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HISTORIA DE LA ECONOMÍA, PARTE IV

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    Evidentemente los propietarios del Club han vivido tranquilos durante estos trescientos años encabezando permanentemente la “lista” de los predestinados al Paraíso.  La irrisoria cantidad de divisas que se permite acumular a cada país “no predestinado o no elegido”, en especial a los países católicos de Iberoamérica,  es sólo formal, ya que sólo está permitido acumular deudas (predestinación negativa), y puede desaparecer electrónicamente en segundos por el libre flujo de capitales según la ortodoxia financiera y un simple click en un mouse. Es evidente que a los argentinos, en especial a los católicos a pesar de ser mayoría en Argentina (90%) y por lo tanto, según las reglas de la democracia, tener el derecho y el deber de gobernar a la Argentina de acuerdo con nuestra Fe , hace siglos que nos toman de estúpidos.
    Resulta destacable visualizar que a su vez los güelfos (rica burguesía, equivalentes a la clase media actual) reconocían en ellos la existencia de dos grupos claramente diferenciados entre sí: los llamados blancos y los llamados negros. Los güelfos blancos eran los que prosperaban con la industria y el comercio (burguesía mercantil), o sea jugaban al 1er juego, juego económico, donde el dinero es sólo medio de cambio, y los güelfos negros eran los financistas/prestamistas/banqueros (burguesía financiera), aquellos para los cuales lo esencial es el dinero como producto en sí mismo, o sea los que jugaban al 2do juego, juego financiero y se enriquecían como gestores del dinero. La lista de las fechorías cometidas por estos últimos por medio de sus tentáculos que llegaban a todas partes a lo largo de cientos de años es larga y siniestra e incluye su participación en casi todas las grandes crisis que han sufrido Europa y el Mediterráneo desde el siglo XII en adelante.

 

En los anales de la Europa de los siglos XIII y XIV encontrarán los dirigentes de los países en vías de desarrollo los mecanismos mediante los cuales se introducen en sus naciones hoy día el hambre, las epidemias y las desestabilizaciones regionales, quizás con aparentes diferencias superficiales de forma, pero con los mismos procedimientos de fondo a fin de obtener idénticos resultados. 

    Por medio de su poder financiero los güelfos negros de Venecia y Génova, derrotaron a los Hohenstaufen (gibelinos) y precipitaron luego la abdicación de Alfonso el Sabio de España (gibelino). Fomentaron además una multitud de guerras feudales. Tras apoderarse virtualmente del Papado (en lo que concierne a la toma de decisiones), los venecianos arreglaron que el Sumo Pontífice “donara” el trono de Nápoles a uno de los herederos de la familia real de Inglaterra. Sin embargo el trono estaba ocupado por alguien que, al contrario que Alfonso el Sabio, no estaba dispuesto a renunciar a él y se opuso por la fuerza a todos los intentos de hacerlo abdicar. Para tomar posesión del trono un nuevo rey de Inglaterra debería hacerlo por la fuerza y requeriría armas y avituallamientos.
    Los genoveses, que habían fomentado el conflicto (hoy se llamaría volatilidad de los mercados financieros) con gusto ofrecieron financiar la expedición  militar, a intereses usureros. En prenda tomaron la producción anual de lana inglesa. Cuando llegó la fecha y el Rey no pudo pagar, los genoveses sumaron el principal (capital) y el interés vencido en un nuevo documento de préstamo, le cargaron al total “prestado” nuevos intereses usureros, y esta vez tomaron también las ovejas inglesas en prenda. La segunda vez la lana y los animales. Las cosas siguieron así hasta que finalmente Inglaterra repudió sus deudas, pero no antes de que el estandarte genovés de San Jorge fuese “adoptado” como bandera de la casa real de Inglaterra, como lo sigue siendo hasta la fecha.  

En el resto de Europa, agentes de los güelfos negros lombardos lograron endeudar a los señores feudales con toda clase de trucos y estrategias financieras, creando permanentemente conflictos e inestabilidades (donde no las había) por medio de todo tipo de intrigas, y ofreciéndose luego a financiar las “soluciones” que ellos mismos diseñaban, o sea el “hacer la guerra para obtener la paz” de esa época (destruir para luego reconstruir con ganancias financiando la reconstrucción).
En sus intentos por pagar los servicios (intereses) de las deudas resultantes de los préstamos usureros lombardos (honrar las deudas), los señores feudales impusieron toda clase de “medidas de austeridad” en pueblos y haciendas feudales. En la Francia feudal se suprimieron varios días de fiesta rurales en los siglos XIII y XIV. Se redujo el número de campesinos, de manera que el terrateniente feudal de la zona pudiese disponer de una parte mayor de la cosecha anual para atender el pago de los intereses. Los campesinos que quedaron tuvieron que aumentar la parte de su trabajo que dedicaban a las tierras del terrateniente feudal y, además, se les aumentaron los tributos (impuestos).
Estas medidas dieron por resultado que a medida que se desplomaba el comercio de los pueblos mercantiles, los habitantes desplazados pasaban a engrosar las filas de los campesinos expulsados de la tierra y se daban al vagabundaje. Ello propició la emergencia sanitaria por falta de higiene, las epidemias y la proliferación del bandidaje. La intensidad con que se cultivaban los terrenos, en los que se hacían sólo las mejoras mínimas a fin de aumentar la producción temporalmente, provocó que disminuyera la fertilidad de la tierra. A consecuencia de la hambruna que asolaba las diversas comarcas de Europa víctimas de estos métodos, estallaron epidemias por todos lados.
Muchos señores feudales endeudados (que trataban de “honrar sus deudas” con sus acreedores) intentaron desesperadamente aliviar su situación financiera a expensas de sus vecinos, lo que recrudeció las guerras feudales, acrecentando la ruina económica. En estas circunstancias, a las dificultades existentes se añadieron, para completar la descomposición interna de la sociedad medieval, las sectas fanáticas que buscaban en el oscurantismo una solución a sus males materiales.
Los sucesivos brotes de enfermedades epidémicas desatendidos por los señores feudales desesperados sólo por buscar dinero para pagar sus deudas culminaron con la Peste Negra (peste bubónica), que, según se calcula, eliminó a la tercera parte de la población que sobrevivió la regresión económica que le precedió. Un fantástico triunfo del interés compuesto, donde los actores y gestores del dinero (los güelfos negros, la mafia lombarda de la usura, los prestamistas) consiguieron  por medio de todo tipo de engaños, trucos sucios e intrigas exitosas que las élites de la época, los señores feudales, confundieran la realidad y  consideraran delincuentes a su propia gente, en lugar de percibir que los reales criminales eran los que les colocaban el cebo de los préstamos (que ellos tragaban como tontos) a fin de atraparlos con la cadena del interés compuesto y obligarlos a “honrar sus deudas”.

