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Las cartas secretas de Perel a su familia

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UNA HISTORIA DE NOVELA
UNA HISTORIA DE NOVELA

Por la tarde del viernes 2 de febrero de 2001, el contador y financista Mariano Perel (55) y su esposa, la sicóloga Rosa Golodnizky (49) llegaron a Cariló en su camioneta Grand Cherokee Limited y se hospedaron en el apart Puerto Hamlet, un complejo de cabañas rodeado de bosques, a 150 metros de la playa. Rosa había hecho la reserva telefónica el día anterior a nombre de "matrimonio Perel". Al arribar hizo los trámites en la recepción y le asignaron la cabaña número 32, un monoambiente de 160 pesos por noche. Rosa anticipó que se quedarían hasta el domingo a la mañana y pagó con su tarjeta Visa. Perel permanecía junto a la camioneta.

 

Luego una empleada les mostró la pileta, el acceso a la playa y los llevó hasta su habitación. Perel conectó su computadora personal a un servidor de IBM. Al atardecer el matrimonio salió a caminar por la playa.

El sábado 3 una mucama llevó el desayuno a la cabaña y escuchó que Perel, de buen humor, hacía comentarios acerca de lo mucho que habían dormido. Después el matrimonio fue visto en la pileta y, más tarde, Perel estuvo en el centro comercial de Cariló haciendo compras para la cena: carne, morcillas, ensaladas y batatas.

 

Sábado normal

 

Durante el sábado el contador recibió algunos llamados en su celular. Eran todas personas de su entorno -el abogado Luciano Sabransky, su amigo Mario Sujoy- a quienes Perel les dijo: "estoy en Cariló con mi mujer, llamame el lunes".

Por la noche, un joven que se hospedaba en una cabaña contigua lo vio a Perel mientras hacía un asado. No observó circunstancias extrañas ni tampoco la presencia de acompañantes.

Esa misma noche Perel llamó a su hija Valeria (21), quien estaba de vacaciones en Australia. Además de informarle que estaban disfrutando del fin de semana en Cariló, le hizo algunos comentarios sobre el reciente viaje que acaban de hacer a México. La joven diría posteriormente que no advirtió nada llamativo en la voz de su padre.

 

EL FBI

 

Perel y su esposa habían regresado de México cinco días antes de ir a Cariló. Para investigar ese viaje, la Justicia argentina pidió colaboración al FBI.

El titular de la fiscalía 2 de Dolores, doctor Diego Araujo -quien actualmente investiga el caso- afirma que "no surgió nada de la investigación ni de la colaboración que se le requirió al FBI".

Los federales norteamericanos también chequearon los movimientos del contador en Estados Unidos, donde estuvo entre 1999 y 2000. Tenía dos cuentas bancarias en aquel país, un teléfono celular habilitado y un departamento cuyo alquiler había renovado en noviembre de 2000.

En Miami entabló demanda contra la empresa de investigaciones internacional "Kroll", que le había hecho perder un contrato de importancia. Más tarde veremos los entretelones de ese episodio.

En Nueva York, Perel logró que algunos directivos del City Bank lo recomendaran ante Antfactory, una empresa internacional dedicada a negocios por Internet que acababa de instalarse en Buenos Aires. Durante cinco meses el contador se desempeñó como gerente de tecnología, pero -según reveló posteriormente Julio Hardi gerente de Antfactory en Argentina- Perel estaba incómodo e intentaba negociar su ida a cambio de una importante suma. El contador ya había logrado acuerdos de esa naturaleza en otros empleos, pero en este caso la negativa de Antfactory fue total.

El matrimonio Perel pasó las fiestas de Fin de Año en Punta del Este junto a algunos amigos -entre ellos Sujoy- y posteriormente viajó a México. Ya en Buenos Aires, el contador regresó a las oficinas de Antfactory, ubicadas en Juan Domingo Perón 949, cuarto piso. Allí lo vieron por última vez el viernes primero de febrero en horas de la tarde. Luego se comprobó -dato fundamental- que ese día, alrededor de las 17, empleó la impresora Lexmark C 710 que estaba en su oficina.

