El allanamiento a la administración
de Télam, hace tres meses por orden de la jueza federal María
Romilda Servini de Cubría, permitió que agentes de la División
Defraudaciones y Estafas incautaran dos expedientes de órdenes de
publicidad con presuntas irregularidades.
La versión nunca pudo ser desmentida por Alberto Dearriba ni su ayudante
Felipe Yapur. Es una causa iniciada en un organismo de controlar del
Estado.
Ahora se sabe algo más de esta investigación. Lo que fue detectado es
una “modalidad” por la cual quien hasta hace unos días fue gerente
general Luis Lázaro, hacía órdenes “cuatrillizas” de ciertas órdenes
de publicidad. El caso concreto que tiene la Justicia es por una orden
de 104 mil pesos que habría sido cuadruplicada. Dios sabrá a qué
bolsillos fueron los más de 300 mil pesos sobrantes. Una maniobra por la
que seguramente todos los involucrados tendrán que responder con sus
respectivos patrimonios personales.
Se conoce también que quienes se negaban a “poner la firma” para
estafar al Estado sufrían malos tratos, difamaciones y amenazas de
despido. Algo similar a lo que hemos soportado en toda la Redacción.
A uno de esos compañeros hasta le fue quitado el cargo de jefe, le
rebajaron 1.500 pesos de sueldo y lo trasladaron de la sección a “contar
bidones de agua” en diciembre 2004. Las presiones sufridas le
trastornaron seriamente su vida personal y familiar. Un caso similar al de
Ana María Bertolini, cuando en 2003 fue desplazada de la jefatura de
Información General.
El próximo viernes 19 el compañero referido fue citado para dar su
testimonio en la Justicia y luego también tendrán que concurrir a rendir
cuentas todos los funcionarios imputados.
La resistencia de personal idóneo a que pasaran estos procedimientos
ilegales, convenció en aquel momento a Dearriba para colocar a cargo de
la división Compras a Omar Rincón, yerno del asesor renunciado César
Calcagno. Creyó que así no habría más sobresaltos para el “sistema
de transparencia”.
Por el contrario, ahora otras irregularidades se habrían verificado en la
gerencia de Planificación y Medios, a cargo de Eduardo Carlos Solari.
Este funcionario acostumbraba refrendar la designación de proveedores en
licitaciones donde se “dibujaban” dos de los tres oferentes que exigen
las normas, para legitimar así al “proveedor amigo”.
Esta “administración de excelencia” que concluyó, mientras realizaba
las adulteraciones administrativas, recordemos que hacía ingresar
“gerentes” con sueldos de 5 y 6 mil pesos y periodistas, en casi todos
los casos, con salarios superiores a los de muchos compañeros con varios
años de antigüedad y salarios congelados. Consideraban idiotas a todos.
Como patrones de estancia, a cambio de esos sueldos, Dearriba-Yapur-Fhürman,
fueron presionando a casi todos esos compañeros nuevos para que sirvieran
a su fracasada política difamatoria, generadora de enconos y de la
división necesaria para quebrar los paros.
En esa tarea sucia, con la ayuda de Yapur, tuvo y tiene un rol destacado
Eduardo Dustchavsk. Insistente como los piojos, llegó a editar 18 cables
un día de paro. Y ahora giró 180 grados y se “pintó la
cara” para “voltear a la Comisión Interna”. No es casual, lo hace
justamente cuando por primera vez, después de dos años está abierta la
posibilidad de una negociación para alcanzar una mejora salarial
digna. Una mejora negada durante los dos años que duró el zafarrancho
“de-arribistas”.
No olvidemos a estas irregularidades, se suman las demandas
judiciales de varios funcionarios del gobierno de la Alianza que, en
conjunto, sumarían cerca de 2,5 millones de pesos.
El directorio renunciado, no hizo un mínimo esfuerzo para negociar
al menos una disminución de ese enorme monto. Por el contrario, con sus
omisiones e incumplimientos judiciales, sólo favorecieron el incremento
de la carga contra Télam.
Por ejemplo, Hugo Muleiro, jefe de Redacción y amigo de Dearriba, tuvo su
punto de mayor creación cuando hizo imprimir un manual de estilo copiado.
Ahora cobrará $440 mil pesos de indemnización. Un despojo similar había
cometido a finales de los ’80 tras su primera jefatura de Redacción,
durante el gobierno de Raúl Alfonsín.
Es ésta una inmoralidad bastante difundida entre estos “periodistas de excelencia” de incorregibles afanes por vivir del esfuerzo ajeno. Lo distinto es que ahora los alcanzó la verdad y la Justicia los corre.
Agrupación "Arturo Jauretche" de Télam