    Esta filosofía de los güelfos negros de utilizar el préstamo a interés compuesto para obtener preeminencia social y material chocó frontalmente contra la prohibición de prestar dinero a interés (simple o compuesto) de la Iglesia, o sea la prohibición de generar dinero imaginario espúreo privado por medio del truco (más bien abuso de confianza o directamente fraude) de prestar, como los antiguos sacerdotes/banqueros sumerios, el mismo dinero varias veces a diferentes personas (que no se dan cuenta) sin generar paralelamente la correspondiente riqueza material y así generar deudas reales en terceras personas con dinero no real, con dinero imaginario, o sea multiplicar las deudas en estos “clientes” cobrándoles intereses a todos, por el dinero real y por el imaginario. También chocó frontalmente con el hecho de que en esa época hubiera tierras de propiedad de la Iglesia, lo que hacía imposible que la Iglesia estuviera necesitada de dinero y que pidiera préstamos a interés con garantía hipotecaria. El mercado total potencial de los préstamos con garantía real quedaba así reducido  a  sólo  las  tierras de los reyes, de la nobleza y de la burguesía por la menor cantidad de tierras disponibles para proporcionar como garantía de préstamos hipotecarios, ya que una parte sustancial de ellas era propiedad de la Iglesia desde el año 756 en que Pipino el Breve las cediera para poner inicio a los futuros Estados Pontificios y además la influencia que la Iglesia ejercía sobre los reyes, la nobleza y la burguesía  conseguía evitar que pusieran las suyas como garantía de los préstamos a interés de la mafia lombarda de los güelfos negros. 

Fue el Cristianismo quien prohibió desde el inicio de su existencia el préstamo a interés (o sea la usura) y con el Emperador Constantino los prestamistas y usureros podían incurrir en penas que abarcaban desde los diez años en galeras hasta la muerte. Al hundirse el Imperio Romano de Occidente son los Pontífices Romanos los que dictan numerosas bulas y Edictos contra los usureros, haciendo que los cristianos se aparten totalmente del comercio del dinero (2do juego, juego financiero) dejando así el camino libre a los financistas no creyentes o no cristianos los que, llenando con subterfugios este vacío, se hicieron especialistas en el préstamo a interés con garantía real durante cinco siglos. La hipocresía de monarcas, nobles y señores feudales cristianos hacía que a pesar de su permanente necesidad de dinero, consideraran pecaminoso el contacto con el dinero y los asuntos financieros y entonces dejaran estos asuntos en manos de colaboradores no cristianos o no creyentes. Así fue como lombardos y griegos bizantinos se enquistaron en las altas esferas del poder feudal y poco a poco se hicieran insustituibles como financistas protegidos por los señores feudales mientras simultáneamente desarrollaban y perfeccionaban habilidades y talentos propios en estos menesteres.
Dado que los no cristianos y/o no creyentes no tenían problemas de conciencia con la proximidad, contacto y/o conocimiento de las cuestiones monetarias (como sí los tenían los reyes, nobles y señores feudales), se ubicaron decididamente en ese nicho de mercado inmejorable que es manejar las finanzas y los negocios de los poderosos (y paralelamente sus inconfesables secretos) y se hicieron entonces imprescindibles recaudadores de impuestos por cuenta de los monarcas y del “denario de San Pedro”, o sea la recaudación del diezmo del Vaticano por cuenta de los Papas. Los lombardos se hacen así indispensables intermediarios entre el Fisco y las víctimas del Fisco, quitando dinero de abajo para entregárselo a los poderosos, los que se prestaban a efectuar el trabajo odioso y poco honorable de la exacción fiscal quedándose de paso con parte de la misma con cuya acumulación formaban bolsones de dinero metálico que luego prestaban a escondidas y en forma particular a sus mismos señores.

 
En estas idas y venidas durante cinco siglos, aprovechando permanentemente las oportunidades de hacer el trabajo sucio y sin escrúpulos para los hipócritas que aparentaban tener escrúpulos, acumularon una inmensa experiencia en el manejo del dinero, acumularon un inmenso poder oculto tras los bastidores cortesanos y acumularon un conocimiento inigualable de las infinitas formas, lícitas y no lícitas del uso del dinero y de los instrumentos financieros, tanto existentes como a crear. Simultáneamente desarrollaron un punto de vista pragmático del poder objetivo de la influencia, y formaron sin prisa pero sin pausa una comunidad financiera, un Estado dentro de los Estados. Con increíble tenacidad (artistas del halago, la adulación y la obsecuencia) los lombardos se hicieron amigos, confidentes y colaboradores de los poderosos, manejando su “patio trasero” y evitando que vislumbraran el riesgo de la infección que lentamente comenzó a corroer al Imperio hasta finalizar acabando con él, con la monarquía y con el feudalismo.

    En su necesidad de ampliar y desarrollar sus negocios financieros, la mafia lombarda (genovesa, veneciana y florentina) de los güelfos negros decidió entonces atacar directamente a la Iglesia propietaria de tierras ridiculizando sus ritos, su liturgia y sus dogmas (contrastándolos con la pobreza de Jesucristo) a fin de tratar de que se desprendiera de sus posesiones y redujera su influencia sobre reyes, nobles y burguesía, dado que el negocio prestamista de hipotecas funciona prestando dinero contra garantía real, o sea contra activos tangibles (tierras, inmuebles, etc.), quedándose el acreedor con los bienes del deudor (con los activos tangibles), vendiendo luego estos bienes a otros (nuevos deudores), para quedarse nuevamente con los bienes en garantía (aunque juren lo contrario) y así sucesivamente en un proceso cíclico contable/delictivo que se realimenta a sí mismo siempre que haya bienes a dar en garantía (activos tangibles) y tontos que acepten “honrar sus deudas” ante estafadores y delincuentes disfrazados de serios prestamistas, financistas e inversores que terminan inexorablemente quedándose con ellos una y otra vez, ya que, por el mismo acto de dar en préstamo dinero que realmente no tienen, instantáneamente se convierten en delincuentes.

