Mauricio Macri habló más como gurú espiritual que como referente de la política. Abusando de pre-armadas frases de autoayuda, el presidente de la Nación decidió brindar una conferencia de prensa en la que respondió puntuales preguntas de curiosos cronistas.

Allí, el mandatario mencionó infinidad de veces la palabra “tormenta”, como una suerte de analogía de la crisis que vive la Argentina.

Es curiosa la elección del término, ya que se trata de un fenómeno temporal, que culmina solo, sin la intervención del ser humano.

¿Realmente cree Macri que vivimos una “tormenta” que se irá por sí sola en algún momento? Sea cual fuere la respuesta, el jefe de Estado finalmente no aportó anuncios de ninguna índole. Ergo, no quedó del todo claro para qué avanzó en la conferencia de marras.

Ciertamente, debe reconocerse que, a diferencia del kirchnerato, Macri se animó a que lo acribillen a preguntas de todo tipo. Se trata de un hermoso ejercicio de republicanismo que se había perdido en los últimos años.

Sin embargo, ello no alcanza para justificar las erráticas respuestas que refirió el presidente sobre temas espinosos de cara a su propio gobierno, como los aportantes “truchos” a la campaña de Cambiemos del año 2015.

“La justicia va a investigar”, sostuvo, como si ello alcanzara. ¿Ninguna condena respecto de lo sucedido? ¿Siquiera a nivel personal?

El mandatario insistió en mencionar que Cambiemos hizo todas las rendiciones de cuenta pertinentes, pero omitió un detalle fundamental: en 2017, la jueza María Romilda Servini de Cubría invalidó esas mismas presentaciones.

No fue el único caso en el que Macri quedó a mitad de camino: tampoco supo decir de qué porcentaje serán los “tarifazos” que se aplicarán de acá a fin de año luego de la disparada de los precios.

¿No era obvio que los cronistas le preguntarían justamente eso? ¿Nadie pudo asesorarlo al respecto?

Dicho sea de paso, el jefe de Estado prometió para 2019 un diez por ciento menos de inflación, aunque no explicó claramente cómo se llegaría a esa meta. Al igual que en otros tópicos, abundó en los “qué” pero jamás habló de los “cómo”.

En sentido similar, Macri mensuró lo relevante de la falta inversiones en el país. ¿No es acaso una obviedad? ¿No era esperable que explicara qué es lo que falló en su diagnóstico del “segundo semestre”, aquel que nunca llegó?

La ausencia de capitales intentando aterrizar en el país se debe a factores externos, es bien cierto, pero también a otros puramente de cabotaje. ¿Por qué hay inversionistas que se dirigen raudos a otras naciones y no vienen a la Argentina? Tarea para la casa para el macrismo.

En otro orden de cosas, el presidente juró que en tres años habrá autoabastecimiento energético. Se trata de algo promisorio e interesante, pero… ¿qué hacer en el “mientras tanto”? Por otro lado, ¿cómo creer en tal vaticino si hasta ahora Macri la viene pifiando como un campeón?

Un dato al margen: cuando habló de las retenciones, el mandatario aseguró que no se trataba de un impuesto “inteligente”, como si lo relevante fuera la inteligencia y no la eficacia. No hay remate.

Finalmente, cuando un cronista le preguntó sobre la discusión sobre el aborto, pidiéndole que confirme o refute una incómoda afirmación de Elisa Carrió, el jefe de Estado decidió escapar por la tangente.

"Lo importante es que lo estamos debatiendo. Yo abrí el debate porque creo que era un camino al crecimiento y ejercer la libertad con responsabilidad", sostuvo.

Interesante, pero no es eso lo que le habían preguntado. Como suele decirse, una conferencia que “supo a nada”.