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Cómo distinguir ciencia de pseudociencia

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En una nota expresé que jamás de los jamases se han podido comprobar los “fenómenos” paranormales mediante el método experimental, asimismo como el “cumplimiento” de las distintas mancias.

 

No obstante, para el público lego en materia científica, puede asomar la duda: ¿Por qué entonces –se preguntan muchos- esas cosas han persistido durante tanto tiempo y subsisten aún en la actualidad? ¿Y cómo es que se escapan a las experiencias científicas? Y lo más fundamental: ¿Cómo distinguir la ciencia de las pseudociencias?

Debemos contestar: persisten porque el hombre de todos los tiempos necesita de un apoyo en la vida que a veces se torna escabrosa, ya sea en el refugio de las religiones de todo cuño o en fantasías que lo alejen de la realidad. Estas últimas sólo consisten en puras invenciones, son productos de la mente totalmente alejados de la realidad, de una realidad que muchas veces no se entiende, que frustra proyectos, mata las ilusiones, ofrece amargas sorpresas o nos sumerge en situaciones imprevistas, agradables o desagradables ya sea por falta de previsión, imprudencia, apresuramientos o simplemente por el más puro azar, un azar que no entendemos o rechazamos de plano como posibilidad, ya sea por ignorancia o por miedo.

Es necesario destacar que el azar es casi siempre descartado en el concierto de los fenómenos que entrechocan y originan nuevos rumbos en los acontecimientos. Se le teme, se lo rechaza, se rehuye la idea sobre su incidencia y se prefiere atribuir tanto los hechos felices como los nefastos, a causas ocultas que actúan desde las sombras a veces personificadas en seres fantásticos o poderes manejables a los que hay que invocar para torcer los acontecimientos a favor del interesado que se puede sentir como presunta víctima de dichos entes o fuerzas misteriosas.

Tenemos ejemplos patentes en todos los pueblos primitivos del orbe. Basta consultar buenos tratados de antropología. Mas en los tiempos presentes las cosas no andan mejor. Son legión las personas que inventan fábulas para que otros las crean y lo consiguen, pero muchas veces buscando pingües ganancias. Por ejemplo: cursos de parapsicología, confección y venta de horóscopos, prácticas de medicinas alternativas, chamanismo, narraciones de fenómenos extraños protagonizados por supuestos seres extraterrestres, profecías apocalípticas, magia negra, satanismo y vagones y más vagones de creaciones fantásticas de la mente humana para embarullar al público que no ha tenido tiempo ni oportunidad de ilustrarse con el fin de poder discernir ficción de realidad, en un mundo que, sin el aporte del conocimiento experimental acompañado de la razón, se torna enigmático.

Ahora podemos dar la respuesta a la pregunta formulada al principio: ¿cómo distinguir netamente una pseudociencia de la auténtica ciencia y por qué los fenómenos paranormales y los que provienen del ámbito del ocultismo, no han podido ser detectados mediante el método experimental?

Es precisamente el método experimental el que nos permite revelar la realidad del mundo, como ya lo hemos señalado en la nota anterior.

Tenemos por ejemplo la parapsicología como supuesta ciencia (un conocimiento científico más, según sus sostenedores).

Cuando les preguntamos a los parapsicólogos, por qué fracasan todas las pruebas montadas para comprobar los “fenómenos” paranormales como la telequinesia (mover objetos a distancia) o de la precognición (adivinar el futuro) o la fantasmogénesis (una ectoplasmia, es decir, la producción de ectoplasma, materia prima para modelar imágenes del inconsciente del dotado), nos responden que estos fenómenos ocurren espontáneamente, lejos de todo experimento montado para su detección. Perfecto ardid para taparle la boca a cualquiera que sólo se atiene al método experimental. De este modo, todo lo fantástico que se dijo y se dice a lo largo de la historia de la humanidad tendría visos de realidad: los duendes, las hadas, el hombre lobo, los zombies, los hombres vampiros, los demonios y miles de cosas más serían verdaderos entes que se proponen asustar al hombre ya sea por morbosidad o diversión o causarle daños morales o físicos si son invocados por los que dicen poseer poderes sobrenaturales.

Pero he aquí que a esta altura de mi exposición, nos asalta la duda metafísica acompañada de la sospecha de que todo se trata de puras patrañas o de experiencias pésimamente interpretadas y observaciones mal realizadas. Todos podemos confundirnos si no tomamos los recaudos necesarios para comprender un hecho mediante el montaje de una experiencia buscada.

En resumen, el azar (que casi siempre es descartado o se lo ignora) y el error de interpretación de los hechos espontáneos, nos pueden jugar una mala pasada y hacernos creer en fantasmas, duendes juguetones, poderes paranormales y hasta en “fenómenos” de levitación del cuerpo humano flotando por el aire y curaciones milagrosas obradas por chamanes.

Miles de pruebas han sido realizadas por los parapsicólogos utilizando con ese fin a los metagnomos (metagnomo: persona que según los parapsicólogos posee la facultad paranormal de la percepción o experiencia extrasensorial), como la adivinación de naipes a kilómetros de distancia, con ciertos promedios, frutos del más puro azar, que han hecho famosos a algunos personajes que lograron récords de aciertos.

Lo demás pertenece a observaciones mal encaradas, ilusiones ópticas, engaños obrados por bromistas, etc.

Cuando alguien con fama de poseer la “virtud” de la precognición, pronostica lluvias y tormentas eléctricas para determinada región y efectivamente se producen allí precipitaciones pluviales con relámpagos y truenos en la fecha señalada, nadie pone en duda las virtudes del augur, aunque sus fracasos sean lo corriente y los aciertos una excepción.

Lo mismo sucede con los adivinos de cartas, ya sea situados en habitaciones contiguas para la prueba o distanciados a kilómetros. Los aciertos repetidos o rachas (períodos breves de fortuna o desgracia) que se producen a veces por presión del azar, son atribuidos a la supuesta cualidad del metagnomo y así es como ciertos individuos pueden adquirir fama universal en tal sentido, para ser luego promocionados y mencionados en los libros de difusión de la parapsicología. Mas sus desaciertos se silencian y así ocurre con todos los profetas, magos y la mar en coche de personajes famosos del mundo entero, con supuestos “poderes” sobrenaturales.

De lo que podemos estar absolutamente seguros, es que en ningún lugar del Globo (ni en Las Vegas, ni en casino alguno) nadie se ha vuelto multimillonario empleando supuestos poderes paranormales. Tampoco en laboratorio serio alguno ha podido ser producido un solo fenómeno paranormal, ni detectada una sola alteración de las leyes físicas, químicas y biológicas, no obstante lo cual los detractores de la ciencia denominada despectivamente por ellos como “ciencia oficial”, continúan hablando de otra ciencia, la paranormal e insisten en la existencia de hechos fantasmas, espontáneos, imprevisibles, que escapan a las experiencias. Y esta pertinaz postura sólo nos indica una evidencia: que se trata de embaucar a la gente no preparada, con fines de lucro.

En la próxima nota analizaremos el tema de las profecías y los horóscopos.

 

Ladislao Vadas (pensador, naturalista y escritor ensayista, autor de: “La esencia del universo”, “El origen de las creencias”, “Razonamientos ateos”, “Buscando a Dios”, “El mundo ficticio” y otros libros)

 

 

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