Es el caso de la Argentina 2001/2/3 (corralito, corralón) en que los güelfos negros del siglo XXI, o sea la Banca, no honran sus deudas llegado el momento, tomando como cómplices a funcionarios del gobierno para evitarlo, sin concursarse ni quebrar ni perder su calificación AAA respaldándose en el “grandote de la barra” (FMI) y además exigiendo insólitas “compensaciones” por no devolver los depósitos y por no haber cumplido con sus deudas ni con sus obligaciones contractuales. Si los argentinos son tan giles que nos pagan por trabajar ellos mismos en nuestros cajeros automáticos, también les cobraremos por no devolverles sus depósitos, además de no devolvérselos. Son más que giles. No pudimos hacer las privatizaciones ni en Paraguay, ni en Bolivia, ni en Perú ni en Chile. Unicamente se las hicimos a ellos, a los argentinos, que se creían los más vivos de toda Iberoamérica. Además les exigimos  cancelar sus propias leyes contra la usura y contra el terrorismo económico para que los nuestros no fueran en cana. ¡Y las cancelaron!! Cuando todos atacan al terrorismo, legislan contra los terroristas y confiscan el dinero de los terroristas  ellos derogaron sus leyes antiterroristas! Realmente nos tienen impresionados y se merecen todo lo que les hacemos por ser tan giles. Más que giles. ¡Re-giles!
En todas las Enciclopedias hablan de nosotros, los güelfos negros (los de antes y los de hoy) y los argentinos no leen nada ni se informan, sólo les creen a sus comunicadores (a los que nosotros endeudamos y pagamos)
¡Giles!! Les cambiamos las costumbres con toda facilidad, como si no tuvieran Tradición. Los inducimos a hacer el colegio mixto. Luego logramos que las “respetables” señoras madres de familia aceptaran que sus hijas tuvieran relaciones sexuales tempranas con compañeros de colegio. Y que se hicieran cómplices de ellas enseñando a sus hijas a relacionarse sexualmente sin tener hijos (cuidarse). Hasta les recomendaban anticonceptivos. Al revés que toda Tradición. ¡Y lo hicieron!! ¡Aumentaron la facturación de nuestros laboratorios y de nuestros fabricantes de látex en forma exponencial! Pedimos que aceptaran que los homosexuales pudieran casarse. Lo hicimos con las ONG’ S a las que nosotros pagamos con “donaciones” por medio de libre flujo de capitales. ¡Y lo hicieron!! Sólo basta con decirles que es moda en EE.UU. y en Europa y lo hacen. Cualquier cosa. Sin pensar.
Luego los hicimos divorciarse. Y ahora los estamos haciendo abortar e impedir que tengan hijos si quedaran embarazadas. Tienen el país vacío e hicimos que no tengan hijos para poblarlo.
¡Increíble!!  Les hicimos hacer la Ley de Salud Reproductiva, como si los argentinos fueran tan ignorantes que necesitaran de una ley para saber cómo reproducirse. ¡Y la hicieron!! ¡Increíble!! ¡Giles!! ¡Más que giles!! ¡Re-giles!!  Hasta los gitanos (tan despreciados) son más que ellos, dado que tienen sus propias costumbres y tradiciones y no se desprenden de ellas ni las abandonan en ningún lugar en que habiten por ninguna nueva moda, venga de donde venga. Manejamos a los argentinos con las novedades. ¡Giles!!
Todo se lo hacemos con el dinero, con la guita, haciendo escasear el dinero, delante de sus mismas narices
. Con premios y castigos, como se hace con las mascotas. Huesitos y zanahoriass Y no se dan cuenta. Viven en la Luna .Voltearon a uno de los nuestros a cacerolazos al grito de ¡que se vayan todos! En un año y medio los hicimos votar con entusiasmo (sin voto bronca), a todos los nuestros agrupados (en venganza) en forma de interna justicialista ¡a los no peronistas los hicimos aceptar votar a la fuerza por un peronista!! ¡Y se quedaron todos! ¡Se comen todos los sapos! ¡Se comen cualquier verdura! Les dijimos que sus 44.000 Km de ferrocarriles eran no rentables y daban 1 (un) millón de pérdida por día. ¡Aceptaron anular 35.000 Km de sus vías férreas con este cuento!! Los hicimos privatizar (vendernos a nosotros) los 9.000 Km restantes (los que quedaron) ¡Y lo hicieron!! Además igual nos siguen pagando el millón diario como subsidio ¡Increíble!! ¡Re-giles!
Gritan ¡chorros, chorros, chorros, devuelvan los ahorros! Pero continuaron depositando su dinero en los mismos bancos de donde no se lo devolvimos y continuaron usando nuestras tarjetas de crédito con las que les cobramos el doble de lo que gastan. Compran p. ej. algo que les cuesta $ 200 y terminan pagando los $ 200 y otros $ 200 más a nosotros, que nos les vendimos nada. ¡Increíble!! Son crédulos como niños.
¡Creen en su supuesta “viveza criolla” y en realidad son re-giles!! Con el cuento de la lucha contra la evasión (de los perejiles, a los grandes los salvamos nosotros) los obligamos nuevamente (como con el Gran Mingo) a que para pagar cuentas y sueldos de más de $ 1000 deban hacerlo únicamente por medio de los bancos ¡los atrapamos nuevamente y no protestan!! ¡Giles!! Se lo hicimos de nuevo en 2003, al año y medio de quedarnos con sus ahorros ¡Increíble! El cuento de la lucha contra la evasión es tan burdo, tan torpe y tan infantil que no se puede creer que se lo traguen nuevamente. ¡Y se lo tragan! ¡Twice! Les decimos que nuestros bancos (privados) son los que deben controlar y registrar (cobrándoles comisiones of course)  los movimientos de dinero (pago de sueldos) de sus empresas (privadas) ¡Un privado controlando a otro privado! Y además los privados que controlan , registran y cobran por ello (bancos) son los mismos que fugaron los depósitos de los privados a controlar y de todos los argentinos en 2001. A pesar de estos antecedentes recientes  en dieciocho meses los engañamos de nuevo y los enganchamos de nuevo. ¡Y no protestan!¡Con su propia AFIP los obligamos a utilizar compulsivamente nuestros servicios bancarios y financieros! ¡Increíble! ¡La AFIP argentina vende, promociona, hace marketing  y coloca en plaza nuestros productos! ¡Giles! ¡Más que giles! Re-giles!
En ninguna otra parte del mundo hemos encontrado gente tan fáciles para nosotros como los argentinos.
Aceptan que su ministro de Economía y el presidente de su Banco Central (o sea los que manejan la guita de la Argentina) siempre sean economistas que han sido adoctrinados por nosotros en el exterior. ¡Lo saben y no dicen nada!! No intentan colocar en estos puestos a sus excelentes profesionales universitarios a los que aún no hemos contaminado. ¡Increíble!! Pagan por su formación académica y no los utilizan ¡Giles! Alrededor y dentro de sus organismos de decisión, de control y de emisión del dinero (Banco Central, Ministerio de Economía, Ciccone Calcográfica, etc.) siempre hay extranjeros, o sea los nuestros, y se los bancan. ¡Re-giles!! Es necesario terminar de exprimirlos antes de que se extingan. Nosotros los extinguiremos, para eso ya les hicimos hacer la ley de salud reproductiva. Ya nos quedamos con su petróleo, con su gas, con sus teléfonos, con su electricidad y con sus redes de agua. Ahora nos quedaremos con su Patagonia (para ello hemos hecho hacer presidente a un patagónico, que conoce a detalle las tierras que nos habrá de entregar y si se niega lo expulsaremos o tendrá un “accidente”), con su subsuelo (al que haremos que lo privaticen para nosotros), con su producción minera, a la que ya por una ley que les hicimos hacer con el Gran Mingo, les prohibimos extraer sus propios minerales con su propio Estado obligándolos por ley a privatizar (cedernos a nosotros) la extracción (una aberración jurídico política que pudimos hacer solamente en la Argentina), con sus fuentes de agua, con todo, siempre con la historieta de que deben “honrar sus deudas”. ¡Giles!! No les gusta pensar. Sólo los tenemos que elogiar y felicitar un poco y... ¡Hasta el moño dijo Antonio!! Re-giles!! Sólo debemos cuidarnos de sus piqueteros que por ser desocupados y no tener nada que perder son peligrosos para nosotros. También debemos cuidarnos de ese actor Nito Artaza que piensa por sí mismo y parece que está un poco avivado. Pero Artaza es clase media. Pondremos a la clase media contra los piqueteros (como siempre hicimos) y se destruirán entre ellos mismos, antes de encontrarnos a nosotros. Ya lo hemos hecho en el pasado en Francia, en Rusia y en tantos otros lugares inclusive en la misma Argentina, en la que con su propio ERP y con sus propios montoneros destruimos su propia industria. Luego con su propio ejército destruimos a sus montoneros y erpianos y últimamente en la década el ’90 con su propio Presidente destruimos a su propio ejército, cancelando el servicio militar, cancelando Fabricaciones Militares vendiéndonos a nosotros (Lockheed) la fábrica de sus excelentes aviones Pampa, cancelando el proyecto de su excelente misil Cóndor, vendiendo a Ecuador y a Croacia las armas que les quedaban después de Malvinas y al final volando en Río Tercero su fábrica de pólvora. ¡Los hicimos destruírse a sí mismos! ¡Re-giles!!

