En los principales escritorios de la City
porteña, la pregunta que todos los hombres de negocios se hacen es "¿qué pasará
el día después?".
Ya no importa el resultado de la gestión frente al
controvertido tema de las retenciones. Poco importa también si el gobierno sale
airoso o se complica frente a los productores rurales.
Empresarios y ejecutivos se preguntan por estas horas cómo
se podrá convivir en un modelo económico que presenta distorsiones y tensiones
de variables que en algún momento se van a tener que sincerar.
No se trata de un "reacomodamiento de precios" como dijo
el ministro de Economía, Carlos Fernández, en una clara negación de la inflación
que la sociedad padece desde hace varios años. Se trata de darle viabilidad a
miles de empresas en un ambiente signado por la inflación, el deterioro del tipo
de cambio, un elevado costo del dinero, presión fiscal asfixiante, puja por la
distribución del ingreso y como trasfondo una ola de inseguridad que está
adquiriendo contornos de guerra civil.
Ya no se trata de prejuicios ideológicos. No se trata de
derechas ni de izquierdas. "Es la economía, estúpido", retumba una y otra vez
desde la Casa Rosada hasta Olivos desafiando al nihilismo oficial.
En efecto, la extrema rigidez a la que está sometida la
economía argentina es la que se está resquebrajando. Pero no sólo esto, es
también que gran parte de lo que se quiso esconder, está comenzando a aflorar.
Por lo pronto, la Argentina quedó fuera de las prioridades de
las principales multinacionales por segundo año consecutivo. El año pasado,
debido a la incertidumbre derivada de las elecciones generales y este año debido
a la crisis en la que se precipitó la administración Kirchner.
"Desde nuestras casas matrices, la única recomendación que
recibimos fue no exponer más capital y tratar de conservar los ingresos de los
ejercicios anteriores. No recibimos orden de invertir. Sólo esperar y ver como
se resuelve el conflicto", dijo un importante ejecutivo de una multinacional.
"Sabíamos que no había milagros. Sabíamos que sólo con el
alza en los commodities no iba a alcanzar. No era posible sostener tantos
años de aumento de consumo, financiado con emisión monetaria. No era posible
salir del abismo en que había caído la Argentina sólo con una ficción monetaria,
sin haber reparado en los errores por los cuales cayó la Convertibilidad",
expresó el empresario.
En rigor es así. La Convertibilidad cayó por el exceso de
gasto público improductivo financiado con un abultado endeudamiento. Ahora el
modelo "K" cae por la misma razón: un elevado gasto público, financiado con
la maquinita de hacer billetes, con el agravante de tratar de esterilizar el
excedente monetario, emitiendo deuda —LEBAC y NOBAC, unos 50.000 millones de
pesos—, a una tasa exorbitante. Este mecanismo pretende ser presentado como una
regulación de los agregados monetarios aunque se trate lisa y llanamente de
deuda pública.
Pero el perfil del gasto es lo que llama la atención. Se
trata de subsidios abultados que nadie controla y que no siempre atienden a los
sectores de menores ingresos —lo cual los vuelve aun más irritativos—, y se
trata de aumento de los gastos en remuneraciones por aumento de los planteles
públicos. Un reciente informe previsional da cuenta que el empleo público fue lo
que más aumentó desde 2002, superando el imaginario kirchnerista del empleo
industrial como motor de la economía. Es decir, la caída en el desempleo se
produjo no por la expansión de la economía -de hecho los sectores de mayor
crecimiento fueron los de capital intensivos sobre los de mano de obra
intensiva-, sino por un fenomenal crecimiento de la plantilla estatal.
Pero, agotada ya, la ventaja que le generó la megadevaluación
del 2002 y la consiguiente mejora en los términos de intercambio más la suba en
los commodities; el tipo de cambio arbitrado y la suba en la tasa de
interés, se combinan para terminar de sepultar cualquier actividad productiva.
Este esquema al cual el oficialismo le otorga
características "milagreras", no es otra cosa que una réplica exacta del modelo
implantado en abril de 1976 por la tiranía militar.
Comparemos. Ahora: fuerte ingreso de divisas que financia
emisión monetaria, supuestamente controlada con costosísimas LEBAC y NOBAC, baja
del desempleo vía empleo público, subsidios, suba del gasto por obras faraónicas
improductivas, léase tren bala, consumo ficticio, carrera entre dólar y tasas de
interés.
En aquella época fue: fuerte ingreso de capitales que
financió emisión monetaria, supuestamente controlada por la onerosa Cuenta de
Regulación Monetaria, caída del desempleo vía contratación estatal, subsidios,
consumo ficticio, aumento del gasto en obras faraónicas improductivas —mundial,
armas—, carrera entre dólar y tasas de interés.
Conclusión: ¿cuál es la diferencia? Imagine el final...
Miguel Angel Rouco
DyN