 

El día del crimen

 

En horas de la mañana del domingo 4 de febrero de 2001 una mucama limpió la parrilla ubicada junto a la cabaña 32. Cerca de las 10.30, vencida ya la estadía, el conserje comenzó a llamar al matrimonio por teléfono. Al no obtener respuesta se dirigió a la cabaña, golpeó infructuosamente, ingresó a la habitación y encontró los cuerpos.

Según recuerda el fiscal General de Dolores, doctor Luis Defelito, las puertas de las cabañas tienen un sistema de apertura con tarjetas, "y uno de los primeros indicios para decir que fue un doble homicidio fue que la tarjeta con la que se entra a la habitación estaba colocada del lado de afuera. Pero la misma gente del apart dijo que es muy común que los huéspedes dejaran la tarjeta en esa posición porque, aun dejando la tarjeta afuera, uno puede abrir la puerta desde adentro. Pero cuando uno ve algo así, piensa: alguien entró, mató y se olvidó la tarjeta puesta. Después nos dijeron que es una situación que se da con muchísimos clientes".

El fiscal Diego Araujo aporta otro detalle: la puerta de la cabaña 32 rechinaba al abrirse, salvo que se la sometiera a un movimiento (tirar hacia fuera y empujar hacia el lado del marco) que difícilmente conociera alguien ajeno al lugar. Eso minimizaba la posibilidad de que un intruso hubiera accedido silenciosamente para sorprender al matrimonio.

Aquella madrugada nadie escuchó sonido alguno en el Puerto Hamlet, ni siquiera los dos disparos que terminaron con la vida de Perel y de su esposa.

Rosa, de bata y bombacha, estaba recostada sobre el lado derecho de la cama, mirando hacia la pared. Mariano se hallaba boca abajo con el brazo izquierdo doblado sobre su cabeza. El arma -una pistola Walter 7.65 perteneciente a Perel- se hallaba a la altura del antebrazo. El velador de su lado estaba encendido y junto al cuerpo había un libro: Strike Zone, que narra una ficticia conspiración entre nazis y japoneses. Ese género apasionó a Perel durante toda la vida.

Junto a los cuerpos había dos vainas servidas de Glaser Blue, un proyectil que se abre al impactar y dispersa decenas de microperdigones. Las balas también pertenecían a Perel, un entusiasta de las armas.

En la cajonera la policía halló un reloj Cartier, varias alhajas de la mujer, una billetera con 400 pesos y 17 tarjetas de crédito, dos teléfonos celulares, una agenda electrónica y una pistola Glock calibre 40 que también pertenecía al contador.

 

"Gringo colaborador"

 

Sobre la mesa estaba la notebook de Perel -una Sony Vaio- y cerca de allí, debajo de un plato, sobre la barra que divide el monoambiente, una nota escrita en inglés: "Soy un gringo colaborador del Citi-bank. Muerto (asesinado) por no pagar la coima (sobornos) del Antfactory Holdings Limited del Citi Group".

Luego se acreditó que Perel escribió ese mensaje en su computadora personal varios días antes y que lo imprimió en las oficinas de Antfactory el viernes 1º de febrero alrededor de las 17. Lo mismo había hecho, poco antes, con un plano de Cariló. Eso indicaba que el propio contador montó la escena para aparentar un doble asesinato, pero la investigación fue sumando elementos que inclinaron la balanza hacia dos hipótesis que aún perduran. Una indica que Perel mató a su esposa y se suicidó luego de montar esa escena para que sus hijos cobraran uno o más seguros de vida. La segunda, que ambos fueron ejecutados por un asesino profesional.

El fiscal general de Dolores, Luis Defelito, señala que esa bifurcación surgió desde el momento de la autopsia y se fue sosteniendo con el tiempo: "Los médicos forenses en su informe de autopsia hablan de la distancia de los disparos, de la posición de los cuerpos, la posición del arma, etc. De la lectura del informe escrito surgía que era imposible que estuviéramos frente a un homicidio y suicidio. Sin embargo, cuando los peritos declaran ante la fiscal dicen que no es tan así, que para poder determinar eso faltaba realizar el resto de las pericias. Entonces, tampoco fueron tan tajantes en ninguna de las dos posturas".

"Después -añade Defelito- hay una cantidad de pericias practicadas por policía, por asesoría, que uno puede decir: son opuestas. Una parte se inclina por el doble homicidio y otra parte por homicidio y suicidio".