“Los nativos están un poco inquietos, Charles. Sabemos cómo arreglarlo John. Cálmate. ¿Cómo arreglaste el tema de las elecciones Charles? Tú sabes John, que el peronismo flexibilizado, versión Menem o versión Duhalde es nuestro. El sistema de elecciones con ballotage argentino polariza (como el francés) en dos candidatos la elección final, que por lógica, según el sistema bipartidista que les hicimos adoptar,  deberían ser del PJ y del P. Radical.
El truco del ballotage es que en la segunda vuelta el ganador tenga gran apoyo porcentual, de esa forma tiene “respaldo” para “hacer las reformas” que queramos.
Pero la Alianza, que tanto nos sirvió (con Chacho hicimos el Código de Convivencia urbano para que nunca puedan encarcelar a sus delincuentes, para que estén siempre entretenidos mirando la inseguridad en la TV y no vean como nos llevamos su dinero y trascartón con el Gran Mingo, agarrándolos así distraídos, nos llevamos toda la guita afuera), quedó destruida y desacreditada y una elección con ballotage podía resultarnos peligrosa si algún independiente como Carrió llegaba a la 2da vuelta, dado que el electorado podría polarizarse a su favor. Así que, con unos pequeños toques en la Justicia, hicimos que se aceptara la no realización de internas en el PJ y fueran todos (
los hicimos quedar a todos) a la elección. Así que el que salga en el ballotage será  de Menem o de Duhalde, o sea será nuestro y además, con una deuda pública del 150% de su PBI no tienen margen de maniobra.
¿Cómo pudieron aceptar llegar a tanto endeudamiento Charles? Con el truco de la Convertibilidad 1 a 1 John. Con Menem llevamos el endeudamiento al 50% del PBI. Más no se podía pues se hubieran resistido. Luego con Duhalde hicimos la devaluación y así la deuda trepó al 150% del PBI.
No problem. Tienes razón Charles, no problem. ¿Dónde tomaremos el té esta tarde? Tenemos tenida en la logia John y vendrán varios funcionarios del gobierno a reportarse. Debes estar John. Allí estaré Charles. No faltaré, ya que me resulta irresistible escuchar a los funcionarios nativos reportándose, son como niños, tiemblan ante los regaños y se inflan como pavos reales cuando los elogiamos y los felicitamos un poco.
No te equivoques John. Eso es sólo porque elegimos a los más incapaces, inútiles  y ambiciosos por medio de las listas sábanas .Tu sabes que ninguno de ellos podría destacarse por sí mismo en la actividad privada. No lo dudo Charles. Por eso las listas sábanas no desaparecerán jamás a pesar de ser inconstitucionales desde 1994. Con su ex presidente Alfonsín les hicimos creer que en una democracia es un “peligro” que los legisladores representen al pueblo y que deben representar a los partidos políticos para que todo ande bien y con el ex presidente Duhalde lo mismo, que para que un gobierno sea sustentable los legisladores del PJ deben cumplir instrucciones del PJ y no del pueblo y así hay gobernabilidad, previsibilidad y estabilidad.
No problem. Así es John, no problem. 

