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Moyano-Kirchner: amor a plazo fijo

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EL CONSEJO DEL SALARIO Y EL DEBATE POR EL HABER MÍNIMO
EL CONSEJO DEL SALARIO Y EL DEBATE POR EL HABER MÍNIMO

Tras una serie de pulseadas que ya son tradición, el Consejo del Salario —integrado por empresarios, sindicalistas y Gobierno— alumbró un nuevo salario mínimo, vital y móvil.

 

La cifra anunciada por la presidenta Cristina Fernández consta de dos tramos: la primera e inmediata es de 1.740 pesos, y la segunda, con vigencia desde enero, de 1.840 pesos. Al final, el incremento del haber, que hasta ahora estaba fijado en 1.500, fue de 22,67 por ciento.

El porcentaje es claramente inferior a la casi totalidad de los aumentos pactados en paritarias y aun así no estuvo exento de discusiones donde sin dudas, más que los valores en sí, estuvieron en juego principios sectoriales sostenidos por cada parte en pugna.

Además, quedaron explicitadas una vez más las discrepancias entre el sindicalismo oficialista —CGT— y el opositor —CTA— pero, en esta ocasión, con la novedad de las diferencias en este último sector, donde en pocas semanas más se realizarán elecciones directas de autoridades.

Los empresarios consideraban inicialmente que el haber estaba en un nivel adecuado, pero con el correr de las tratativas fueron aceptando una cifra que prácticamente fue la que se pactó.

La CGT, con Hugo Moyano a la cabeza, enarbolaba un reclamo de alrededor de 2.000 pesos. Y la CTA dejó trascender valores de entre 2.200 y alrededor de 2.350 pesos.

Claro, en la central que no tiene el reconocimiento del Gobierno se notó el clima preelectoral interno, donde pelearán por la conducción el actual secretario general, Hugo Yasky, y el dirigente Pablo Micheli, aliado de Víctor De Gennaro, quien con Germán Abdala dio origen a esta organización que agrupó al sindicalismo alternativo.

Y esas diferencias se vieron aún después de la firma del acuerdo y momentos antes del anuncio oficial por parte de la Presidenta, cuando Micheli se retiró del plenario del Consejo y los otros dos miembros de la CTA se quedaron.

Finalmente, entonces, la nueva cifra por debajo de la cual no debería pagarse ningún sueldo en todo el territorio argentino quedó más cerca de conformar a los empresarios que a los gremios, más allá de las diferencias que tengan las organizaciones sindicales.

El Salario Mínimo, Vital y Móvil está consagrado en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional y, según su explícita definición, debe ser una base universal para todos los ingresos, debe alcanzar para la subsistencia y debe actualizarse periódicamente.

Pero habría que hacer un ejercicio ciclópeo para hallar a alguien —sin dudas anciano y con mucha memoria— que recuerde cuándo fue la última vez que se cumplieron las tres condiciones de ese salario. Hay que reconocer que en los últimos tiempos hubo una indudable mejora, pero sigue lejos de sus objetivos originarios.

De todas formas, y a pesar de este nuevo oleaje, el cierre del capítulo del Consejo del Salario, sumado a la reciente —e insuficiente— actualización del mínimo no imponible para la deducción del Impuesto a las Ganancias, significan, aunque modestamente, un respiro para Moyano, que también está enfrascado en la pelea política.

Las actuales urgencias del camionero pasan por consolidarse en ese terreno, donde sigue traccionando con Néstor Kirchner. El mandamás de la CGT quiere sentarse en el sillón mayor del PJ bonaerense, del cual es vicepresidente. La titularidad del partido estaba en manos de Alberto Balestrini, hasta que el vicegobernador sufrió el problema de salud por el que está internado desde hace varios meses.

Pero en el camino de Moyano se atraviesan adversarios de fuste, entre los que sobresalen los intendentes del conurbano, fundamentales a la hora de acumular poder y, por supuesto, de las elecciones. Y también aparece en este escenario el propio gobernador bonaerense, Daniel Scioli, para quien la avanzada de Moyano significaría al mismo tiempo una mayor irrupción de Kirchner en su territorio.

Por ello, por ejemplo, acompañantes fieles de Moyano en el terreno sindical salieron a ejercer presión a los poderosos jefes comunales que asientan sus reales en los bordes exteriores inmediatos de la Capital Federal.

Además, Moyano cuenta con otros elementos importantes para condicionar a sus potenciales rivales, como los siempre estratégicos choferes de camiones que con una medida de protesta mínima pueden generar un colapso por ejemplo en el área de la recolección de residuos.

El año que viene vence el mandato de Moyano en la CGT y entonces hay turno electoral también en la central sindical. A ello va añadido, por supuesto, el hecho de que, si bien el oficialismo cuenta con estadísticas favorables, nadie puede aventurarse aún a predecir quién gobernará el país desde fines de 2011.

En consecuencia, veterano de mil batallas, Moyano sabe que debe prepararse ante posibles cambios de viento. Por ello necesita afirmarse al máximo y en consecuencia debe seguir ampliando su poder y, desde allí, tratar de condicionar a quienes sigan o vengan a habitar las cúspides gubernamentales. Es que en política —aunque parezca que hay pasiones sin límites— los amores tienen el signo indeleble de la conveniencia. Y por ello son amores a plazo fijo.

 

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