 

Las redes de Perel

 

El doctor Diego Araujo intenta hoy desentrañar el gigantesco expediente sustanciado por la muerte de Perel. Cinco fiscales pasaron por la causa antes que él y la dejaron por diversas razones: ascensos, reestructuraciones funcionales, etc.

Araujo considera que la subsistencia de dos hipótesis simultáneas también se vincula "con la entidad de la víctima. Muchas veces se nos formulan críticas, se nos dice "están investigando a la víctima", pero ese es un paso ineludible. Lo que ha pasado acá, lo que yo presumo que ha pasado, es que ante una personalidad compleja, con varias aristas en el mundo de los negocios y del gobierno, se ha pensado en la existencia de algún componente más" en la trama que terminó con la muerte de Perel y de su esposa.

La primera fiscal del caso, María Laura Castro, no limitó la pesquisa a los contradictorios indicios recogidos en la cabaña 32 y se adentró en los laberintos de Perel. Para eso hizo allanar su departamento, situado en Juncal 3158 (Palermo) y las oficinas de Antfactory, en Juan Domingo Perón 949, cuarto piso.

La pasión de Perel por las armas quedó reflejada en el hallazgo de seis pistolas y abundantes municiones. Y su minuciosidad por registrar movimientos, negocios e "informes secretos" se tradujo en el secuestro de cuarenta cajas con papeles y disquetes. Esto le daría al caso variantes inesperadas.

 

Espía versus espías

 

Uno de los disquetes contenía información financiera de la empresa Kroll. Es decir que Perel se había dedicado a investigar -valga la redundancia- a una de las principales agencias de investigaciones privadas del mundo. Y lo hizo con el peor ánimo después de perder un contrato de importancia con la firma telefónica Citel (EE.UU.) debido a un informe desfavorable de esa agencia.

El hombre fuerte de Kroll en Argentina era Frank Holder, un ex agente de la CIA que en la actualidad maneja su propia consultora de riesgo empresario. Sus especialidades: prevención y detección de fraudes corporativos, "inteligencia competitiva" y seguridad en general. Llegó a la Argentina en la década del '90, trabajó en la agregaduría de defensa de la embajada estadounidense y luego comenzó a aplicar sus técnicas en emprendimientos particulares.

En un reportaje publicado por la revista "Fortuna" en mayo de 2006, Holder recordó: "mi primer socio en la Argentina fue Luis Moreno Ocampo", quien alcanzó notoriedad al desempeñarse como fiscal adjunto en el Juicio a la Junta Militar. Luego montó su estudio jurídico y elaboró un alto perfil anticorrupción con sólido soporte mediático.

"Nos fue muy bien económicamente -dijo Holder- pero teníamos ideas diferentes acerca de cómo llevar el negocio y decidimos separarnos en 1996. Los clientes más grandes de Luis eran las privatizadas y el Estado; los míos eran en un 90% del sector privado. Esto traía un conflicto de objetivos. Luis vendía ética, políticas de transparencia y yo vendía prevención de fraudes e investigaciones".

Por citar un ejemplo concreto de estos emprendimientos, puede recordarse que en 1996 el equipo de Moreno Ocampo desembarcó en Mar del Plata para hacer una auditoría en la Anses. Ese proceso concluyó trágicamente en 1997 con el asesinato a balazos de uno de sus abogados -Alfredo María Pochat- en manos de Armando Andreo, esposo de una jefa que acababa de ser despedida.

 

"Diferencias saldadas"

 

Holder, luego de separarse de Moreno Ocampo, fusionó su organización con la agencia Kroll y se desempeñó en ella hasta 2005, cuando fundó su propia consultora. Parte del documento elaborado por Perel -más de 200 carillas- se refería a los entretelones económicos de la mencionada fusión.

Obviamente, aquella pesquisa de Perel no respondía a su afición por las novelas de espionaje. El contador había obtenido una copia del informe que lo perjudicó y le entabló demanda a través de un estudio jurídico de Miami. Se dijo, incluso, que Perel envió aquel documento a sus abogados para que lo usaran como "herramienta de negociación". En el año 2000 llegaron a un acuerdo extrajudicial cuyo monto varía según la fuente de información. Perel solía alardear de haber obtenido 3.000 mil dólares y Holder aseguró que "fue mucho menos".

