Todo podría ser así, como se ve, y no habría ningún problema: a las once de la mañana del miércoles más frío del año, en la denominada zona primaria de la Aduana de Campana, justo en el puerto sobre el río Paraná, grúas como brazos mecánicos interminables arrastran tubos de aluminio que viajarán a Europa. Varios camiones entran y salen cargados con contenedores que van y vienen de alguna parte y un guardia privado prohíbe el paso hacia sectores restringidos. No hay mucho más: prefectos que fuman en la puerta de alguna garita, estibadores curtidos, ruidos que parecen los sonidos del progreso y una quietud que señala que todo lo que se percibe podría ser así de normal. Pero en la Argentina nada es así de normal.

La DEA, la SIDE, la Gendarmería y la Prefectura (es llamativo que tantas fuerzas de seguridad estén en total acuerdo) creen que desde el 2002 en adelante, a través de la Aduana de Campana, la segunda de mayor recaudación impositiva del país, salieron varias toneladas de cocaína hacia Europa. Algunas fuentes arriesgan la cifra de 9.700 kilos de droga "exportada" y hablan de un colador con agujeros enormes o de una franja de la llamada frontera húmeda que carece de todo control: Noticias confirmó que hay un solo perro labrador para requisar toda la mercadería que se despacha en 14 terminales portuarias, a lo largo de una franja costera de 30 kilómetros. Pero ese perro es todavía un cachorro.

A esa batería de sospechas la refuerzan una serie de casos que ocurrieron en la región y que tuvieron su pico hace dos semanas con la denominada "Operación Carbón Blanco": 1.050 kilos de cocaína boliviana que cruzaron la Argentina sin mayores inconvenientes, se camuflaron entre bolsas de carbón vegetal en la terminal Las Palmas, cerca de Zárate, y zarparon hacia España, donde la guardia civil, finalmente, decomisó la droga.

¿Por qué el ministro del Interior, Aníbal Fernández, declaró días atrás que "es una liviandad decir que Campana es una zona liberada para la droga", cuando los hechos y varias denuncias –incluso una de un juez federal- indican lo contrario? ¿Qué responsabilidad tiene la Dirección Nacional de Aduanas en toda esta situación? ¿Por qué el Gobierno actuó con aparente dureza en el caso SW –descabezando a buena parte de la cúpula de la Policía Aeronáutica– y, sin embargo, ante este tema, se muestra indiferente?

Tres policías aduaneros que pidieron reservas de sus nombres por razones de seguridad confirmaron que la mayoría de las incautaciones de cocaína que se produjeron entre abril y junio tenían como destino final la zona portuaria de Zárate–Campana. Los cuatro agentes federales que venían desde Salta y que fueron detenidos después de volcar con un auto en el que llevaban 116 kilos de droga, viajaban hacia allí. El camión de mudanzas que ocultaba entre los muebles 311 kilos de cocaína pura y que fue detenido a la altura Luján también tenía al final de su derrotero algún puerto sobre el Paraná de las Palmas. Igual que otro camión que a principios de junio fue detenido en Zárate por la Gendarmería y que transportaba, entre ruedas para tractores, 103 kilos de polvo peruano. Demasiados indicios, demasiadas pruebas todas juntas, y nada: aunque, por lo bajo, varias voces encienden una luz de alerta, nadie toma medidas concretas sobre el tema. Y la Argentina, según dice el Departamento de Estado de los Estados Unidos, se consolida como país de tránsito en la ruta de la droga hacia Europa.

Organigrama. La Aduana es un organismo de recaudación y control dependiente de la AFIP que dirige Alberto Abad. El Director Nacional de Aduanas es Ricardo Echegaray. Echegaray vino del sur, como tantos otros, y asumió en su puesto aún estando mencionado en una causa por contrabando relacionada con la pesquera Conarpesa, cuyos dueños españoles son amigos del Presidente. Como abogado, defendió a Rudy Ulloa, el ex chofer de Néstor Kirchner, en una causa por supuesto narcotráfico en el sur que no prosperó. Y fue cuestionado con dureza durante el escándalo de las valijas voladoras de SW. Está mencionado en el expediente, desde ya, y la Justicia todavía no define si le cabe alguna responsabilidad dentro de la cadena de complicidades que permitió que los aviones salieran hacia Europa con 56 kilos de cocaína.

