Hace ya diez años, cuando -según algunos- era un irresponsable y un rebelde
(gracias a Dios no he dejado de serlo, al menos lo segundo) me desempeñaba como
voluntario de Greenpeace trabajando codo a codo con el cineasta y ecologísta Juan
Schröder, a la sazón director de la Campaña
Nuclear por América Latina de dicha ONG. Veníamos viajando desde 1992
realizando documentales sobre cuestiones específicas derivadas del flagelo
nuclear. Así filmamos ATUCHA, UNA GRAVE AMENAZA y MALARGÜE, UN LEGADO NUCLEAR,
dos documentales que denuncian sin peros y sin comas la MENTIRA nuclear que se
desarrolló en nuestro bendito país. Además, y lo que considero más
importante, el PELIGRO de contaminación que aún está latente -y cada día más-
respecto a las centrales en uso y, lo que siempre se guarda debajo de la
alfombra, los RESIDUOS de la fisión nuclear, esos que nunca se sabe donde están
pero que ESTÁN.
Inmersos en esa tarea nos llega a través de Juan una
denuncia sobre la existencia de varios casos, entre ellos una muerte, de gente
que "habría" enterrado residuos nucleares en una localidad de la
provincia de Santiago del Estero llamada Estación
Argentina. La denuncia en forma de carta provenía de un profesor de escuela
secundaria que, a su vez, coordinaba un pequeño pero luchador grupo por la
defensa del medio ambiente en la provincia. Este buen hombre se había enterado
del fallecimiento de un obrero y de las enfermedades que sufrían varios más,
todos coincidentemente operarios que habían participado en la descarga de los
supuestos residuos.
Hasta aquí, todo normal para nosotros. Podría tratarse de
un descubrimiento trascendental para nuestra respectiva investigación, dado que
la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) venía negando
repetidamente nuestras denuncias sobre el mal tratamiento de los residuos
retirados de los reactores y su disposición final. Disposición de la que no
"disponíamos" de información concreta, salvo el "anzuelo"
puesto en Gastre, provincia del Chubut, o las Salinas Grandes en San Juan, o el
mismísimo Malargüe, lugar donde sí pudimos fotografiar y filmar los
tambores... pero que nunca pudimos corroborar fehacientemente merced a la
actitud "defensiva" de los derechos argentinos por parte de la
Gendarmería Nacional, entidad que cuidaba con personal armado las instalaciones
de la vieja planta de tratamiento por ácido sulfúrico de uranio para la
fabricación del combustible nuclear y que había sido abandonada por la CNEA
desde hacía varios años por su irrentabilidad. Lo cierto es que nuestra lucha
por obtener información preocupó, incluso, a la SIDE, que nos siguió en un
bello y "llamativo" vehículo verde oscuro hasta la provincia de
Mendoza y nos "acompañó" los días que estuvimos filmando.
Bueno... no quiero desviarme. Esto será motivo de otra nota
"recordatoria"...
Sigamos en Argentina...
Juan Schröder se puso en contacto con este profesor y la
situación no ameritaba otra cosa que viajar hacia Santiago del Estero y
corroborar los hechos. Así lo hicimos a bordo de mi combi MAZDA COACH, la que
después de este viaje quedó fundida por el excesivo calor que pasamos todos, y
que su motor no resistió.
Mientras nosotros viajábamos, el profesor se hizo cargo de
convocar a los renuentes y tímidos obreros que aún quedaban de ese
enterramiento, los que participaron de varios reportajes en los que
testimoniaron su odisea.
