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Viralizar la verdad: cómo la investigación puede ayudar a combatir el contenido falso

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Contra las fake news
Contra las fake news

Los sitios de verificación de datos de todo el mundo detectan noticias falsas y desinformaciones todos los días. Desde teorías conspirativas sobre el cambio climático, hasta creativos pero peligrosos “trucos de maquillaje” que circulan en redes sociales, hacen que enfrentar estas inexactitudes pueda convertirse en desolador. Como escribió en su libro Tom Phillips, editor del sitio Full Fact, una mentira puede viajar por medio planeta mientras la verdad se termina de poner los zapatos. Conocemos las consecuencias: la desinformación afecta la vida de las personas.

 

Este proyecto de investigación fue diseñado para ayudar a que la verdad se viralice y protegernos del daño de la desinformación. Quisimos usar la mejor evidencia académica disponible, y equipar a los verificadores con herramientas para entender cómo viaja la desinformación y qué tácticas funcionan mejor para detenerla. El resultado fue la elaboración de cuatros guías y los siguientes algunos de sus resultados:

1. Chequear datos online implica saber cómo alcanzar un balance entre llamar la atención de la audiencia y comunicar información de forma eficaz.

Millones de personas alrededor del mundo consumen noticias online. Las audiencias en países como la Argentina, Nigeria y Sudáfrica, y los lectores jóvenes en el Reino Unido, encuentran en las redes sociales y aplicaciones de mensajería como Facebook y WhatsApp mucha de la información que consumen.

Para captar audiencias online es importante hacer buen uso de recursos visuales. Publicaciones con imágenes son dos veces más atractivas que posteos con videos, y cuatro veces más que posteos con sólo texto.

Cuando se trata de aprendizaje, sin embargo, un artículo claro y sin jerga sigue siendo la mejor manera de transmitir información. Acá explicamos qué pueden hacer los verificadores para lograr el equilibrio entre demandar atención y transmitir información.

2. Mayor edad y menores niveles de educación reducen las habilidades de las audiencias para distinguir hechos de opiniones. Sin embargo, todos tenemos ciertos sesgos cognitivos, que influencian qué creemos.

¿Por qué creemos en información inexacta o engañosa? ¿Hay gente con más riesgo que otra?

Los adultos mayores y aquellos sin educación universitaria encuentran más difícil distinguir hechos de opiniones. Las personas de la tercera edad en particular tienen dificultad para recordar detalles, incluso cuando pueden tener presente el mensaje general de la noticia.

Pero acá es donde las diferencias demográficas se terminan. Todos encontramos más difícil recordar la fuente de las noticias que nos cruzamos en redes sociales. Solemos creer rumores que se repiten, son fáciles de procesar, y que se alinean con nuestras visiones. Por sobre todas las cosas, todos tenemos un papel en la calidad del debate público.

Entre un tercio y la mitad de los encuestados en la Argentina, el Reino Unido y Sudáfrica reportó encontrar información que creían falsa. Hay una tendencia a compartir contenido que es novedoso, político y emocionalmente cargado, y lo hacemos incluso cuando sabemos que es falso. Aunque uno de cada dos adultos en el Reino Unido ve contenido que está mal, sólo uno en cinco hace algo al respecto. Esta guía se propone analizar qué pueden hacer los verificadores para reducir los sesgos que impulsan la creencia y el compartir desinformación.

3. La buena noticia es que los verificadores pueden contribuir a la cultura de la corrección.

Los chequeadores alrededor del mundo buscan involucrar a la audiencia general y a las figuras públicas en su lucha contra la desinformación.

Hay buenas razones para creer que las intervenciones de alfabetización mediática e informacional pueden ayudar. Intervenciones a largo plazo en clases con alumnos, o incluso un juego online de 15 minutos para adultos, pueden hacer que las audiencias vean de forma más crítica la información que encuentran.

Los verificadores pueden tener un impacto en figuras públicas y políticos al pedirles que se corrijan y advertirles de las potencialmente nocivas consecuencias de comprobar que sus dichos son falsos.

Ésto se basa en estudios previos sobre qué sabemos de las audiencias en la Argentina, Nigeria, Sudáfrica y el Reino Unido.

 

¿Qué sigue?

Empezamos el proyecto para descubrir qué estudios existían sobre estos temas y volverlos útiles para los chequeadores en todo el mundo. A partir de ahí, queríamos identificar las investigaciones que hacen falta, para ser más efectivos en nuestro trabajo.

Como señalamos, hay varias limitaciones en la evidencia detrás de estas guías. Gran parte de la investigación está basada en los Estados Unidos, y usualmente está realizada con estudiantes. Mientras nos esforzamos en mostrar evidencia regional cuando fue posible, todavía queda un largo camino por recorrer para que la investigación sea representativa de la diversidad de las audiencias de sitios de verificación de datos en todo el mundo.

Sin embargo, hay mucho que podemos aprender del conocimiento disponible, en especial si podemos hacer que sea más accesible para las personas que podrían usarlo.

Elementos del formato, la extensión de un artículo y detalles visuales, que en general damos por sentados, pueden ser la diferencia entre correcciones que son vistas y aquellas que quedan tapadas por otros contenidos. Ser táctico sobre cómo comunicamos significa recordar que nadie tiene atención infinita, y al mismo tiempo que la información necesita foco.

También alimentamos una meta de largo plazo: promover activamente una cultura de la corrección. Más allá del trabajo diario de publicar chequeos, nuestras guías muestran que los verificadores tienen la habilidad de educar al público general sobre el rol que cada uno tiene en la calidad del debate público, y en hacer que las figuras públicas rindan cuentas por el buen o mal uso de información.

Como parte de este programa, vamos a publicar otra serie de guías sobre cómo comunicar la falta de certeza, o cómo enfrentar las frases más arraigadas, entre otros temas.

Sobre el final, vamos a reflexionar sobre los resultados que encontramos, cómo testear las recomendaciones fuera del laboratorio, y qué próximos pasos son necesarios para incrementar nuestra efectividad.

Hasta entonces, vemos esta publicación como el comienzo de un diálogo. Esperamos que lean las guías y nos digan qué piensan. Cada devolución o comentario nos va a ayudar a agregar más detalles a las recomendaciones y alinear la investigación académica con las necesidades de los verificadores.

Nos pueden escribir a info@chequeado.com o ariera@chequeado.com.

Para conocer más acerca del programa de investigación sobre fact-checking.

 

Este artículo se copublica en los sitios web de Africa Check (en inglés y francés), Chequeado (en español) y Full Fact (en inglés).

 

1 comentario Dejá tu comentario

  1. Sigue siendo una buena idea pero se quedan en las presentaciones y cuando llegan al contenido fallan o no llegan nunca. No alcanza con la idea o las intenciones, lo más importante es el contenido. Las desmentidas suelen contener falacias o errores lógicos muy graves que las descalifican totalmetne lo las convierten en un fake mayor que el que denuncian. De otros muchos temas ni se ocupan porque no saben o no pueden detectar donde está el engaño. Obviamente necesitan ayuda si quieren mejorar, pero el problema con tanta autoestima y autobombo es que creen que así están bien.

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