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Adicciones: la “agonía” del amor al hijo o el drama del “Guason”

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Presencias protectoras se necesitan
Presencias protectoras se necesitan

“El drama del niño es quienes son sus cuidadores”. R. Descartes-maestro en filosofía (1596-1650).

 

Llama la atención cada vez más ver a consumidores de sustancias con la prevalencia infantil de traumas severos. Oscar me habla como se escapó de su casa al observar los malos tratos de su padre con violencia hacia su madre y ella. Rosa me habla de la violación del padre y luego del padrastro durante años y como mantuvo el silencio hasta hace poco. Raúl me relata como su padrastro lo violaba. Y asi podemos seguir. Muchos luego practicaron la prostitución y el “combo sexo y drogas” los acompañó hasta que llegaron a Gradiva.

El “Guasón” como ficción en película es un retrato de la realidad de muchos. Alguien violado desconociendo al padre, usado por su madre y criado en un mundo de mentiras solo vive detrás de una máscara de un vacío que lo acompaña desde niño. Luego es un gran vengador social, pero en una escena dramática su testimonio de vacío-mascara se transforma en epidémico ya que aparecen miles y miles de “guasones “en la ciudad. Son muchos los que viven y vivieron eso. El “Guasón” parece ser un reclamo “loco” por el Padre ausente o incierto de la postmodernidad.

Las drogas y el alcohol desde la adolescencia tapan ese cuadro infantil o mejor dicho lo anestesian y sumen al consumidor en una guerra contra sí mismo. Venganza y odio hacia el otro que luego se transforma en pasión suicida con sustancias.

 

La vida como trauma

Precisamente la Asociación Americana y la Academia de Pediatría (2019) acaba de lanzar un estudio de miles de pacientes con problemas de adicción en donde predominan en la infancia stress-postraumáticos ligados a:

Abuso emocional • Abuso físico • Abuso sexual • Negligencia emocional • Negligencia física • Maltrato violento a la madre • Abuso emocional • Abuso físico • Abuso sexual • Negligencia emocional • Negligencia física • Maltrato violento a la madre • Abuso de sustancias en el hogar • Enfermedades mentales en el hogar • Separación o divorcio de los padres • Encarcelamiento de un miembro del hogar (trabajo de consulta del médico Dr. Gustavo De Vega)

Todo esto asi como la muerte temprana de uno de los padres o la ausencia o abandono con falta de presencia permanente de uno de ellos es el suelo propicio a enfermedades mentales y especialmente a conductas suicidas adictivas. Esto es importante entre los 0 y 18 años y especialmente en clases opulentas o en la pobreza marginalizada.

Estos traumas generan lo que se llama stress tóxico y acompañan durante toda la vida a un paciente y recordamos asì a Mahatma Gandhi cuando decía que el “principal veneno en la vida es el odio”. Odio hacia el otro y odio hacia si mismo. De ahí proceden depresiones, fobias, baja autoestima, buscar parejas que representen un típico “Síndrome de Estocolmo” (golpeadora o dominante como esclavizador). Y por fin el anestésico que aparece en las góndolas prestigiadas de la postmodernidad doliente o sea las drogas.

 

Presencias protectoras se necesitan

El trauma puede ser suturado si aparecen presencias protectoras ante las amenazas y realidades vividas. Este es un factor que permitirá de existir una resiliencia que permita superar la adversidad. A veces esto existe o se llega tarde.

Desde la infancia van apareciendo conductas hiperkinéticas, déficit de atención, atraso escolar que parecen ser “resacas” y derivados de los traumas y de las privaciones afectivas.

Lo interesante es que hoy sabemos que el desarrollo del sistema nervioso es diferente cuando un niño es amado, acompañado en su crecimiento, reconocido y respetado en su dignidad y cuando sufre vejámenes como los descriptos antes.

Procesos tan complejos como el desarrollo neuronal, las conexiones entre ellas dependen del amor y el cuidado familiar. Hay por ende una biología del trauma. El rechazo se trasunta en el desarrollo del sistema nervioso.

Dependemos de nuestros cuidadores primarios y ya un gran filósofo como R. Descartes decía el “drama del niño son sus cuidadores” sin conocer del tema de la neurociencia y como la ternura interviene en las interconexiones nerviosas y en la salud mental.

El Harvard Institute de la Infancia (2019) ha mostrado que un niño carenciado de cuidado tiene una irrigación cerebral y una actividad eléctrica inferior al niño amado y reconocido. El stress crónico nos dice puede ser tóxico para los cerebros en desarrollo.

Cuando no hay Palabras, ternura, reconocimiento y el “Nomos” de la Ley aparece la Química como solución letal pero misteriosamente prestigiada en esta sociedad liquida. 

 

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