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Drogas y familias toxicas

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El costado menos explorado de los estupefacientes
El costado menos explorado de los estupefacientes

Esta permisividad se asocia con un mayor riesgo de que los hijos pasen del alcohol a un consumo abusivo cannabis". Plan Nacional de Drogas de España-Febrero 2018.

 

Juan me dice: “Mis padres no me aceptaron el permitido”…así inicia la entrevista un joven en tratamiento. No entendía la mención pero al final entendí que todos tenían el “permitido”. Se refería al consumo de drogas.

¿Pueden los padres colocar un límite, en este caso al “no consumo” de drogas, cuando todos consumen? Hoy es una realidad el consumo de todo un grupo familiar o de varios de ellos.

El 30 % de los pacientes de Gradiva tienen familiares en carrera adictiva. Ha triunfado la tolerancia social al consumo en estos años pero el problema empieza a ser cuando el hijo ve a los padres consumir y con conductas que revelan un gran padecimiento y en donde el hijo debe ser el enfermero del padre o la madre. Cae la transmisión entre generaciones y si no hay transmisión no hay cultura ya que la cultura se da en un dialogo de adultos e hijos que retro-actúan mutuamente pero el adulto en rol modélico de adulto.

En estas familias hay, también, muchos casos de abuso sexual de padres a hijos y entre hermanos o con tíos. Las drogas no deben silenciar lo que sucede en la ruptura de las Leyes que basan la cultura desde la familia: la interdicción del incesto que se halla en crisis en muchos grupos en donde las Leyes del Parentesco como base de la cultura parecen desaparecer.

La cultura surge en la vida familiar. Luego la escuela, el barrio, las Iglesias y organizaciones culturales. Pero primero la familia. Por lo menos así se hizo el mundo porque quien convive, amamanta, instruye, da amor y coloca límites en la cercanía son los padres y la familia extensa.

Los Estados necesitan promover la vida familiar ya que ese es el principal capital social y humano de los pueblos y esto también parece estar en crisis. Luego vendrán otros actores sociales. Todo esto parece haberse olvidado y los padres atacan a los docentes olvidando su rol magistral en la convocatoria a lo humano ya que educar es convocar lo humano.

 

Tipos de grupos familiares

Nosotros llamamos a estas familias de diversas maneras. Por un lado son “familias tóxicas” ya que las drogas forman parte del evento central de sus vidas. Pero en realidad esta denominación es limitada ya que son familias “disgregadas” no funcionando como grupo en red de contención. A esto se les une a lo que hoy se llama familias “violentas” en donde la comunicación pasa por el golpe o la denigración y no hay circuito de diálogos y encuentros. No hay mesa familiar y todo se resuelve en una disputa de Egos. Por fin son también las llamadas familias “Multiproblemáticas” ya que los padecimientos mentales y adictivos van rotando desde la madre, al padre, los hijos e incluso hay alguno preso o en condenas condicionales. Y por último y fundamental son familias “nominales” en donde los actores familiares tienen nombres; padres, hijos, etc. pero nadie cumple la función que debería representar ya que en algunas ocasiones el hijo es padre de su padre, o el padre es un par del hijo y no transmite nada y así sucesivamente.

Este panorama de familias tóxicas, disgregadas, violentas, multiproblemáticas y nominales genera un circuito de malestar continuo que se recicla diariamente y que busca distintos “cloroformos” para apaciguarse. Desde el alcohol, las pastillas, los estimulantes, el “célebre” porro con noches largas, mal sueño, peor levantarse y un día “gris” solo “salvado” transitoriamente por algún estimulante o un depresor que los devuelva al sueño o al frenesí.

Vidas oscuras y crecimientos emocionales e intelectuales mutilados de chicos y jóvenes en estos circuitos familiares que aparecen “abortado” de entrada ya que la familia como recurso educativo es casi inexistente. Los chicos crecen solos. Nada interesa.

La escuela no motiva ya que ésta surge, fundamentalmente, como interés desde el deseo de los padres en la medida que ellos colocan un ideal en el hijo volcado hacia el futuro en la educación; sobre esto fue muy ilustrativo aquello que en Florencio Sánchez iluminó a toda una generación de educadores familiares con la célebre obra: “Mi hijo el Doctor”.

Pero esto, hoy, parece no darse en estas familias ya que los padres tienen una apertura “cero” ante el mundo que no sean ellos mismos. El “ombligo” es el límite de sus existencias siendo clave y evento central de sus vidas superar el malestar que ocasiona la abstinencia. Son tres circuitos por donde transita la angustia de estas personas; la posesión de la sustancia, el temor a que acabe el efecto y la necesidad de conseguir rápido otra dosis. Es un mundo atravesado por las expectativas ansiosas permanentes. El mundo acaba ahí.

 

Sociedad desvinculada

Son todos “mudos”, no hay lenguaje, diálogos y encuentros en estos grupos y por eso la violencia resurge rápida ante cualquier estimulo que desde el otro rompe la monotonía de ese “círculo cerrado “que son ellos mismos.

Si no hay lenguaje no hay transmisión de sentidos, emblemas de pertenencia y de entrada la familia es “nada” y se van sintiendo “nadies” desde un primer momento.

No es solo un problema clínico que surge en muchas familias que consultan sino que parece ser un problema propio del contexto “post-moderno” que nos invade en donde la “sociedad desvinculada” (término del filósofo español Josep Miro-Barcelona 1944) es una realidad y en donde la noción de grupo de apoyo y pertenencia decae y todos somos individuos aislados que solo están destinados a consumir y gozar. Entonces parece no haber vínculos que se sostengan ya que en realidad crecemos con el otro, maduramos en compañía. Es un tiempo de “solos “y “solas” que se intenta calmar con distintas “morfinas” sociales y en donde la batalla por el “blíster” de tranquilizantes es todos los días una tarea diferente.

 

Guerras sexuales

En ese mundo de individuos surge la guerra entre los sexos que es en realidad una lucha entre egos. Desde el “machismo” que anuncia el primitivismo de un hombre “cerrado” y vacío junto con la caída del “amor” como un compromiso de desarrollo conjunto hasta la “muerte al macho” como grito inútil de un feminismo radicalizado que condena a la mujer al peor de los ostracismos como lo es la relación furtiva y sin compromisos. Seres a la “intemperie” con relaciones prescindibles, quebradizas en donde el otro es enemigo, obstáculo pero casi nunca un compañero en la lucha por generar un proyecto en común.

Todo este desvarío de falta de encuentros, de crisis del amor como un proyecto conjunto se quiere resolver con la Justicia que es una espectadora anónima y abstracta ante tamaña desgracia existencial. El juez observa azorado la llegada de cartas documento y denuncias mientras los abogados se “frotan” las manos ante tamaña desmesura.

Caída la Ley de la palabra y del proyecto en común se busca una Ley Penal o Civil que denunciará sus grietas e imposibilidades.La Justicia parece no poder resolver tamaña alienación en el corazón de las existencias individuales y del “acumulado” social que nos rodea. La otra “fuga imposible” es buscar distintas “morfinas” sociales y en eso estamos.

 

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