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¿LA MALDICIÓN DE UN POETA?

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EL CIGARRILLO MATA
EL CIGARRILLO MATA

   La ciencia ha demostrado que el consumo del cigarrillo es mortalmente riesgoso. Las pruebas que el humo con nicotina mata, son de una evidencia envidiable. Consumirlo es un acto suicida, romperse los pulmones a pedazos y quedar sin aire por pausas. El fumador mira con aire distraído su propio cadáver y no le conmueve.
  
Piensa que es un caso ganado a pulso, el fantasma que lo recoge y lleva hacia un nuevo umbral.
  
La esposa  del hijo de un conocido escritor chileno, me contó en una oportunidad que el marido le dijo: voy a la esquina a comprar una caja de cigarrillos y vuelvo. hace más de cuarenta años que no se sabe ni del humo del personaje. Nunca retornó.
  
El papá de una amiga en Sud África, un pescador portugués, en la plenitud de la vida, salió una noche a comprar cigarrillos y murió atravesado por un arma cortante en la noche negra africana. pareciera que el cigarrillo mata de muchas maneras. Es más que humo en doble sentido.
  
La sociedad del siglo XX está en guerra contra el cigarrillo. Se prohibe fumar, es el máximo eslogan en los sitios públicos, escuelas, oficinas, restaurantes. Es dramático ver a los fumadores en los baños, rincones apartados, tímidamente, como usuarios empedernidos d  la muerte. Es un cuadro tóxico.
  
En los pasillos, de pronto, agachados, de espalda, encienden  un cigarrillo y aspiran su propia muerte y consumen la devastadora nicotina. Es una atmósfera distinta, un enorme olvido de si mismo, esa feroz ausencia del futuro.
  
La publicidad para consumir tabaco sigue, aunque restringida a los avisos de advertencia, que el  consumo del cigarrillo mata. El enigmático y atractivo cilindro blanco, se sigue consumiendo a pesar de las campañas y de los resultados de quienes optan por aspirarlo diariamente.
    Se muere lentamente, abruptamente, se apagan los pulmones, la vida cae a pedazos en amarillo, gris, y finalmente se vomita el cuerpo, el cadáver en una cama yace silencioso, único, irrepetible. La ventana permanece inmóvil, la familia recogerá los huesos.



PD DE UN EPILOGO


   La historia, amigo lector, se repite. Nada más terca que la piedra que el hombre tropieza una  y mil veces. Mi intención no era describir la  vida y muerte del humo en un par de pulmones. Es una historia conocida. Su desenlace es el cadáver. Un final mortal. Los fumadores parecieran decirnos, la muerte no es un aprendizaje, se vive. Es una especie de hábitat personal: La casa del humo. Mi intención era referirme a la mortal noticia, escrita por y a consecuencia del cigarrillo.
  
Gustavo Andrés Parra Parra, 20 años, chileno de Valdivia, la ciudad del río Calle Calle, fue víctima fatal del absurdo. Encontró la muerte, en el sector de la Avenida Rubén Darío, por negarse a regalar un cigarrillo.

 

Rolando Gabrielli

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