El ex agente de la CIA -quien suele exponerse a la prensa anteponiendo esta sentencia: "no puedo ser eficiente e invisible al mismo tiempo"- negó que aquel acuerdo extrajudicial haya sido forzado con maniobras extorsivas. Y en medio de un cúmulo de rumores, tuvo que negar toda vinculación de la agencia con la muerte de Perel. "Nosotros no hacemos esas cosas -dijo- y además las diferencias ya estaban saldadas".

 

El "instructivo" de Perel

 

Otro documento hallado en las oficinas de Perel -un "instructivo" de 31 páginas- involucraba a bancos, empresas e inversionistas en lavado de dinero, evasión impositiva y demás maniobras financieras espurias. Y en una suerte de segundo capítulo hablaba de operaciones ilegales que -según Perel- realizó para la SIDE durante el gobierno de Carlos Menem. El documento, escrito para su familia, tiene un solo propósito: la extorsión.

"Rosita, tenés que asesorarte bien acerca de cómo usar esta información, una vez que ellos saben que la sé y estoy dispuesto a usarla, no tiene más valor porque van a salir a arreglar todo. Una vez que sea pública, tampoco tiene más valor, salvo el hacerles un daño mortal para que se hundan a la mierda como pretenden hacerlo conmigo", dice uno de los párrafos dedicados a su esposa.

La Justicia bonaerense remitió esta documentación a la Justicia Federal, que promovió varias líneas de investigación relacionadas con los delitos detallados por Perel. Una de ellas apuntó a Hugo Anzorreguy por el presunto delito de malversación de caudales públicos durante su gestión en la SIDE. Otra se orientó al presunto pago de coimas a agentes de la DGI. Y la tercera al banco Mercurio, que fue allanado el 21 de abril de 2001. Las crónicas de la época destacan que durante el procedimiento estuvo presente el asesor legal de esa entidad: León Arslanián, actual Ministro de Seguridad.

"Esas investigaciones -asegura el fiscal Diego Araujo en Dolores- son independientes de la causa central y desconocemos su estado actual".

 

Los miedos del contador

 

El "instructivo" de Perel debe ser analizado en contexto, lo que obliga a recordar que fue escrito a partir del 11 de noviembre de 1996, cinco años antes de su muerte. Perel se desempeñaba como directivo del banco Mercurio, perteneciente a los hermanos Benadon y afrontaba un proceso judicial (luego fue sobreseído) por presunto blanqueo de dinero proveniente del contrabando.

"Desde que comenzó el 21 de octubre la investigación, cada día ha ido creciendo en mí con más fuerza la idea de que existen designios a intereses en mi contra cuyo origen no puedo establecer claramente aún, y que se mueven con la intención de hacerme aparecer involucrado en hechos que me son ajenos", dice Perel al comenzar su "instructivo".

Ante la carencia de una verdad jurídica que permita asegurar que sus denuncias son ciertas, la mayor certeza que podemos extraer de ese "instructivo" es la radiografía que, quizás sin quererlo, dejó Perel de su propia personalidad.

Sin dudas, uno de los sentimientos predominantes en aquel momento era el miedo, según surge de los siguientes párrafos:

-"Mis temores se fueron acrecentando a partir de la extorsión que se intenta la noche del martes 22 en dependencias de Análisis Delictual de la Policía Federal…" en la que "…me piden u$s 200.000 para arreglar al Fiscal y terminar con la causa".

-"Estos temores se hicieron aún más profundos" el jueves 31 de octubre. Ese día Perel concurrió al Juzgado y le revocaron la eximisión de prisión, de modo que quedó detenido e incomunicado hasta que pagó una fianza de 60 mil dólares. Ello se produjo cuando un informante anónimo alertó de la existencia de un pasaje de Buquebús comprado a nombre de Perel, circunstancia que hizo temer una fuga. El contador asegura en sus memorias: "Pasaje que yo ni compré ni mandé a comprar".

- "A partir de ese momento, le manifesté varias veces a Rosita, y también a otras personas, mi creciente temor de que estaba siendo manipulado por personas que respondían a otros intereses, y que sentía gran temor por lo que pudiera ocurrir. Rosita me preguntó si ese temor llegaba a que yo temiera por mi vida o por la de ellos, atribuyendo el origen del temor de ella a mis contactos con la Policía Federal y otros organismos de Seguridad y/o Inteligencia. Yo en ese momento calmé los temores de ella, pero fui acrecentando los míos".