    Fueron agentes de los güelfos negros de la mafia lombarda los que disfrazados de sacerdotes (para ridiculizar a la Iglesia), creaban herejías, las impulsaban y organizaban sectas fanáticas pseudocristianas entre los analfabetos de Europa de los siglos XIII y XIV. Los flagelantes, una de ellas, cristianos de Italia, propiciaban que los azotes eran mejor para obtener el perdón de los pecados que la Confesión (el sacramento más odiado por los güelfos negros, dado que algunos güelfos negros se arrepentían y al confesar sus delitos revelaban sus propósitos de combatir a la Iglesia para obligar a la Iglesia a vender sus tierras). En el sur de Francia (Albi) los cátaros y los albigenses negaban la existencia de los dogmas cristianos del Purgatorio, del Infierno, negaban la importancia de los rituales, negaban a las organizaciones clericales y sobre todo, tal como habían sido adoctrinados, negaban la posesión de bienes materiales (activos tangibles) por la Iglesia y el clero, a fin de que la Iglesia se desprendiera de ellos.
    El liderazgo visible de la herejía albigense no fue tomado por el pueblo ni por los religiosos sino por la nobleza de la Francia meridional, los “clientes” prestatarios de los güelfos negros (el liderazgo invisible), la que por la propaganda y/o la coacción de los nobles contribuyó a que la herejía se extendiera al pueblo analfabeto al que obligaban a “dar la cara” ante las autoridades eclesiásticas, tirando los nobles la piedra y escondiendo la mano. 
    La herejía cátara (como tantas otras) fue planificada esencialmente por intereses particulares y comerciales no religiosos ya que en primer término la nobleza ansiaba la autorización de la Iglesia (que no obtuvo), para establecer matrimonios de consanguineidad (casarse dentro de la familia y autorización religiosa oficial para tener “favoritas”) a fin de evitar la subdivisión de sus dominios feudales por herencia, o sea casarse en familia para no desprenderse de sus bienes (manteniendo simultáneamente una especie de hipócrita poligamia aceptada) y en segundo término, los güelfos negros que apoyaban a esta nobleza requerían a su vez que la Iglesia se desprendiera de sus posesiones, la “materia prima” para sus negocios prestamistas, y que la alta nobleza mantuviera concentrada esta “materia prima” en sí misma sin influencias “perniciosas” de la Iglesia para facilitar la operatividad del sistema lombardo de usura a interés compuesto  con “clientes” cautivos y activos tangibles permanentes y “sustentables”.
    El el Medioevo la labranza de las tierras se hacía a campo abierto. Si bien existían tierras municipales, de propiedad de reyes, señores feudales, terratenientes, pequeños hacendados y tierras de propiedad eclesiástica, ninguna de ellas estaba cercada y los animales pastoreaban de una en otra según acuerdos entre las partes. La renta que producían las tierras, cultivadas por los campesinos según el contrato de la investidura feudal, pertenecía al vasallo feudal (hoy diríamos al arrendatario) en tanto y en cuanto este vasallo cumpliera con entregar al señor feudal (el propietario) la parte, debidamente pactada en el contrato feudal, que le correspondía (la comisión o el alquiler). Los riesgos inherentes a todo negocio agropecuario   (inundaciones, sequías) eran absorbidos tanto por el vasallo feudal (el campesino) como por el señor feudal, dado que el tributo se pactaba en forma porcentual.a la renta obtenida.
    Como hemos dicho, la Iglesia a partir del año 756 poseía gran cantidad de tierras en Europa. La Iglesia, de acuerdo a las costumbres de la época, también daba sus tierras a cultivar a terceros según el contrato de la investidura feudal. La gran diferencia existente entre la Iglesia y los nobles terratenientes y grandes hacendados era que la Iglesia pedía a sus arrendatarios sólo un diez por ciento de las rentas que producían sus tierras, en lugar de hasta el cincuenta por ciento (y a veces más aún) que exigían los señores feudales a sus vasallos por las suyas.
    Siempre ha habido pobres a lo largo de la Historia y a través de todas las civilizaciones, entendiéndose por pobres a las personas que ocupan el tercio inferior de la pirámide social. La gran novedad que produjo el hecho de la posesión de tierras eclesiásticas en la Edad Media (entre el 30 y el 50% del total) fue que en ellas estaban instalados como vasallos   justamente el tercio inferior de la pirámide social del Medioevo. Dado que la economía de la Edad Media era esencialmente agropecuaria, esta novedad trajo como consecuencia que por primera vez en la Historia de las Civilizaciones los pobres comían todos los días, dado que el diez por ciento del contrato feudal  (el denario de San Pedro) era por lejos el más bajo del Medioevo.
    Esta política de los güelfos negros se mantuvo permanentemente durante la Edad Media, la Edad Moderna y la Edad Contemporánea, o sea hasta hoy. Banjamín Disraelí, Lord Canciller y gran estadista inglés declaraba ante la Cámara de los Comunes británica el 14 de junio de 1856:  “Es inútil negarlo porque resulta imposible ocultarlo: una gran parte de Europa se encuentra cubierta por una red de sociedades secretas. ¿Cuál es su objetivo? Cambiar la propiedad de las tierras, quitándola a sus actuales poseedores y además acabar con la Iglesia”.
    A confesión de partes relevo de pruebas.
    Sin embargo a principios del siglo XII también había llegado a Europa, específicamente a Francia, un tipo de capitalismo financiero más progresista y desarrollista traído también de Oriente , de Jerusalen,  por la Orden del Temple.
    Este capitalismo mercantil que no utilizaba el préstamo a interés compuesto (que crea dinero imaginario, 2do juego, juego financiero, o sea que presta a interés compuesto el mismo dinero varias veces a diferentes personas tratando de que no se den cuenta y de que no lo reclamen simultáneamente y luego cobra intereses reales sobre todo este dinero así multiplicado en forma no real, o sea imaginario), sino el préstamo a comisión (1er juego, juego económico), lo cual, junto con el patrullaje de las rutas comerciales terrestres europeas por parejas de caballeros/monjes templarios librándolas de bandidos y salteadores impulsó fantásticamente el comercio burgués mercantil europeo (1er juego, juego económico). 

Este mismo tipo de préstamo a comisión templario es el que fuera practicado 800 años más tarde por el Gral  Juan . D. Perón, según  un sistema de nacionalización de los depósitos bancarios, (encaje 100% a favor del BCRA y comisiones para los bancos del 2,5% de su giro comercial bruto) diseñado por el Cnel. Avalos en 1946, sistema en el cual el único que genera dinero imaginario, secundario o bancario es el Banco Central de la República Argentina, el que, ante una corrida contra depósitos, siempre podrá devolverlo por disponer legalmente de la facultad de emitir dinero para cubrir el faltante sin generar inflació,  dado que el dinero así emitido se va cancelando y anulando (“quemando” como diría el economista argentino/alemán Silvio Gesell) a medida que los tomadores de préstamos lo van devolviendo según los plazos pactados.. El BCRA (del Estado, de todos) actúa así como el catalizador de una reacción química: la regula y cuida que se desarrolle sin inconvenientes según lo planificado crediticia y financieramente, permaneciendo él mismo inalterable al final de la misma como sucede con todo catalizador,  ya que funcionaba según una “jus economía” (economía sujeta a derecho) al contrario que la economía de actos económicos independientes, privados y no regulados , al margen del derecho.
Cuando la Banca llega a su límite prestatario de seguridad (presta nueve veces más que el monto de sus depósitos reales en efectivo, para un encaje del 10%) comienza a cancelar y a exigir la devolución de los préstamos efectuados con los intereses correspondientes, a fin de “vaciar” nuevamente el “sistema”, o sea para recuperar capacidad prestataria. Pero, al revés de lo indicado por Silvio Gesell no “quema” (elimina) el dinero.
Lo acumula para represtarlo. El funcionamiento continuo de este mecanismo acumula dinero en forma exponencial y crea inevitablemente una burbuja financiera.
Para que el Sistema siga funcionando sin inconvenientes, periódicamente se hace necesario “pinchar” la burbuja. Este “pinchar” la burbuja del Sistema (eliminar el dinero en exceso) sustituye a “quemar” el exceso de dinero del Sistema, método propugnado por Silvio Gesell. La diferencia entre ambos métodos es que en lugar de ser este mecanismo de regulación del volumen de la masa monetaria un procedimiento oficial, gubernamental y estatal (de todos), se transforma en la práctica en un procedimiento autónomo y privado (de algunos) sin ningún tipo de control, efectuado por la Gran Banca (privada) y cuyos beneficios son también privados. Estos beneficios consisten en que la burbuja no se “pinche” en forma espontánea o autónoma sino que planificadamente, en tiempo y forma,  es “pinchada”  de manera direccionada para eliminar a la molesta competencia que no forma parte de la aristocracia financiera del “Club” del Centro. Es así como la ONU informa que en el siglo XXI  sólo 225 personas concentran en sí mismas el 50% del dinero mundial y como la sumatoria de Activos Intangibles (financieros) es en el siglo XXI cien veces mayor  que la sumatoria de Activos Tangibles de todo el planeta.
En diciembre de 2001 este tipo de economía “libre” de actos económicos independientes al margen del derecho  capturó fraudulenta e impunemente en Argentina los ahorros de los depositantes argentinos, contando con la complicidad del Maestro del Engaño, el que firmó, con sus poderes extraordinarios, la resolución que creó el corralito y pulverizó en los hechos su propia ley de intangibilidad de los depósitos (el anzuelo para succionar depósitos, una burla hecha al público que nunca podría haberse realizado entre 1946 y 1955). Con el 100% de encaje de los depósitos bancarios del Sistema Financiero en poder y custodia del BCRA entre 1946 y 1955, el ahorro garantizado de todos los argentinos era canalizado hacia la construcción de Obras Públicas, financiando la operatoria de las mismas, sin endeudar a la Argentina con el exterior, sin deuda pública, sin generar intereses a pagar, sin controles y sin acuerdos (innecesarios) con el FMI. Es por eso que dijimos que
a Argentina Año Verde ya la tuvimos.

