian Sanz y Fernando Paolella, aprovecharan la ocasión para saltar con los botines de punta hablando del mejor ejemplo de encubrimiento e historias oficiales: el atentado a la AMIA, cuya investigación por gran parte del periodismo vernáculo cayó deliberadamente en ese tipo de entuertos.

     Pero sus dardos envenenados tenían un destinatario en común: Daniel Santoro, que inexplicablemente no sólo evitó hablar sobre su investigación, sino que ni siquiera abrió la boca cuando ambos aludían directamente a su cuota de responsabilidad en la mascarada montada por el corrupto juez federal Juan José Galeano".

    Elocuencia aparte.


Concluyendo

    "¿Es necesario un código de ética periodística? ¿O sería mejor un código de dignidad periodística? Sería bueno que los integrantes de Fopea tuvieran su propio blog para que allí puedan expresarse sin temor a las represalias. Además, a diferencia de los programas de cable o radio, no deberán recurrir a organismos oficiales para ser auspiciados", finaliza Darío Gallo en el artículo escrito en su blog (2).

    No está errado el hecho de reclamar un código de ética, pero antes de hacerlo hace falta un real y serio debate acerca de los olvidados principios periodísticos de hoy en día, donde el kirchnerismo calma las inquietudes de los hombres de prensa con dineros oficiales y los periodistas juegan a ser obsecuentes del Poder con vergonzante servilismo.

    Tribuna de periodistas nació en su momento con la idea, entre otras cosas, de trabajar de manera totalmente independiente, aunque fuera a fuerza de tener que resignar ingresos monetarios. No ha sido una tarea sencilla, pero poco a poco los objetivos se han ido alcanzando. 

    Ante la ausencia de un código de ética, Tribuna cuenta con su propio manual de Estilo, a través del cual se fijan estrictas normas de conducta para quienes escribimos en sus virtuales páginas.

    Eso demuestra que no hace falta una normativa que regule el proceder de los periodistas. Sólo basta un poco de honestidad intelectual y ganas de hacer las cosas como se deben.

    Ser un periodista objetivo es casi imposible. Ser un periodista honesto no es nada dificultoso cuando se tienen en claro los principios básicos del trabajo de prensa.

    Es el ABC de esta hermosa profesión.

 

Christian Sanz

(1) La única testigo de haber visto la Traffic, Nicolasa Romero, se desdijo en el juicio oral. Argumentó haber sido presionada.

(2)   http://blocdeperiodista.com 

 

 

1 comentario Dejá tu comentario

  1. Este tipo de periodismo es el único escape a la realidad, lo cual es lo más parecido a la libertad. Gracias por liberar el espíritu

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