- El contador admite que sus miedos crecieron con el distanciamiento de su "hombre de confianza", el coronel Carlos Doglioli, ex empleado de la SIDE y socio de Perel desde 1990 en uno de los emprendimientos del contador: la agencia de seguridad "JAC Policía Privada". En el "instructivo" consta que Doglioli empezó a retirarse "no sólo de los negocios sino también de la oficina, llevándose todo rastro de su paso por allí (hasta la tapa del inodoro del baño)...". Con el correr de los días Perel fue desarrollando sentimientos de miedo hacia su ex socio.

-"Tengo mucho miedo que bajo alguna trampa nueva o alguna maniobra me hagan detener, o peor aún, simulen algún accidente en prisión si me llevan allí, o fuera de ella si sigo como hasta ahora, o hagan aparecer que me estoy suicidando cosa que esta muy lejos de mis intenciones".

-"Como tengo mucho miedo, y no quiero que mis posibilidades de defensa vayan a prisión conmigo, hoy lunes 11 de Noviembre comienzo a escribir estas notas, que voy a tratar de dejar a buen recaudo para que Rosita (que tiene razón cuando me dice que elegí mal a mis amigos o que la tuve al margen de mis actividades y negocios) con la ayuda de Roxana (hermana de Perel) o de las personas que ella elija, puedan limpiar adecuadamente mi nombre, recomponer el patrimonio familiar e iniciar, si Dios quiere todos juntos, una nueva vida en un lugar más tranquilo".

-El 19 de noviembre, Perel escribe: "Estoy muy asustado por cómo se va a desarrollar todo esto. A esta altura, el proceso no me importa. No creo que nunca vuelva a trabajar en un Banco más que como asesor externo. Lo que quiero es que me devuelvan mi dinero (se refiere al banco), me paguen adecuadamente por hacerme cargo de todo, irme a casa y terminar con el suplicio que significa esta situación para toda la familia". Ese mismo día relata que el 18 de noviembre los propietarios del banco fueron citados a declarar. "Esto los puso como locos, y poco después del mediodía me llamaron para recriminarme que no me estuviera haciendo cargo yo solo de todo y finalmente para decirme que estaba despedido". Luego añade: "Si ellos quieren que yo me haga cargo de todo y absuelva totalmente al Banco, que se pongan como corresponde".

-Al día siguiente añade: "Además del miedo general que tengo por toda la situación ahora tengo miedo de cómo vamos a recuperar el dinero que esta invertido en los Fondos". Se refiere -como se verá más adelante- a dos millones de dólares.

 

Días angustiosos

 

La angustia que fue creciendo en Perel quedó reflejada en los siguientes párrafos:

-"Estoy deprimido pero siempre fui un luchador, y más deprimido que por la situación (que desde el punto de vista puramente judicial en la causa mis abogados ven bastante bien) lo estoy por la manera que algunos de mis más íntimos allegados me han tratado, incluyendo a mi papá, especialmente el último sábado y sin descartar a mi ex socio y a los Benadon".

-"La forma en que Rosita esta viviendo todo este proceso, psíquica y físicamente, me está matando más que mi propio procesamiento. Sufro por mí, pero también sufro por ella y por los chicos. Nunca tuve derecho a hacerlos sufrir de esta manera. Verlos sufrir me duele más que nada en la vida, ya que toda mi vida fue construirles una jaula de cristal a ellos que los preserve de este mundo real de mierda en el que nos toca vivir".

-"Anoche fue una noche de mierda. Después del episodio de angustia incontrolada de Rosita se me acrecentaron mis miedos. Durante toda la noche no pude dormir, y estuve traspirando frío. A las 6.00 cuando fui a despertar a Valeria, tenía el pelo y la camiseta húmedos de transpiración, y había pasado frío toda la noche".

 

Búsqueda de escondites

 

Los últimos días de Perel en el banco Mercurio se desenvolvieron -según su propio relato- en una tensa trama:

-"Miércoles 13 a la mañana. Vine al Banco y empecé a revisar los papeles que dejaron después del allanamiento de mi oficina. Milagrosamente, encontré un montón de papeles que me estoy llevando en el portafolios (lo llené por completo). Después lo voy a revisar bien, pero están todos los papeles para armar la prueba de cómo engañé a la inspección de la DGI. Estos papeles están escondidos en casa.

