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CUANDO SE ESCAPA LA TORTUGA

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EL VERNÁCULO PERIODISMO VERGONZOSO
EL VERNÁCULO PERIODISMO VERGONZOSO

CUANDO SE ESCAPA LA TORTUGA

-Armando, si seguís diciendo eso te van a criticar.
- ¿Quiénes?
- Los periodistas.
- ¿Los periodistas? Pero si esos le toman la leche al gato y se les escapa la tortuga…

 

                                          Armando Zamarbide, en ¿Cuál es? (Rock & Pop)

    El citado Armando Zamarbide no es otro que un logrado clon de Diego Armando Maradona, quien luego de algún comentario de unos supuestos periodistas deportivos se despacha contra todo. Pero la andanada verbal siempre comienza con la mencionada alusión a los hombres de prensa, que en muchas ocasiones no pueden evitar (o a veces, directamente no quieren) la fuga del quelonio. Sí, el animalito también se hace humo. No corriendo a la velocidad de un atleta olímpico, sino que se mimetiza con el entorno y es muy difícil hallarlo.
   
“A días de cumplir dos años en el poder, Néstor Kirchner fue entrevistado por periodistas de Clarín. En el despacho presidencial de la Casa Rosada habló durante una hora y cuarenta minutos”. Los entrevistadores fueron Eduardo van der Kooy, Daniel Fernández Canedo, Eduardo Alucino y Fernando González. Durante el reportaje, que ilustra la primera página del aludido matutino, el presidente de la Nación fue inquirido acerca de la marcha de la economía, los logros de su gestión, las discusiones con Lavagna y la necesidad de un sistema presidencialista fuerte. Pero no hubo ninguna alusión a los fondos pirados de Santa Cruz, a los presos por luchar y al estricto control cuasi policial de los medios de comunicación. Se les piró la tortuga, y se hicieron los "disimulados".
   
Un grupo de diputados duhaldistas está pidiendo el juicio político al gobernador bonaerense Felipe Solá, haciendo caso omiso que el propio quelonio emprendió la retirada cuando los familiares de las víctimas del Puente Pueyrredón comenzaron a reclamar la comparecencia del ex presidente Duhalde en el juicio de marras.
   
Samir Chabán, primo del aún encarcelado en Marcos Paz Omar, endilga toda la responsabilidad de la masacre de Once a los integrantes de Callejeros. Mira para otro lado cuando la tortuga pone las patitas en polvorosa, omitiendo la flagrante responsabilidad del gobierno porteño, del empresario supuesto payaso y de la Federal y mete bajo la alfombra sus profusos contactos políticos.
   
Susana Rueda, la única mujer del triunvirato cegetista, alertó sobre los riesgos de una posible ruptura en la cúpula del movimiento obrero organizado. Pero se le escapa el quelonio al no tener en cuenta que la CGT es una central sindical –por traidición- que oscila entre una aparente oposición al gobierno y la real defensa de los intereses de los trabajadores. En medio de tanto penduleo, la tortuga se tomó las de Villadiego.


Buscando al quelonio


   
Cuando se pierde un perro, los atribulados dueños despliegan una batería de cartelitos que pegan en muros y árboles para que, si alguien pudo verlo, se comunique directamente con ellos. Pero cuando ocurre lo mismo con un quelonio, esto no ocurre. Porque al periodista, político, sindicalista o empresario que le suceda, ni por asomo gastará energía en salir a hallarlo.
   
Pues comúmenmente otro es quien lo encuentra, casi siempre un alma bastante molesta que se dedica a puntualizar que al sujeto que se le perdió en realidad se hizo el otario.
   
Pero no sólo en los ámbitos puntualizados arriba acontecen esta clase de huidas. También ocurre en el deportivo, más concretamente en el terreno futbolístico. 
   
En el universo del balompié, en contadas ocasiones se habla de más. Antes, durante y después de un partido, jugadores, técnicos, barras bravas, espectadores parlan hasta por los codos. Y muchas veces, emiten declaraciones poco felices. “Es normal sentir bronca en el momento, pero uno entiende que esto fue para no agravar la lesión y que después no tenga que pederme otros partidos”, declaró luego de la derrota de River 2 a 1 frente a Boca Juniors, el DT millonario Leonardo Astrada. Y precisamente, a él los hinchas lo eligieron como cabeza de turco para descargar su impotencia y paliar la desazón. Pero se les escapó la tortuga a los iracundos, al no tener en cuenta que en el deporte rey no hace falta jugar un poco mejor que el contrario, sino ser preciso a la hora de enfrentar el arco y saber meterla adentro.
   
El quelonio no es velocista, sino cuando se manda por ahí es casi siempre con el consentimiento de un tercero. Entonces, siempre tiene que existir alguien que señale con un dedito cuando esto acontece. De lo contrario, el jardín de infantes de los pinguinos felices va a rebalsar de una superproducción de esos simpáticos animalitos, y se alterará considerablemente el equilibrio ecológico.

Fernando Paolella

 

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