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LA IDIOSINCRACIA DE UNA PERIODISTA

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 SILVIA BANFIELD: LA LIBERTAD VOLÓ ANTES QUE EL PÁJARO
SILVIA BANFIELD: LA LIBERTAD VOLÓ ANTES QUE EL PÁJARO

    El periodismo actual carece de veracidad, audacia, creatividad y de un lenguaje revelador. Sucede que el periodismo pareciera no estar comprometido con estos cuatro pilares esenciales de la profesión y que son la base para que un lector común y corriente pueda  informarse con la libertad que requiere un texto al ser leído. El año 2004 terminó con denuncias serias contra la prensa por apartarse de la verdad, hubo críticas devastadoras para un oficio que respira cuando existe transparencia, un apego real a los hechos y se infiere de su mensaje que hubo una investigación adecuada sobre el tema tratado periodísticamente. Ni la guerra puede ser un impedimento para la verdad. Hay muchas maneras de examinar las noticias, acontecimientos, evaluarlos, pero la verdad será una sola, y ese es el principio de la comunicación, para que el público pueda concluir con la asistencia de argumentos sobre un panorama amplio. La verdad nunca será un subproducto de los hechos.
    Después de A SANGRE FRÍA de Truman Capote, nadie puede justificar su ignorancia frente a un texto, los hechos y el lector, lo que hay verdaderamente detrás, debajo de la superficie. Toda información debe ser tratada con rigor, respeto, apego irrestricto a los hechos.
    La cronista que presento, sus textos no responden estrictamente al periodismo convencional, que puede tratar o no adecuadamente los hechos y acontecimientos, porque su visión incluye una serie de ingredientes que le permiten al lector compartir distintos acontecimientos como una pantalla de cine. Al mismo tiempo contar con un subterráneo y un cielorraso de varios pisos. Hay movilidad en los hechos, un registro variado en un amplio universo de acontecimientos, humor, y sobre todo, un lenguaje narrativo con una propuesta basada en una expresión abierta, siempre dinámica de los hechos, saturada de una  intimidad  compartida con un lector avisado.
    Las crónicas de Silvia Banfield, a veces no tienen principio ni fin, porque están inmersas en una atmósfera que  ha definido como un río, donde el lector puede bañarse una y mil veces, pero si buscamos una orilla encontraremos el centro, y viceversa, porque es un texto tejido con muchas puntas que acuden a un sitio focal. Aunque SB incluya poesía, canciones, lenguaje sobre el lenguaje, historias, intimidad, monólogos, descripciones, filosofía, apuntes cotidianos, observaciones, sus crónicas seguirán siendo testimonios de una época. Es un periodismo que habla del periodismo, de la marcha del planeta, y cuenta con varios leit motiv que el lector debe descubrir  a lo largo de sus páginas, que tiene un hilván de telaraña. Hay juego verbal, son notas esencialmente lúdicas en no pocos aspectos, pero profundamente humanas, sometidas  a la marcha de los acontecimientos, donde  el texto dialoga como punto de partida con Editor, la atmósfera que rodea, circunscribe quien lo escribe, su pasado,  presente, futuro, el espejo de la vida que no es inmóvil, porque todo se apresura en lo cotidiano como si subiéramos una escalera sin fin.
    SB, ha sido llamada la Gurú de Red Rocks, Cronista de sus tiempos y de otros, posiblemente sea parte de un mito bien ganado por lo que nos dice, deja de decir, hace pensar en el compromiso de su palabra. He leído sus extensas notas  en detalle porque su lenguaje no se monta en el artificio, y es notoria la búsqueda de una expresión en el diálogo, la comunicación, como debe ser el objetivo de una  buena Nota. Maneja distintos escenarios SB, una cierta ubicuidad en ninguna parte, y no me preocupa dónde está en este momento, porque sé que está haciendo su trabajo y se ocupa de temas sin fronteras, ahonda en el detalle, en el lugar común, es, desde luego, una reportera del Lugar común, del paréntesis, de ese silencio que quiere gritar. Tal vez estas crónicas aún no hayan llegado a la "gran prensa", The New York Time, El País, Le Monde", por citar algunos medios internacionales de gran circulación, pero ya forman parte del inventario novedoso de Internet y seguramente las veremos reproducidas  en papel.