-"También encontré el doble fondo falso en el mueble del baño que usan Mauricio y Daniel Benadon, en donde Daniela, la secretaria de ellos, guarda las cosas. Aún no las retiré. Tengo que planear muy bien ese movimiento". Posteriormente, Perel describe que "el fondo del mueble, lado derecho mirándolo de frente sentado en el inodoro, se corre hacia la izquierda y deja a la vista el doble fondo". Asegura que en ese escondite hay carpetas y abundantes disquetes con documentación comprometedora.

-Inmediatamente Perel sospecha que los hermanos Benadon lo descubrieron: "cuando me fui (el miércoles 13), Mauricio y Daniel estaban revisando en sus escritorios todos los papeles que había en el escondite. Seguramente tenían algo que los advirtió que yo lo había abierto, alguna marca o algo por el estilo. Hice bien en no sacar nada en ese momento, me hubieran revisado o algo por el estilo.Voy a ver cómo hago hoy para ver si quedo algo o no quedo nada en el escondite".

-Pese a ello, prospera en Perel la idea de sustraer esos documentos: "Tengo que ver cómo hago para llevarme todo, sin que le llame la atención a nadie ya que apenas salte el faltante se va a armar el gran lío. Lo ideal sería sacarlo el viernes o cualquier día de estos por la noche, copiar toda la noche y devolverlo al otro día o el lunes por la mañana. Espero poder hacerlo. El haber encontrado estas cosas me da un poco más de tranquilidad en cuanto a las posibilidades de apretarlos para que no nos jodan con la guita mía, de mis amigos en el Fondo A y B".

-Una nueva visita de Perel al escondite termina de manera accidentada: "…deben tener algún sistema que les avisa, o de alguna manera sospecharon, porque Mauricio volteó la puerta del baño cuando yo estaba la última vez, y cuando volví (es decir que el contador hizo una nueva incursión al escondite) se había llevado la carpeta azul que tenía la contabilidad de él, de Daniel Benadon, y los detalles de la parte de ellos del Fondo A y del Fondo B. Después con un pretexto cualquiera entré a la oficina de él, que se había encerrado con Daniel, y estaban revisando la carpeta azul, supongo que para ver si faltaba algo. Yo no me había llevado, todavía nada. Espero que la vuelvan a dejar".

La historia queda inconclusa y rodeada de ese alo de misterio inherente a la personalidad de Perel. Lo concreto es que en el "instructivo" del contador no hay más referencias sobre aquel escondite.

 

Otros lugares ocultos

 

El contador Perel también era proclive a tener sus propios escondites. De hecho, en el "instructivo" señala:

-"Escondidos en el living de casa, en el macetero central, debajo del gran tacho de lata donde se colocan las macetas (sacás la estatua y te podés meter por abajo), quedan u$s 100,000 en efectivo para que tengan dinero inmediato".

- "Nota agregada el viernes 15: Hoy a la mañana cambié la ubicación del dinero porque después del episodio del miércoles en que me descubrieron tan rápido husmeando en el escondite de los Benadon en el baño del piso 2do., me puse muy paranoico y pienso que de alguna manera saben lo que estoy haciendo todo el tiempo. Jonathan (su hijo) sabe dónde lo puse".

- "Hasta ahora estoy dejando papeles en los siguientes lugares: en casa, Jonathan sabe dónde está el dinero y los dos lugares donde dejo papeles. Además, en la pieza de Valeria entre el techo y la columna de la derecha (lado de la ventana) del escritorio de ella, deje un par de tarjetas de crédito mías por si eventualmente me tengo que rajar del país. Fernando (un amigo) sabe dónde esta guardado mi pasaporte por si hay que llevármelo".

- "Mamá sabe donde dejé más papeles. Entre los papeles cuya localización conoce mi vieja, hay un par de pasaportes falsos con mi foto, y tarjetas de crédito a nombre de esos pasaportes. No vayan a creer que soy el maestro del escape. En realidad esos ni siquiera son pasaportes falsos. Los países esos ni siquiera existen. Son 2 pasaportes y sus correspondientes supuestos registros de conductor, que compré por correo como parte de una investigación que estábamos preparando para vender acerca de qué fácil es conseguir documentos truchos. Esto empezó después de la nota que hicimos para Telenoche Investiga sobre DNI truchos". (La empresa JAC de Perel, con su moderna tecnología, hacía trabajos para programas televisivos de investigación).