    Es necesario hacer aquí un breve paréntesis para señalar que la Iglesia ha sido posiblemente la Institución mejor informada del planeta a través de dos mil años. Contribuye a ello el hecho de analizar problemas mundanos y estar obligada a dar consejos y el hecho de que por el sacramento de la Reconciliación (confesión) los sacerdotes católicos reciben información concreta, real y veraz de los delincuentes y de sus delitos, delitos la mayor parte de las  veces jamás descubiertos ni conocidos. El hecho de que los sacerdotes católicos estén obligados por sus votos a no revelar jamás secretos de confesión bajo ninguna circunstancia, no inhibe ni impide  (más bien favorece) el desarrollo en ellos (gracias a la información que obra en ellos) de un correcto y preciso análisis de situación ya que tienen los mejores datos. Esto  permite que, cuando se deban tomar decisiones en tal o cual aspecto, la información que en ellos obra haga automáticamente que estas decisiones sean acertadas y correctas aunque el público muchas veces no sepa por qué, y ellos no puedan explicarlo por el secreto de confesión.
    Una vez sido hecho este no poco importante distingo, recordaremos que a partir de finales del siglo XI (concilio de Clermont, 1095) y hasta el siglo XIV, las Cruzadas provocaron en Europa un éxodo de lo mejor de su nobleza y de sus hombres de armas en pos de la ilusión de rescatar los Santos Lugares de manos de los musulmanes. Durante  la Baja Edad Media, entre 450 y 600,  la costa oeste de Francia sufría permanentes ataques a sus poblados marítimos por parte de piratas anglosajones provenientes de  Anglia y de Sajonia,  piratas que constituían la clase baja de las tribus germánicas  (germánicas proviene del latín germanus, o sea genuino, y era el nombre que daban los romanos a los descendientes “genuinos” de los escitas que habían emigrado desde el reino de Escitia en el sur de Rusia hacia Europa central, para diferenciarlos de las tribus sármatas que eran las tribus que los habían desalojado de Escitia). Estos piratas anglosajones habían hecho la base de sus correrías delictivas en la desembocadura del Támesis, donde hoy está Londres.. También Francia sufría esporádicos pillajes de los vikingos (la clase media de las tribus germánicas), aunque en este caso era sólo en épocas de inviernos prolongados y de hambrunas. En cambio las correrías piratas de los anglosajones no se relacionaban con hambrunas sino con su propia idiosincracia, hábitos  y estilo de vida.
    El continente solucionó el problema de los piratas anglosajones autorizando a un grupo numeroso de vikingos a radicarse  en tierras que les fueron cedidas a tal efecto en Flandes a cambio de utilizar su arte militar y marinero en patrullar el litoral marítimo de Europa occidental y evitar los asaltos de los piratas anglosajones, constituyendo así una especie de gendarmería de la época. El  resultado fue altamente positivo, y los piratas anglosajones fueron mantenidos a raya lejos de las costas del continente. Las sucesivas generaciones de vikingos descendientes de los originales cuyos servicios fueran contratados de esta manera se  llamaron normandos. A mediados del siglo XI, con la idea de iniciar las Cruzadas ya  firmemente instalada en la realeza de Francia, se impuso la necesidad de solucionar definitivamente el problema  de los piratas anglosajones antes de partir hacia Oriente a fin de no dejar desguarnecido el “patio trasero”, la retaguardia, dado que los hombres de armas debían partir. Les cupo a los normandos la tarea de invadir a Gran Bretaña  antes de partir los nobles de la Europa continental hacia las cruzadas. En 1.045 el rey normando Guillermo el Conquistador derrotó a los anglosajones en la batalla de Hasting y se apoderó de Inglaterra. Si bien los caballeros europeos  ya podían  partir hacia Oriente dado que no existían ya peligros militares, otro tipo de peligros latentes no previstos tuvieron ocasión de manifestarse cuando los gendarmes  (los normandos)  se habían ido a Inglaterra y los caballeros  a Medio Oriente.
    El problema fue que el éxodo de sus cuadros dirigentes y de sus hombres de armas había dejado a Europa debilitada, vacía, o sea vulnerable, no sólo militarmente ante los píratas anglosajones  (lo que  había sido previsto, como vimos) sino también   intelectualmente, (y esto no había sido previsto) ante el ataque usurero del interés compuesto de los güelfos negros que vieron su oportunidad ante el éxodo de los nobles y que por supuesto no participaron de las Cruzadas  (los prestamistas de todos los tiempos nunca tomaron más armas que los libros contables, el halago, la obsecuencia, los engaños, los rumores y las intrigas en los gobiernos para acrecentar indebidamente su patrimonio a costa de terceros y su única ilusión siempre fue aumentar la tasa de interés) quienes cinco años más tarde, en 1100, constituirían la República de San Jorge en Génova, haciéndola su bastión para la conquista financiera de la Cristiandad. La Iglesia, informada de las modalidades de este ataque de los guelfos negros a las ahora vulnerables estructuras de poder del feudalismo medieval , aunque sin percibir que se había autodebilitado en 1122 al suprimir lo sagrado de la gestión de gobierno, decidió desarrollar e instrumentar una estrategia defensiva acorde con  la virulencia del  mismo a fin de resistirlo, contrarrestarlo y crear los anticuerpos necesarios que permitieran anular los virus usureros de la infección del interés compuesto impulsada por los güelfos negros.
    A estos efectos y en posesión de un correcto análisis de situación por los motivos antes  explicados, decidió articular estos anticuerpos sobre tres ejes fundamentales: 

1)     La creación de una entidad para mantener  firmemente la posesión de tierras (activos tangibles) a fin de escamotearlas de la posibilidad de constituir con ellas garantías que permitan el desarrollo de los negocios prestamistas/usureros de los güelfos negros, o sea quitarle a la mafia financiera lombarda la “materia prima” para su accionar prestamista.