De Echegaray dependen las seis grandes regiones aduaneras de la Argentina: La Plata, Córdoba, Posadas, Comodoro Rivadavia, Mendoza y Rosario. Echegaray, por lo tanto, debería explicar qué pasa. Pero se llama a silencio.

Y en vez de aclarar, firma algunos ascensos. Cuando se supo que una tonelada de droga había llegado a España sorteando todos los controles aduaneros posibles, Echegaray no pidió explicaciones a quien por entonces era el Director de la Subregión La Plata (de la que depende Campana), Tristán Conde, sino que lo premió: desde principios de julio, Conde es Subdirector de Operaciones Aduaneras del Interior. Ahora, de él dependen las seis subregiones y las 52 aduanas de la Argentina.

Y también depende de él Carlos Monzó, el director actual de la Aduana de Campana, que no quiso hablar con NOTICIAS. "Prefiero evitar comentarios ya que no tengo una orden oficial de mis superiores –dijo el funcionario–. Le puedo decir que la Aduana ha investigado como se debe, pero sepa comprenderme, prefiero no hablar por ahora. Llámeme la semana que viene".

Policías. En "El Amador", un bar del puerto de Buenos Aires, hay, sin embargo, tres agentes de la policía aduanera que sí aceptan conversar en “off the record”. Conocen en detalle cómo funciona el contrabando en la zona de Campana. "Es muy simple: ¿Por qué Campana y no Buenos Aires? Porque en Campana los narcos tienen que sobornar a dos y acá, en cambio, a cien", arranca uno de ellos y el otro, entre volutas de humo de cigarrillo negro y sorbos de café más negro todavía, se pone didáctico: "La Aduana funciona las 24 horas del día porque cada buque paga por hora su estadía. O sea que nadie puede perder tiempo. La zona, por lo tanto, queda sin vigilancia después de las horas de actividad habitual. O sea que fuera del servicio diurno, la única seguridad existente es la privada que contratan las mismas terminales. Durante la noche puede pasar cualquier cosa".

"De hecho –agrega el tercero- muchos de los agentes aduaneros y de los despachantes, directamente, firman las cargas y los despachos sin ir al lugar: trabajan durmiendo porque todo se hace de madrugada. Entonces se desentienden: el tema de la droga es igual que cualquier otra carga. El trabajo duro es esconderla, pero una vez que lo logran, sacarla es demasiado fácil".

"Pero hay otro punto grande: el contrabando de electrónica, de telas, de petróleo, de cigarrillos. Yo creo que Abad ni se imagina todo esto porque nadie se lo dice. La Aduana de Campana opera un volumen de dinero de 70 mil millones de dólares al año. Y otra cosa: la Aduana es una caja histórica del poder político. Así se entiende por qué hay un hombre del Presidente como Echegaray dirigiendo todo".

Los policías hacen memoria: "Repasemos todo lo que pasó en esta Aduana: en 1994, en la época de Cavallo, se pagaron reembolsos millonarios por una exportación de cemento que nunca existió. Entre el 2003 y el 2004 estalló el escándalo de Esso y Rhasa, una evasión de más de 30 millones de dólares que terminó con varios funcionarios procesados. Y ahora tenemos el problema de la droga. La Aduana funciona como un cartel de droga y de muchas cosas más. La semana pasada entraron dos contenedores por un valor declarado de 3.000 dólares cada uno. Cuando los abrimos, había productos de electrónica por 500 mil".

Los tres policías hablan uno encima del otro y se pelean por enumerar casos. La lista crece: hace un mes, en Basavilbaso, Entre Ríos, El Gran Capitán, ese tren pintoresco que le inyecta vida al litoral, fue detenido con un vagón repleto de cigarrillos. Se cree que planeaban descargar en Campana. En mayo, una barcaza que venía bajando desde Misiones, cargada también con cigarrillos, se le escapó a la policía aduanera cuando estaba llegando a su jurisdicción, pero finalmente fue apresada del lado uruguayo.
Noticias: Parece que tienen problemas para detener a muchos contrabandistas. ¿Por qué tantos casos se resuelven fuera de jurisdicción?

