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La psique y la física cuántica

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EL NUEVO MACANEO POSMODERNO
EL NUEVO MACANEO POSMODERNO

     Psiquis o psique, alma humana, principio de la vida, de la sensibilidad y de las actividades espirituales, en cuanto constituye una entidad por sí o sustancia. El uso de esta noción de alma se halla condicionado por el reconocimiento de cierto conjunto de operaciones o de sucesos denominados “psíquicos” o “espirituales”, que constituyen manifestaciones de un principio autónomo, irreducible por su originalidad a otras realidades, aunque exista una relación con ellas.
     Se trata de un ente incorpóreo; pero el alma, el espíritu, no se reduce solo a la psique humana, sino que se extiende como infiltrado a todo el universo de galaxias conocido abarcándolo, al cual los creyentes denominan Dios (con mayúsculas para resaltar su categoría), ser todopoderoso, creador y gobernador de ese universo, nuestro universo donde nos hallamos viviendo en una “motita de polvo” que denominamos Globo Terráqueo.
     A este “Espíritu”, unos lo identifican con la propia materia-energía y se denominan panteístas (de pan: todo, y teos: dios (es decir, todo es dios)); otros lo separan en materia por un lado y Dios creador y gobernador del mundo por el otro, y podríamos denominarlos espiritualistas-dualistas.
     Unos afirman, que incluso nuestros compañeros en la existencia de este acuoso globo que habitamos, los animales (incluidos quizás los escorpiones, los tábanos, las serpientes ponzoñosas... y las gallinas...), poseen alma. Los vegetales, gracias a los cuales existimos y subsistimos parece ser que no la tienen para los “almistas” (valga el neologismo, por no utilizar el vocablo animistas aplicado a los seres humanos “inferiores”, también denominados primitivos o... salvajes), salvo para los panteístas quienes afirman y reafirman que todo es Dios con mayúscula, hasta una cucaracha y una víbora de cascabel con su veneno mortal. Mas según mi parecer, estos últimos no son ni espiritualistas ni materialistas, en todo caso monistas, es decir que reducen a los seres y fenómenos del universo a una idea o sustancia única. En resumidas cuentas, en este caso: una rara amalgama entre materialistas y espiritualistas (valga la paradoja).
     Ahora bien, ¿tiene algo que ver todo esto con la psique? Si, y mucho, porque se trata siempre, en todos los casos, del mismo concepto, de la misma idea que acepta lo “material” palpable, detectable, sólido, asible... por una parte, frente a algo sutil, “vaporoso”, impalpable, intocable, invisible, apartado de lo material y por añadidura nada menos que, por otra parte: ¡inmortal! (tratándose del “alma humana” y del “Espíritu Divino”).
     Bien, a continuación viene mi idea y definición de todo lo espiritual inventado por la fantasiosa y fabuladora mente humana que nada entiende acerca de la intimidad de la materia-energía (sólo energía, pues para mí la materia no existe, sino que esta es una forma de energía “empaquetada”).
     Mi explicación del fenómeno psíquico, se halla emparentada (algo fundamentada) en la denominada física cuántica seria, cuyas experiencias en este terreno vuelven locos a los físicos de partículas y a veces dan lugar a la fantasía que aprovechan los pseudocientíficos charlatanes para elaborar cosas ridículas que no existen en la realidad.
     Veamos algunos ejemplos que nos ofrece la física cuántica en sus experiencias serias con partículas subnucleares (fotones y electrones):
     “El éxito del modelo de las ondas de materia no se detuvo en el átomo. Unas ideas muy similares se aplicaron también en la estructura  misma del núcleo que, como se sabe, contiene una colección de partículas de carga positiva, llamada protones, junto con un número más o menos igual de neutrones sin carga. No se conoce con exactitud la forma de la fuerza entre estas partículas, aunque sí que es mucho más compleja que una ley del cuadrado inverso, así que los cálculos son considerablemente más difíciles que en el caso atómico. Los resultados, sin embargo, son igual de buenos y las propiedades calculadas de los núcleos atómicos están, asimismo, en una excelente concordancia con los experimentos.”
     Hoy en día se sabe que incluso partículas fundamentales, como el protón y el neutrón (pero no el electrón), tienen una estructura y que están compuestas por objetos aún más fundamentales denominados quarks. Esta estructura ha sido analizada con éxito por la física cuántica de una manera similar a la utilizada en el núcleo y en el átomo entero, y se ha demostrado que los quarks también poseen propiedades ondulatorias. Pero la moderna física de partículas ha extendido las ideas cuánticas incluso más allá de este límite. A energías lo bastante altas, un fotón puede convertirse en un electrón de carga negativa, y en otra partícula idéntica de carga positiva, llamada positrón, y los pares electrón-positrón pueden recombinarse en fotones. Por otra parte, es posible crear partículas exóticas en procesos de alta energía, muchas de las cuales se transforman, después de una pequeña fracción de segundo, en entidades estables más familiares como los electrones y los quarks. Cabe entender todo este tipo de procesos mediante la adecuada extensión de las ideas cuánticas en la forma conocida como teoría cuántica de campos. (Véase al respecto, de Alastair Rae: Física cuántica: ¿Ilusión o realidad?, Editorial Alianza, Madrid, 1988, págs. 30 y 31).
     Todo esto se halla más allá del átomo concebido como “materia”, es decir, más allá de lo material sin caer en absoluto en lo espiritual o en algún concepto de espíritu como ente inmaterial, simple, dotado de razón, alma racional, según reza el diccionario enciclopédico.
     ¡Aquí se halla el secreto que durante milenios inquietaba al ser humano de todos los pueblos del orbe! Nada de alma ¡y menos inmortal! Todo es física, lo espiritual es tan solo fruto de la nesciencia, tanto del pasado como del presente, y en base a esto, el concepto de un Dios (con mayúscula) puro espíritu creador del universo y la vida, queda hecho trizas ante un neopanorama universal que nos presentan a dos puntas: la física de partículas y la astronomía del siglo XXI, que barren de un plumazo todo concepto acerca de lo espiritual a saber: Dios, alma, espíritu, otro mundo del “más allá”, ángeles buenos, demonios (ángeles malos), dioses buenos y malos de los politeístas... y otras invenciones de la inagotable fantasía humana sin datos fidedignos algunos obtenidos de las experiencias científicas.
     Psíquica y somáticamente, estamos hechos de energía, ya sea “empaquetada” (quarks, átomos, moléculas, células, tejidos orgánicos) o “suelta”: pensamiento, memoria (acto recordatorio), cálculo, imaginación, raciocinio, emociones, pasiones, deseos, ambiciones, ilusiones, amor al prójimo y entre parejas, odio, meditación... y todas las demás manifestaciones psíquicas, algunas de las cuales compartimos con nuestros hermanos, los animales: monos, felinos, canes, osos, delfines, lobos marinos, ballenas... y, en ciertas dosis con algunas aves como los papagayos, loros y cotorras.
     Como podrá apreciar el lector, la diferencia se halla en el tamaño y complejidad del cerebro, pero de ninguna manera en alguna especie de “alma inmortal” que nos separe de los animales.

 

Ladislao Vadas

 

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