2)     la creación de una entidad para demostrar cómo se logra el progreso y el desarrollo de una sociedad al margen del interés compuesto (2do juego, juego financiero) de los güelfos negros, jugando sólo al 1er juego, juego económico, en el que el dinero es sólo medio de cambio, y es su circulación, o sea el comercio,  la que provee desarrollo y prosperidad.

3)     la creación de una entidad para resistir y combatir las herejías propuestas por los güelfos negros, averiguando quienes eran los autores intelectuales que las impulsaban.

    A la primera entidad la Iglesia la llamó celibato eclesiástico. A la segunda entidad la Iglesia la llamó Orden del Temple. A la tercera entidad la Iglesia la llamó Inquisición.


El celibato eclesiástico

En una economía agropecuaria el capital productivo es la tierra fértil. Utilizar correctamente este capital significa sembrar los cultivos necesarios y redituables, tanto para alimentar personas como para alimentar animales útiles a las personas. El producido final de las tierras (la renta) era el producido por la venta y/o el consumo de las cosechas y por la venta y/o el consumo de los animales de pastoreo.  A este respecto, y como muestra de la manera de sentir y de pensar de la gente que vive inmersa en una economía agropecuaria cabe recordar las utilitarias palabras  que el evangelista Lucas (Lc 13-6) pone en boca del propietario de la tierra donde crece una higuera estéril  (que no está seca sino que solamente no produce higos) al ordenar a su peón  “córtala ¿para qué va a cansar la tierra?”. O sea para qué vamos a desperdiciar y agotar esta tierra (este capital) que bien podemos utilizar con beneficio cambiando esta planta que no produce higos por otra planta que sí produzca higos? 

    Sin embargo, muchos ojos codiciosos a los que no les importaba para nada que los pobres comieran todos los días miraban con envidia y con ansias de rapiña las tierras de la Iglesia. Por una parte estaban los señores feudales y los terratenientes y hacendados que veían este inmenso capital “desperdiciado”, ya que para ellos utilizar este capital  en provecho de los pobres era un desperdicio y una herejía económica. En cambio, si pudiera ser de ellos , ellos podrían aumentar rápidamente la “productividad” de la tierra,  podrían hacer más “eficiente” la gestión agropecuaria (o sea podrían exprimir más a los pobres aumentándoles los tributos sobre las tierras, como hacían con sus propios vasallos), podrían aumentar sus propias rentas personales (de las que estaban permanentemente necesitados), y podrían además  quitar de la vista de toda la sociedad medieval lo que para ellos era un “mal ejemplo”, dado que todos los vasallos querían vivir en las tierras de la Iglesia y no en las de ellos. Por otra parte estaban los usureros lombardos que prestaban dinero disimuladamente y bajo cuerda contra garantía real (en esos tiempos la mejor garantía real eran las tierras, las cosechas y los animales) y que veían su “mercado” reducido a sólo las tierras de los nobles, los terratenientes y los hacendados, ya que la Iglesia no sólo no necesitaba préstamos sino que además los prohibía.
    La segunda entidad, la Orden del Temple, tuvo su inicio de actividades a comienzo del siglo XII, luego de que la 1era Cruzada hubiera rescatado Tierra Santa de la ocupación musulmana.