 

Manual extorsivo

 

Pero el mayor empeño de Perel fue revelar detalles de presuntas maniobras financieras con el propósito de que sus familiares extorsionaran a los dueños del Banco Mercurio en caso de que le ocurriera algo durante el proceso judicial. "Les estoy escribiendo todos estos datos por si tiene que apretar un poco a los Benadon en caso de que se hagan los tontos con algo, y yo no esté en condiciones de aportar los datos en ese momento", dice Perel con absoluto ahorro de eufemismos.

En su torrencial descripción habla -entre otras cosas- de millonarias inversiones en negro mediante una compleja triangulación bancaria entre Buenos Aires, Uruguay y Bahamas. Para ello -según Perel- contaban con sistemas de computación encriptado y múltiples artilugios como la posibilidad de desactivar la red "con una sola tecla". Perel admite que conoce la intimidad de ese sistema porque fue él quien lo contrató.

"Todos los fondos personales se manejan a través de lo que en la jerga llamamos Fondo A y Fondo B. El Fondo A y el Fondo B son dos series distintas de un fondo común de inversión organizado en Bahamas donde desde hace muchos años se maneja la guita negra del grupo", dice el contador, tras lo cual suministra una abrumadora cantidad de nombres, números telefónicos y de cuentas, direcciones, nombres de empresas presuntamente involucradas y decenas de detalles operativos.

El objetivo de Perel era recuperar dos millones de dólares que -según su "instructivo"- había introducido en ese circuito y que le pertenecían a él, a su esposa, a dos tíos y algunos amigos.

 

"Un poco de presión"

 

"Para recuperar, por la forma en que me han tratado estos días, van a tener que meterles un poco de presión", anticipa en su texto, para ofrecer luego instrucciones precisas:

"Alguien muy capaz tiene que asesorarlas acerca de cómo apretarlos para que no se hagan los giles y devuelvan toda la plata en negro que tienen nuestra y de nuestros amigos. E1 que lo haga tiene que hacerles entender que tenemos con qué pegarles duro, tan duro que no les va a quedar nada ni para vivir de renta, pero sin dar ningún detalle que les dé tiempo para escribir todo de vuelta".

"Si van a actuar, quizás los más vulnerables sean… (menciona a dos directores del banco del grupo en Uruguay), que antes que mentir por un sueldo se van a cagar las patas y van a querer conservar su capacidad de seguir trabajando en esa plaza, y… (proporciona otro nombre) que si lo agarran a solas es un bocón y un cagón. Tan cagón que ni lo ofrecemos de testigo cuando lo necesitamos".

"E1 que lo haga tiene que ser alguien que no lo puedan comprar. Son capaces de negociar con el propio gestor de cobro para que les salga más barato. Debería ser el abogado más hijo de puta que puedas encontrar".

 

Los consejos de Perel

 

Uno de los consejos de Perel es "reventar" una de las empresas presuntamente comprometidas (sugiere algunas firmas y revela sus presuntas operatorias) para "que se den cuenta de que tenemos mucha información y decirles que si seguimos largando otros clientes, van a perder lo único que para ellos es valioso que es la confianza del público". Pese a esa metodología extrema, Perel sugiere cierta delicadeza en los procedimientos: "Que lo tomen como una negociación comercial, para asegurar el futuro de su negocio. Si lo toman de otra manera, se van a empacar y no les vamos a sacar un peso".

Luego propone nuevas variantes: "otra es reventar algún cliente de la banca privada" (también aporta nombres) y también sugiere el perfil del posible "negociador": "hay que pensar si hacerlo con un abogado, con un periodista, con un amigo de ellos, etc."

Pero este era apenas uno de los senderos del laberinto de Perel. Aún faltaban sus contactos con el intrigante mundo del espionaje.

 

1 comentario Dejá tu comentario

  1. yo trabaje alli pero si los Benadon lo querian hacer cagar como creo que quizas pasp, debe ser por algo NON SANTO de parte de Mariano Perel el cual era un jefe de mierda y quizas era lo que necesitaba. Saludos y no todo es lo que parece

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