Una vez en el sitio, comprobamos que se trataba de una vieja
estación del ferrocarril abandonada hacía varios años y a cuyo alrededor aún
vivían (si así se le puede decir) menos de 200 personas repartidas en pocas
familias. Dadas las características del lugar, con extrema amplitud térmica
(es pleno desierto) los niños concurrían a una nueva escuela construida no
hacia mucho tiempo, dado que la anterior se encontraba en pésimas condiciones
edilicias. A este buen amigo -el profesor-, de cuyo nombre lamentablemente no
tengo el recuerdo, le habían llegado noticias de las contínuas descomposturas
que los niños sufrían las que, según los médicos, provenían de la ingesta
de agua "probablemente" contaminada. Por las características de los
referidos malestares dedujimos que se trataba de una contaminación grave por
residuos tóxicos nucleares. Pero nos equivocamos.
En la conversación con los protagonistas, nos enteramos que
habían sido convocados para hacer un pozo gigantesco y enterrar el contenido de
varios vagones tolva, en cuyo interior se transportaba una "sustancia
con un olor espantoso y que impedía respirar", según lo dicho por uno
de ellos. Por su parte, el profesor había llevado a cabo una extracción
personal y posterior análisis de una muestra, y el resultado era GAMEXANE en
estado puro, o sea, PASTA BÁSICA.
La conclusión caía de madura: se había filtrado el tóxico
en la napa, debido a las características del terreno, y esa agua había sido
bebida por los niños de la escuela, quienes venían sufriendo malestares gastro
intestinales, así como cefaleas, pérdida de visión, y un horroroso etcétera.
Convinimos con los obreros en desenterrar al menos una bolsa
de las cientos que confesaban haber enterrado. Así fue como nos encontramos con
un hallazgo estremecedor. Según los cálculos, se trataba de 30 TONELADAS de
dicha pasta básica de Gamexane la que, por órdenes de la jefatura Tucumán del
Ferrocarril Belgrano,
debían ser enterradas en "su" estación.
Insoportable...
Comenzamos en desentierro y debo
confesar que no se podía respirar a favor del viento. A pesar de los barbijos y
el uso de guantes, la irritación en la garganta y las manos era imposible de
evitar. Al cabo de una hora, extrajimos una bolsa completa de un compuesto
pastoso color azul, que coincidimos era parte del cargamento mayor. La guardamos
utilizando 15 bolsas de residuos tipo consorcio, y aún el olor era
insoportable. Incluso, en el viaje de regreso a Buenos Aires, debimos abrir
todas las ventanillas de la combi, incluso el portón trasero, y a pesar de eso,
el ambiente era irrespirable.
Mientras tanto, en el pueblo éramos
observados a la distancia, incluso por la policía, pero nadie intervino. Creo
que en el fondo todos estaban agradecidos de nuestra intromisión. Pero no podíamos
irnos sin otro tipo de pruebas. Así irrumpimos llenos de bronca por lo hallado
en el edificio de la estación, rompimos un candado viejo y oxidado y nos
introdujimos en la oficina del jefe. Parecía una película de terror: telarañas
y tierra por todos lados. Encontramos el libro de porte y pacientemente
investigamos fechas probables. Y "eureka"... ¡¡apareció el dato!!
Todo estaba "inocentemente"
registrado en el libro. Fechas, transbordos, etcétera. El tren había partido
primitivamente de Lima, localidad de la provincia de Buenos Aires, y había
estado deambulando por las vías por más de dos años, siendo continuamente
enganchados y desenganchados los vagones tolva infinidad de veces, hasta que la
decisión fue tomada: volcarlos en una estación abandonada en medio de un
desierto. Sin contar que los mismos obreros confesaron haber visto tambores
azules tirados a los costados de la vía en el trayecto a Tucumán. Sin
palabras.
Luego de haber cometido ambos
"delitos" -romper el candado y llevarnos la hoja de porte del libro-
nos fuimos del lugar cuando era casi de noche.
Una vez llegados a Buenos Aires, el
material fue trasladado a la Facultad de Química de la Universidad de la Plata,
donde fue corroborado todo lo anteriormente analizado. Y así comenzó una causa
judicial contra Ciba Geigy, empresa responsable de la fabricación de Gamexane,
de la que supimos con el tiempo, surgieron indemnizaciones hacia los obreros
damnificados y las familias de los fallecidos.