    Olfato, morosidad verbal, lenguaje, buceo sobre y bajo la superficie de los acontecimientos, descripción de atmósferas, elementos  que conforman la vida, objetos, lugares, dosis de nostalgias,  canciones,  citas de escritores y homenajes a poetas, la geografía como un acto corporal, historias dentro de la Historia, un gran espacio para respirar con sentido crítico y lleno de libertad, es lo que nos ofrecen las Crónicas de Silvia Banfield. La verdad bien dicha siempre es valiente y respetable. Un texto no debe alejarse de esos dos principios básicos. Vivimos tiempos excepcionalmente enrarecidos, contaminados, descabezados, con un piso móvil, y un horizonte lejano, desconocido. Una nueva institucionalidad mundial no termina de desmoronarse y acoplarse al mismo tiempo: universo de cabezas que no encuentran un norte común en los problemas trascendentes del planeta.
    En los registros de SB, está  el choque de Oriente y Occidente, el tema de las migraciones, fronteras, los nuevos muros, la derrota de la verdad, la banalidad, los países parias, reflexiones sobre la Red  de la comunicación global: Internet, el comportamiento del hombre en el siglo XXI, la degradación de un tiempo  y sus retos, la incidencia del medio ambiente en el futuro de la especie, una visión de los países del Sur, el tema emblemático de los Derechos Humanos en el caso Pinochet, en un intento por reflejar a los sin voz, que son millones de millones en la tierra. Se retrata en las notas a la sociedad estadounidense, sus marchas y contramarchas, una pintura de época de la Nación más influyente de la tierra.
    Notas insólitas, documentadas en la intimidad, estrujadas en el aliento del amanecer, reflexionadas en el caos de un paisaje  global, siento en verdad un lenguaje místico, casi una cruzada verbal monologante, y entre tantos dioses la palabra aún sobrevive. SB registra el amor y  la muerte, detalla, detalla en la morosidad del verbo, recrea la orilla, es una retórica sobre la retórica diaria. Ahí está detenido el personaje frente  a un ventanal, la noche, sus recuerdos, el mundo ripiado, la soledad trivial, la nuez que no se desviste, sino ante así misma.
    Se reciclan los días, la información, los pobres hechos repetidos en papel de calco, la somnolencia de la institucionalidad global, el error se cruza de rodillas y no está pidiendo perdón, ni excusas, sino es una manera de cruzarse de brazos ante lo que considera inevitable en la especia. La muerte comienza enseñando sus pantorrillas en estos textos, pero silenciosa, segura, poderosa, se asegura de  un sitio para sus muertos, con esa notable capacidad de anfitriona que sostiene  a lo largo de la vida.
    Hay muchas maneras, a través de la verdad, de retratar  el tiempo que nos ha tocado vivir. SB usa una  retórica personal. Se sienta  a la mesa de disección con sus colores, olores, todos los sentidos, y el de la calle. Le arranca el músculo al verbo. Todo en una jaula para volar. Se respira más la libertad cuando no se tiene. La audacia está en la convocatoria de sus palabras,  en lo que no dijo por innecesario, en el limbo dorado de un verbo sobre un andamio móvil.
    Está la ruina sobre lo construido en estas páginas de Nuestro Tiempo, el futuro en cenizas, la esperanza en río que siempre corre y desova un nuevo pez. La muerte solo  teme, se arrodilla ante la esperanza, y en los textos de SB está esa clarinada oculta detrás del espejo, en la arena de una extensa playa, que es camino ante un horizonte sin límites. Es mejor leer las crónicas de Silvia Banfield, ellas hablan por nosotros.
    Algunos gobernantes siguen creyendo que el pueblo es la gran bestia, además indomable, impredecible, pero olvidan que es la verdadera conciencia crítica de la especie y su seguro de vida. SB  se inclina por escuchar esa voz subterránea, callada, gigante de las grandes mayorías. Debate con su Editor, conversa, dialoga con el lector, sobre estos temas. Para el público  latino y anglo, más allá de las fronteras invernales, ventilar estos temas con la verdad en la mano en el verano Sur y sus múltiples opciones, es una manera de consolidar la democracia, ser libres, y participar en al construcción de un mundo nuevo más justo, participativo y solidario.

 

Rolando Gabrielli

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