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Alma humana y reencarnaciones

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UNA POLÉMICA CREENCIA
UNA POLÉMICA CREENCIA

      Antes de observar las sanciones basadas en la supervivencia real del alma, es necesario recordar de qué modo la creencia en la otra vida se ha producido malquinalamente dentro del espíritu humano.
     El hombre se niega a morir, se aferra a todo con el fin de salvarse, y cuando piensa en la muerte y que el cuerpo entra en descomposición, desea imperiosamente que, el elemento espiritual (creación de su propia mente, cuya descomposición no se observa), sobreviva.
     Pero cabe la pregunta: ¿qué sucederá al espíritu apartado del cuerpo? Acerca de este punto, se formaron diversos sistemas puramente mecánicos.
     Según ciertas culturas primitivas recogidas por los antropólogos, el alma permanece cerca del cuerpo. ¿Hasta cuando? Hasta que acaezca la resurrección a la hora señalada por... ¡la divinidad! (de cualquier cuño).
     Pero... ¿Cómo será posible si el cuerpo es ceniza, o polvo que se esparce con el viento?
     En este caso es posible que se conserve el cuerpo, se le embalsame (como practicaban los antiguos egipcios, por ejemplo); es decir, volver a encarnar. (En otros términos más cristianos equivale a resucitar aunque no esté embalsamado).
     Según otras culturas, el alma no queda junto a la tumba, sino en la familia para asistir a la vida de los miembros de esta, y solo busca ocasión de volver a encarnar en algunos de sus descendientes.
     Este sistema, o fenómeno (si se quiere denominar así), parece ser confirmado por el atavismo (semejanza con los antepasados lejanos que no se evidencia en los padres) que parece coincidir con la transmisión hereditaria.
     Otro fundamento que esgrimen los reencarnacionista es que el animal se asemeja mucho al ser humano, pues posee muchas veces sus buenas cualidades a la par de defectos típicos. Entonces resulta fácil aceptar que el alma errante volverá a ecarnar en el cuerpo de un animal. Surge le pregunta: ¿quedará siempre allí? Respusta: no, porque el destino del animal es morir. ¿Pasará entonces a la nada? No, porque al morir el animal, el espíritu será nuevamente libre para ocupar otro animal superior o inferior, pues según el animismo, los espíritus pueden entrar en otros cuerpos y salir de ellos libremente.
     Todo esto entronca con el natural y lógico afán humano de la inmortalidad. El pensar en no ser nada alguna vez aterroriza, pone los pelos de punta, y por ello el primitivo habitante del Globo recurrió a la idea de la reencarnación como cierta forma de inmortalidad.
     Además, dentro del pensamieto primitivo también hubo salidas victoriosas de la extinción total del ser humano tras la muerte, alejadas de la idea de la reencarnación.
     Para algunos pueblos primitivos estudiados por los antropólogos de antaño, el alma que abandona el cuerpo después de la muerte física, no se reencarna, pues algunos creen que permanece separada de  el para siempre. 
    Sin embargo, existe una hipótesis antropológica que dice que el alma permanece separada del cuerpo también para siempre una vez desaparecido este, pero que se halla revestida de una especie de "cubierta corporal" por lo cual puede existir de una manera real y no abstracta, y... aunque sobreviva al cuerpo puede a su vez "morir" en la Tierra para ir a poblar otros astros.
     Estas son ideas escatológicas descubiertas por los antropólogos de antaño que tuvieron oportunidad de contactar con diversas culturas antiguas vírgenes "en su salsa" antes de la aculturación obrada por el hombre blanco en sus conquistas por el Globo.
     Sin embargo, en plena civilización actual, las cosas no se hallan muy distanciadas de los pueblos primitivos en cuanto a animismo se refiere. Son miríadas las personas que hoy creen en el alma inmortal, y es natural que así sea, pues, eso de pasar a la nada absoluta después del óbito... ¡da escalofríos!
     Concluimos en que todos los pueblos primitivos y en su mayoría la población mundial actual, aceptan la supervivencia del alma después del óbito por terror a no ser nada alguna vez. Sin embargo, y esto es digno de tenerse en cuenta, ni la ciencia física de última generación, ni la moderna psicología, hallan rastro alguno de cierta alma espiritual en sus investigaciones sobre la materia, la energía y el cerebro humano.
     Conclusión: ¡haremos caso a los pareceres de antiguas civilizaciones o a la Ciencia Empírica actual que muy probablemente logre, en un futuro cercano prolongar nuestra vida por luengos años?
     Después de todas estas disquisiciones, ¿es posible aceptar las reencarnaciones? La ciencia las niega rotundamente. Reiterando, ¿a quien haremos caso? ¿A la tradición de infinidad e pueblos antiguos o al moderno conocimiento?
     Por el peso de los argumentos que ivalidan toda pretensión de la posibilidad de volver a la vida, tal "fenómeno" debe ser considerado como un mero invento de nuestra imaginación.
     Moraleja: disfrutemos nuestra única vida que nos presta la naturaleza, al máximo si podemos, pero lejos de zaherir a nuestro prójimo; en cambio ayudar, saber convivir, hacer todo el bien posible detro de nuestro alcance, ¡la sana naturaleza nos estará eternamente agradecida!

 

Ladislao Vadas
Especial para Tribuna de periodistas
http://ladislao-vadas.blogspot.com/

 

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