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Declaraciones que tiran abajo historia oficial

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Juan Carlos Alvarez, ex empleado de MANLIBA, es en si mismo la prueba de la falacia monumental sobre la que se erige toda la causa AMIA: la supuesta existencia de una camioneta bomba con conductor suicida. Dicha camioneta no existió, por una sencilla razón: el señor Alvarez se encontraba charlando en la vereda de enfrente con el portero del edificio Tito Diaz -que murió en el atentado-, y si la camioneta hubiera doblado por la calle Tucumán a toda velocidad para clavarse, como dice la historia oficial, sencillamente debería haberle pasado por encima.

 

De no haberle pasado por encima, le hubiera pasado por el costado y es obvio que Alvarez tendría que haberla visto. Y no sólo eso, sino que también debería haber salido corriendo para que no lo matara. Nada esto ocurrió y, a pesar de ello, el juez Galeano no mostró gana alguna de interrogarlo.

Alvarez se encuentra hoy con secuelas terribles del atentado y sin la asistencia médica que correspondería. Lo apretaron tanto cuando fue a declarar la primera vez, que se intentó cortar el cuello ante la presión de la policía y de quienes lo estaban apretando ahí.

Nadie quiere escuchar lo que dice, porque en su testimonio tira abajo toda esta causa armada sobre un cúmulo de mentiras.

En todos los países en que se comenten atentados con coches bombas, y cualquiera lo puede ver por Internet, los coches bombas se ven perfectamente, es decir pedazos grandes del coche bomba, en el atentado más grande que se hizo en Beirut, en 1982 , lo hizo alguien a quién la CIA acusó falsamente de estar en esto, un tal Imad Mugniyeh, que fue contra el cuartel general de marines, en que murieron muchísimos soldados. En ese atentado se usaron 3000 kilos de explosivos, 10 veces más que en la AMIA y se puede ver en las fotos el piso completo del auto, y los dos ejes del camión que era un Ford. También se ven las puntas de los ejes donde iban las ruedas, todo el mundo podía darse cuenta que se habían utilizado coches bombas. En cambio, en los dos atentados que se hicieron en la Argentina no hubo rastros. Valga recordar que en la embajada de Israel habían pasado dos días del atentado y el entonces ministro del Interior Jose Luis Manzano dijo que había sido un Ford Falcon no una Ford F100, que nadie había visto ni por casualidad. Y en el juicio por la AMIA se demostró que, a pesar de la proliferación de falsos testigos, tampoco nadie vio la Traffic.


La entrevista

"Nadie me quiere escuchar porque mis declaraciones no coinciden con la historia oficial, es decir con la existencia de un coche bomba que se clavó en la AMIA", dijo Juan Carlos Alvarez, que barría en la zona de la mutual judía, al romper el silencio en declaraciones exclusivas al programa El Reloj, que se emite los domingos de 10 a 13 por 88.3 FM Urbana.

Alvarez, que en el atentado sufrió múltiples heridas que lo mantuvieron internado en el Hospital de Clínicas más de un año, contó que el 18 de julio de 1994 " trabajé como todos los días desde las 6 a las dos de la tarde, y retomé el recorrido que me llevó a la AMIA, cuando llegué me puse a hablar con el portero, que ahora me entero que se llama Díaz, le pregunté la hora y me dijo que eran las diez menos cinco". ... " al rato me cruce frente al portón del edificio de la AMIA, miré bien para todos lados por precaución para que no me atropellara nadie, me puse al lado del volquete que me llamó la atención que estaba vacío y cuando tiré papeles en su interior empecé a sentir un terrible dolor y a ver todo en cámara lenta..." siguió diciendo en medio de una emoción que lo llevó rápidamente al llanto en la entrevista radial realizada por Gustavo Pirich y Patricia Diaz.

En la mesa estaba también presente como invitado el periodista e investigador, autor del libro AMIA : EL ATENTADO, Juan Salinas, para quién "Alvarez es en si mismo la prueba de la falacia monumental sobre la que se erige toda la causa, que es la existencia de una camioneta bomba, con conductor suicida, que no existió por la sencilla razón de que si hubiera existido él la hubiese visto, o lo hubiese atropellado o tendría que haber salido corriendo para que no lo matara..." "...por supuesto que nada de esto ocurrió y el juez Galeano no mostró ninguna intención de interrogarlo..." "...y fueron tan rudo y lo maltrataron tanto la primera vez que lo citaron, a este hombre que con justa razón está tan angustiado, porque todavía tiene secuelas terribles del atentado y además está sin la asistencia médica que correspondería, que cuando fue a declarar, el que es una de las víctimas intentó cortarse el cuello, con lo que tuvo que declarar mucho tiempo después..."

"...es decir que nadie quiere escuchar lo que dice, porque con su testimonio tira abajo esta causa construida sobre un cúmulo de mentiras..." denunció Salinas.

Sobre el final de la nota Alvarez dijo que está atravesando una situación económica terrible, que le cortaron el gas y el teléfono, que vive en una casa que le alquila el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con quién mantiene una deuda por impuestos impagos, y también que después del atentado Franco Macri el dueño de MANLIBA, la empresa en la que trabajaba, de su puño y letra le firmó un compromiso a través de la Fundación Jorge Macri en el que le comunican que "han decidido contribuir con la educación de sus hijos, asignándole a cada uno de ellos un monto anual de $ 1.000 (mil pesos), mientras cursen sus estudios de preescolaridad, primarios y secundarios", dice el papel que fechado el 29 de julio de 1994 el empresario le hiciera llegar y que hoy Alvarez nos muestra dejando en claro que nunca recibió la ayuda prometida por los Macri.

 

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