Nosotros habíamos cumplido con una
etapa: descubrir y denunciar. Ahora le tocaba al Estado hacerse cargo.
Publicado en octubre de 2003
"Un cargamento de residuos tóxicos
extraídos de una localidad de Santiago del Estero fue finalmente cargado anoche
en un buque de gran porte que lo trasladará a Alemania, para su tratamiento
definitivo y disposición final. La exportación de estos residuos, mezcla de
plaguicidas orgánicos clorados con preeminencia de lindano y DDT, fue acordada
por convenio entre la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la
Nación y la Cámara de la Industria Química y Petroquímica. De este modo, las
30 toneladas de gamexane, enterradas clandestinamente hace más de una década
en la localidad Argentina, junto a 170 toneladas de tierra contaminadas, serán
tratadas e incineradas por la empresa Sava
en la ciudad alemana de Brunsbuttel. El embarque fue supervisado por el
ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, bajo cuya órbita se
encuentra la Secretaría de Ambiente. "Todavía
no se sabe quién dejó el producto enterrado, pero lo más importante es que
los argentinos estamos eliminando esta especie de tumor que había bajo la
tierra con productos altamente contaminantes", dijo González García a
LA NACION. La Secretaría de Ambiente informó que la operación no representó
un gasto para el Estado, ya que corrió por cuenta de la empresa Tredi
New Zealand Ltda. y el tratamiento e incineración estará cargo de la
empresa Sava. Los diez contenedores con residuos llegarán al puerto de Hamburgo
y, luego, serán transportados por 100 kilómetros hasta llegar a la ciudad de
Brunsbuttel para su disposición final. "Una
vez finalizado el proceso la empresa debe enviar a la Secretaría el certificado
de destrucción final para que se deje constancia de que el problema ha
desaparecido", agregó uno de los técnicos encargados del proceso.
Este tipo de gamexane, cuya fabricación y venta habían sido prohibidas en el
país, pertenecería a una firma que, utilizando un tren carguero, lo retiró de
un depósito en Las Palmas, en la zona de Zárate, Buenos Aires, y lo envió al
Norte para luego depositarlo en terrenos de Estación Argentina, de la localidad
homónima, del ferrocarril Mitre, bajo un supuesto etiquetado como cargamento de
alimento balanceado para aves."
"Según un comunicado de la
Secretaría de Medio Ambiente, del Ministerio de Salud, los
30.000 kilos fueron considerados "el
depósito tóxico más grande de América del Sur y uno de los 50 más
importantes del mundo".
Imborrable...
Por mi parte, todavía recuerdo lo
traumático que fue todo lo ocurrido. Ver esa gente humilde desamparada y
enferma por la hijaputez de unos cuantos cómplices de las multinacionales,
empresas a las que les importa un bledo la salud de nadie mientras le cierre el
negocio fue una imagen imborrable para mí. Mientras golpeábamos el candado
para abrir la estación yo pensaba que alguien se alertaría y vendría. Eso no
ocurrió. Y lo más anecdótico, no nos dimos cuenta que enfrente de la estación,
por el otro lado respecto al que estábamos golpeando, se encontraba la comisaría
del lugar. Cuando nos fuimos, los dos policías nos saludaron con un gesto de
afecto. Fueron nuestros abnegados cómplices...
Increíble...
Pero aquí no termina la historia.
Nuestro trabajo aún no ha llegado a su
fin. ¿Y sabe por qué? Porque nos hemos enterado que los residuos aún se
encuentran en el puerto de Buenos Aires esperando viajar a Alemania...(...)...
Ahora nos toca averiguar si es verdad...
Paradójicamente, el pueblo donde ocurrió
este enterramiento se llama igual que nuestro país (ARGENTINA) y está visto
que todavía se sigue "enterrando" todo, inclusive la información.
En fin... aquí vamos otra vez...
Julio
Archet