Policías (casi a coro): Porque hay un juez que de alguna manera pone trabas para las detenciones: el juez federal de Zárate-Campana, Federico Faggionato Márquez.

Historia de un magistrado. Federico Faggionato Márquez es un hombre joven, pero es además un hombre en el ojo del huracán. Fue Apoderado de Asuntos Judiciales de la Cámara de Diputados en los años ’90 y es actualmente coordinador de la carrera de abogacía de la Universidad Nacional de La Matanza. Tiene 40 años y llegó al juzgado federal de Zárate-Campana el 1 de noviembre del 2001. Acaba de pedir custodia para él y su familia (ver entrevista).

Los problemas comenzaron en marzo de este año, luego de la declaración de un testigo de identidad reservada que lo señaló como presunto líder de una red mafiosa (integrada, entre otros, por comisarios de la Policía Bonaerense) dedicada a la extorsión, al contrabando de cigarrillos y a la protección de narcotraficantes. El testigo de identidad reservada denunció, entre otras cosas, que en varias ocasiones personal de la Policía Aduanera habría detectado operaciones de contrabando y apresado a varios individuos, pero que recibieron llamados del juzgado con la supuesta orden de que dejaran ir a esas personas porque no estaban cometiendo delito alguno. "Nos pasamos todo el Día de la Madre monitoreando un cargamento en la terminal Zárate hasta que finalmente, cuando planeábamos actuar, se nos pidió que nos fuéramos de la zona, bajo amenaza de detenernos por desacato a la autoridad", aseguran los agentes en el bar "El Amador".

En marzo, Faggionato ordenó el arresto y procesamiento de tres policías de la División Narcotráfico de Zárate-Campana que habían sido asignados para la investigación de un presunto narcotraficante que operaba a través de la Aduana. El Inspector Gustavo Peña, el capitán Edgardo Damato y el teniente Héctor Martínez fueron acusados de asociación ilícita, cohecho y no persecución de delincuentes, entre otros delitos. Pero en la última semana, sin embargo, esos tres hombres fueron sobreseídos. "Faggionato los mandó presos porque esos tipos lo terminaron investigando a él", afirma una fuente de la Justicia local. Pero Faggionato, a quien se lo vincula con Darío Riccharte –número dos en la SIDE de la Alianza- y el senador de Morón, Horacio Román, dice lo contrario: que él es en realidad un tábano que viene a molestar en un sistema aceitado y perverso que funciona alrededor de la Aduana de Campana y que tiene al narcotráfico como actividad principal. Demasiado laberinto para un tema sensible: las fronteras argentinas son tierra de nadie y el delito parece estar más sólido que cualquier carga que se exporte legalmente.

En el puerto. ¿Quiénes deben controlar los despachos diarios de la Aduana? En las oficinas de la sede de la Prefectura de Campana, junto al puerto, el frío es menos impiadoso y los mates reconfortan un poco. El que habla, mientras tanto, es el Prefecto Mayor Juan Falco: "Es sencillo. La Prefectura tiene poder de policía, pero sólo respecto de la navegación y de la seguridad de los barcos. Prefectura no puede tocar un contenedor, a menos que exista una fuerte sospecha de que allí hay un elemento dudoso, claro. Es la Aduana, sin embargo, la que tiene el poder de policía respecto de la carga", dice el prefecto, y no hay mucho más que preguntar.

Ahora, la noche va cayendo encima de un cielo colorado y el río es tranquilidad y las máquinas siguen sonando. El frío lastima de nuevo y el puerto va quedando desierto como quedan los puertos cuando se acaba el día: vacíos pero no por eso inactivos. El trabajo, en todo caso, será silencioso y sin sobresaltos. Después de todo, nadie espera visitas inesperadas.