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La bicicleta de Krusty

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KIRCHNER Y SUS CARICATURESCAS CONTRADICCIONES
KIRCHNER Y SUS CARICATURESCAS CONTRADICCIONES

 “Nos cambiarán la fecha, no importa, seguiremos trabajando con todo nuestro esfuerzo. Que no nos corran, no tenemos miedo”, dijo el presidente Néstor Carlos Kirchner el lunes 29 de noviembre en la conclusión de la jornada de inclusión social, destinada a dar forma al transversalismo personalista. El viernes 26 el blanco de sus andanadas verbales habían sido los bonistas italianos, cuyo titular Nicola Stock afirmó que“los argentinos han mostrado arrogancia en su rechazo a negociar con sus mayores acreedores y ahora ven que las cosas no le están saliendo fáciles”. Casi en simultáneo, Kirchner le replicó desde un acto en Puerto Madryn que“en los peores momentos de Italia, Argentina abrió los brazos", para luego descargar su ira en la semipelada testa de Silvio Berlusconi. En esa misma semana, a causa del fracaso del canje de la deuda, le había pegado feo a otro casi pelado, el ministro Lavagna quien le endilgó la responsabilidad de la debacle. Aunque luego las usinas de información gubernamentales salieron a desmentir esto, reeditando un clásico pingüinero de nunca acabar.

 

 Pues como el clown de Los Simpson, quien en la fiesta de su 19° aniversario recibe a los Clinton y les dice “hola, señor presidente. Hice la campaña para el otro candidato, pero voté por usted”, el presidente argentino se sube en la bicicleta de la contradicción permanente y hace cabriolas indescriptibles. Y si se cae de ella, recibiendo un porrazo de antología, los gemelos no reconocidos Fernández salen a los micrófonos a propalar que sólo se trató de una novela de la prensa.


El cuento de nunca acabar

 

 Disipada la polvareda de la pirotecnia verbal, los principales matutinos del martes 30 de noviembre constataron que“el embajador de Italia acordó con Bielsa bajar los decibeles de la polémica por la deuda y buscar canales diplomáticos para mejorar el diálogo”. Como aconteció en otras contadas ocasiones luego de que el presidente se iba de boca, sus colaboradores corrieron a poner paños fríos y acá no pasó nada. Antes de concurrir a la Cumbre de Monterrey en marzo pasado, en la que estaría George Walker Bush, Kirchner asistió a un acto en La Matanza organizado por su amigo Luis D’Elía. Frente al tremolar de banderitas y el batir de palmas de una multitud ruidosamente adicta, declaró que le “iba a pegar duro” al FMI, mientras se coreaba que “no se iba a pagar un mango” a dicho organismo financiero. Pero cara a cara con el futuro presidente reelecto, se comportó como un perfecto caballero y se guardó en el bolsillo aquella retórica nacionalista de palco. Lo mismo que, durante el año pasado, se hizo el malo con la inefable Anne Krueger y luego la llamó por teléfono para negociar bajo cuerda.

 Entonces, se infiere que existen dos presidentes en uno. Aquel que exuda una ideología populista y defensora de los intereses nacionales, para luego convertirse en un pragmático total símil menemista a la hora de plantarse a la realidad mundial.

 El iracundo crítico de la década de los 90, olvida muy convenientemente que él mismo fue parte importante de la misma, en la cual hizo pingues negocios gracias a las regalías petroleras. Cuando esta bonanza engañosa se vino abajo, no dudó en seguir los consejos de los ahora defenestrados Domingo Cavallo y Daniel Marx de enviar los fondos santacruceños al exterior, y luego reprimió a desocupados y asambleístas al calor de las protestas de diciembre del 2001. Como también olvida que, en los mismos 90, fue elogiado calurosamente por Carlos Menem como el mejor gobernador pues había sido el mejor alumno en efectuar los deberes privatizadores en la lejana Santa Cruz.

 También esas actitudes traen a la memoria al personaje de Zelig, magistralmente interpretado por Woody Allen en la película homónima, quien se mimetiza con las personas y circunstancias aledañas como un súper camaleón. Como muestra, basta recordar el circo mediático desatado el 24 de marzo pasado, con motivo del acto en la ESMA, enterrando con espectacularidad una desidia ignorante mediante la falsedad histórica. Pues como acertadamente señaló Darío Gallo en Noticias, los Kirchner ni siquiera efectuaron una misma en memoria de los desaparecidos cuando gobernaban Santa Cruz.

 De todos modos, es estéril apelar al conflicto permanente para luego volver a fojas cero y pretender que lo que realmente sucedió, fue producto de la afiebrada imaginación de algunos periodistas amarillistas. Y luego, echarles el fardo de la culpa para prepararse de cara al ring side siguiente. Para no acabar jamás, como si se tratara de una noria sempiterna.

 

 Fernando Paolella

 

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