En el año 1118 (o 1119, según Vacandard), nueve caballeros franceses “temerosos de Dios”, dirigidos por Hugo de Payns, se presentaron en Jerusalén al rey Balduino II, que acababa de ser coronado, manifestando el deseo de asegurar la custodia de la ruta de los peregrinos desde Jaffa (hoy Tel Aviv) puerto de Palestina sobre el Mediterráneo y  punto de arribo a Tierra Santa de los peregrinos en ruta a Jerusalén, que distaba unos 55 Km de distancia de Jerusalén. El rey aceptó y les cede, para vivir en él, una parte de su palacio, situado sobre el antiguo emplazamiento del Templo de Salomón. Los canónigos custodios del Santo Sepulcro les ceden igualmente otra parcela, que conservaban en este mismo emplazamiento, o sea, justamente sobre las ruinas del Templo de Salomón.
Estos nueve caballeros franceses, realizaron ante el patriarca de Jerusalén, Gormond de Piquigny, de Amiens, los tres votos de pobreza, castidad y obediencia. Y, como ellos ocupan el emplazamiento del antiguo Templo de Salomón, se les comienza a llamar “los caballeros del Temple”. En 1125, un nuevo caballero vino a reunirse con ellos: Hugo, conde de Champaña, el cual, a su regreso a Francia se puso en contacto con Esteban Harding, abad del Císter. Y parece que en este momento, a pesar de que su Orden fuese más contemplativa que sapiencial, el citado abad dispuso que su monasterio estudiase minuciosamente los textos sagrados hebraicos, cosa que asombraba mucho al abad Vacandard en su libro sobre San Bernardo. Hasta se hizo ayudar Esteban Harding en sus estudios por los sabios rabinos de la Alta Borgoña, algo no muy frecuente en la época.
Los nueve caballeros del Temple guardan la ruta peregrina. Si no fuera por esta aparente “protección” de las rutas, en la práctica, viven más como monjes que como caballeros, ya que no participaron en ningún combate. Es evidente que no están allí para entrar en acción y que la protección es sólo un pretexto para otra tarea a la que asignan una mayor importancia.
Más tarde cuando se constituye la Orden oficialmente y forma su propio ejército en Palestina, se le asignará un cometido bien definido, la defensa de los Santos Lugares, cosa que no sucedió sino hasta 1128. Hasta 1128 (diez años) continúan ocupando su emplazamiento en el Templo de Salomón donde terminan siendo los únicos ocupantes y desescombran las cuadras subterráneas, en tareas de incesante y misteriosa búsqueda nadie sabe de qué. Sin embargo, la caja de Pandora estaba por ser hallada y al ser transportada a Francia, los demonios bancarios/financieros ingresaron domesticados al Medioevo, ya que en la caja de Pandora  estaba  “toda  la  sabiduría  de  Egipto”.  En  1128,  los  caballeros  regresan  a  Champaña. Al Concilio de Troyes asistirán por lo menos cinco de los nueve.
En este Concilio Hugo de Payns expuso su deseo de crear una Orden de monjes-soldados, cuyo primer núcleo estaría formado por sus compañeros del Temple. El Concilio aceptó y encargó a Bernardo de Claraval que redactase la regla, y Bernardo ( San Bernardo) se la dictó al clérigo Miguel (amanuense). La Orden, dice la regla, podrá poseer tierras y vasallos  (no esclavos) para hacerlas cultivar.
Casi inmediatamente la Orden llegará a ser sumamente próspera. Poseía y administraba para sí misma y para terceros, todas las propiedades que le fueran confiadas, en especial las propiedades eclesiásticas. Se ha dicho que hacia 1270 los templarios poseían en Francia alrededor de un millar de encomiendas e innumerables “granjas” conservando este nombre que los cistercientes daban a las fincas abaciales alejadas de los conventos. Casi cuarenta años después, en 1307 tendrían el doble. La Orden del Temple está ligada a tres clases de empresas humanas: la cultura, el comercio y la construcción religiosa. Durante los doscientos años de vida del Temple, fueron elevadas sólo en Francia, tanto románicas como góticas, más de doscientas iglesias y catedrales laicas, es decir, para el pueblo, según los principios gibelinos en los que la autoridad laica debía proveer los medios para facilitar la tarea de ayudar a la sociedad a  llegar a la eternidad luego de su tránsito por este mundo. La habilidad y el talento de la Orden del Temple consistió en hacer estas hazañas económicas (en esos tiempos una catedral tenía más valor monetario, si pudiera cuantificarse, que todas las casas del pueblo en el que esta catedral era edificada) sin pedir dinero prestado, para furia de la mafia lombarda de los guelfos negros.
Lo que nuestra época capitalista (tanto si se trata de capitalismo privado como de capitalismo estatal), ha admirado quizás más en la organización templaria fue lo que se ha llamado “el invento de la gran Banca”. Verdaderamente no era en absoluto un invento, pero se ha encontrado que, sin duda voluntariamente, el número de sus encomiendas permitió desarrollarla en gran escala, ya que cada encomienda funcionaba como una incipiente sucursal bancaria coordinada con las demás.
El fin evidente, que está confirmado por la utilización en las rutas templarias de lugares para cumplir etapas, la creación de hosterías y de almacenes, ha sido un explosivo desarrollo del comercio, facilitando los intercambios de comarca a comarca con la mayor seguridad posible, cualesquiera que fuesen dichos intercambios y entre quienes se hicieran. Facilitar los desplazamientos y el transporte de las mercancías debía provocar, más o menos rápidamente, la expansión del comercio, en grado proporcional a la expansión de la cantidad de  dinero necesario para estos intercambios.
El sistema era de los más sencillos: un particular depositaba su dinero en metálico en una encomienda; por ejemplo, Provins o París. El contable de la encomienda le remitía contra este depósito una letra de cambio sobre otra encomienda, Saint-Giles du Grad o Toulouse, en la cual al presentar el papel, dicho particular podía hacerse devolver en moneda de su elección el equivalente a la suma  que había depositado antes y a distancia. Así se suprimía, sobre todo para los grandes comerciantes, la necesidad de efectuar transportes de dinero. Durante los largos desplazamientos sólo guardaba la letra de cambio, inutilizable para el que la hubiese robado, pues dichas letras estaban lo suficientemente contraseñadas por algunos signos secretos como para nada poder ofrecer toda clase de garantías, que por ser conocidos sólo por los contables, deberían autentificarlas. Las rutas entre encomiendas eran patrulladas incesantemente por parejas de caballeros templarios bien armados y pertrechados, ida y vuelta. Caballeros templarios que eran terribles hombres de armas, nobles, confiables y no corruptibles ya que habían hecho votos de pobreza, de obediencia y de castidad.
Es cierto que al emplear sus letras de cambio, cosa que es muy normal, los templarios se reservaban una comisión, que siempre era fija, o sea no proporcional al monto de la letra de cambio,  pero nadie se quejó nunca de que fuese excesiva, ya que ellos debían asegurar, con la protección de sus hombres de armas que guardaban las rutas, estos transportes de dinero. De este modo fueron también depositados en las casas del Temple los bienes y posesiones de numerosos obispos. El Rey de Francia también lo había hecho con su tesoro en el Temple de París y su propio contable era ahora el del Temple (para furia de los lombardos). Una parte de las donaciones hechas a la Orden consistía en beneficios y diversos diezmos sobre las iglesias, sobre los mercados, etc.; los contables del Temple estaban, por lo tanto, muy entrenados para ejercer la percepción y la contabilización de dichos beneficios, y simultáneamente los contables lombardos eran desplazados de sus funciones cortesanas (y de sus negocios conexos).

El poder real se dirigió a los templarios frecuentemente con la petición de que se encargasen de asegurar la recaudación de los impuestos reales. De esta forma el comendador de Payns estaba encargado de recibir los impuestos reales de la Champaña y de Flandes. Las sumas percibidas y transportadas bajo la protección de hombres de armas de la Orden, eran depositadas en el tesoro real en la casa del Temple de París. En definitiva se les había confiado, además de las suyas, las funciones de recaudadores generales  de Francia. Los templarios prestaban dinero pero jamás prestaron a interés. Sólo prestaban dinero a comisión, y esta comisión, dado que el lucro, los beneficios económicos,  los dividendos y el poder sobre los demás que otorga la acumulación de dinero propio no formaban parte de sus votos,   siempre era baja, fija y no proporcional al monto del préstamo dado. Jugaban sólo al 1ª juego, juego económico y aumentaban la velocidad de circulación del dinero aumentando la velocidad de circulación de las mercaderías,  acelerando los multiplicadores expansivos  de la economía e impidiendo la formación de multiplicadores recesivos al eliminar la tara del interés sobre las deudas.

Todos los activos que administraban (cada vez eran más)  quedaban fuera de la influencia del interés compuesto y de los güelfos negros. Sólo en Francia se estima que el número de encomiendas era cercano a las dos mil, desarrolladas en la campiña francesa en forma geométrica de damero, conectadas entre sí por rutas custodiadas por parejas de caballeros templarios. Otras rutas  diagonales llevaban al puerto templario de La Rochelle, desde donde salían los barcos del Temple en busca de materias primas.

Considerando que cada encomienda poseía, cultivaba o hacía cultivar muchas “granjas”, se puede admitir que cada una se extendía sobre cerca de mil hectáreas actuales cada una con tierras laborables propias, prados, estanques y bosques. Además se trata de una Orden en la que la pobreza era obligatoria, es decir, más que obligatoria impuesta, y cuya regla, que exige esta pobreza, está concebida de tal manera que la riqueza se hace innecesaria y un obstáculo para acceder a la vida eterna.. La combinación militar, espiritual y material (pobreza) o sea la existencia de un rígido código de honor, impide la corrupción particular cuando todos las cumplen. Y todos la cumplían. Eran otros tiempos. 

    El hecho de disponer de estas riquezas permitió a los templarios redistribuirlas y hacerse prestamistas, en la modalidad de distribuidores y circuladores del dinero, o sea generaban crematística para terceros, para la sociedad en su conjunto. Prestaban a comisión enormes cantidades al rey y es así como Felipe el Hermoso pudo dotar a

 

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