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COSMETOLOGÍA POLÍTICA

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ESTÉTICA Y ESTRATEGIAS DE LA ENTRANTE CRISTINA KIRCHNER
ESTÉTICA Y ESTRATEGIAS DE LA ENTRANTE CRISTINA KIRCHNER

    La publicidad proselitista oficial previa a las elecciones presidenciales señalaba que con la candidata oficial, la ¿Dra.? Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner, “El cambio recién empieza...”.
    Algunos analistas sostenían que, por ser la esposa de Kirchner, existe entre Néstor y la primera dama una identificación política e ideológica. Por ende, no se esperaban grandes cambios, ya que la gestión gubernamental iba a ser la continuación de las políticas implementadas por el presidente Kirchner.
    Pero seguramente no será de tal modo porque Kirchner es irreemplazable, con su picaresco rostro "lombrosiano" especulando con chanzas gesticulares, su repulsiva omnipresencia casi demoníaca; un comportamiento vulgar, manifiestamente ordinario, su absoluta falta de educación y urbanidad.
     Extrañaremos, quizás, el lenguaje rústico y vulgar pronunciado con la hediondez de su inconfundible articulación dificultosa, refunfuñando expresiones agrestes, más propias de un mular que de un presidente de la Nación.
     Ya no nos impondrán las imágenes televisivas esa tosca imagen del personaje vestido con deplorable estilo, y jamás olvidaremos, sin duda, sus trajes cruzados eternamente desabrochados, invariablemente combinados con mocasines marrones en constante desentono …
     Deforme, desgarbado o desaliñado, siempre será inolvidable por su grosera tosquedad, sólo compatible con la de un viejo empleado administrativo de una estación ferroviaria de una perdida aldea transilvana.
     La locuacidad falsaria y calumniosa de Kirchner con sus grotescas amenazas burlonas y torpes ironías con la oposición política, o contra aquellos que osan pensar diferente a él o a su gestión de gobierno, difícilmente pueda ser superada.
     Es único, como un Luis Landriscina de la política: por todos esos simpáticos embustes expresados con absoluto desparpajo y sin inmutarse en lo más mínimo, por más grande que sea la patraña, no podrán, jamás, ser imitados.


La consorte y sucesora

     En su lugar habrá una atractiva mujer, bien plantada, en el pináculo de la mediana edad que inexorablemente precede a la decadencia de la belleza y en agraciado estado físico. Una dama más pulida en sus modales y en el trato con el prójimo.
     Veremos, de ahora en más, una seductora apariencia, lograda gracias a la moderna tecnología plástica, aunque su cabello de largas prolongaciones hacen que aparente mas bien ser una actriz de reparto de telenovela de segunda línea, que una funcionaria de alto nivel, con la prestancia y dignidad que debería tener su Jefatura de Estado.
     Ansiosos estamos de escuchar la voz de la Señora Fernández Wilhelm, con tono conciliatorio, buscando disminuir los decibeles del debate político para tratar de apaciguar viejos rencores y resentimientos en busca de la concordia, la conciliación y la pacificación de los argentinos, aplacando los ánimos exaltados que su consorte supo instalar en casi todos los sectores del quehacer nacional.
    Es improbable que vuelva a mostrar su otra cara, que evidenció durante la campaña proselitista. Seguramente sus asesores de imagen le habrán aconsejado que refrene su iracundia, ofuscación, vehemencia y crispación que puso de manifiesto en esas ocasiones que patentizaban los sofocones o las congojas de una mujer ingresando de lleno en su impostergable climaterio.
    No será una doncella hidalga, ni nadie pretendería tal cosa, pero nos gobernará una dama con prestancia, que bien sabe escoger y combinar su guardarropa y el resto de los complementos en su presentación personal. Los mejores diseños, la última moda, todo de primerísima calidad y de las marcas más exclusivas, espléndidas y onerosas del mercado.
     La futura presidenta, por el innato recato y sensibilidad de su condición femenina, y seguramente por haber capitalizado los gruesos errores de su marido, se dirigirá a los ciudadanos en forma más veraz, educada y civilizada.


La producción escénica de la presidenta

     Mas no le resultará nada económico a la Nación sostener a una mujer tan coqueta: La hija del “tarta” Fernández, el papá colectivero del que reniega no quiere heredar las enfermedades tardías de su viejo, que falleció en la humilde casita familiar de Tolosa, allá por 1982. En efecto su padre era de semblante más bien sanguíneo y pecoso, con una tosca calvicie que lo caracterizaba tanto como su inconfundible tartamudez que tanto la avergonzaba.
     No resulta barato aggiornar a una persona de estas características, con afecciones no sólo estéticas sino también de genética complicada.
     La Presidenta no se contenta con la austera sencillez de la asumida Michelle Bachelet, o la tosquedad teutónica de la Señora Ángela Merkel, premières de Chile y de Alemania respectivamente. Ambas mujeres bellas, pero cincuentonas al fin.
    Para Cristina la imagen es fundamental y no puede prescindir de:
    1. El tratamiento de “botox”, que cuesta más de 2.000 dólares por sesión, que debe repetirse, por lo menos, con una frecuencia trimestral.
    2. La supuesta abogada, y filósofa autodidacta además de sus méritos declamatorios, padece  una enfermedad dermatológica denominada  “pitiriasis rosada”. El estigmático defecto es una erupción cutánea descamativa de color rosado rojizo que usualmente la estigmatiza más severamente en primavera y otoño. Si bien es una afección bastante común en un 10 % de la gente blanca,  lógicamente debe hacerse el tratamiento correspondiente para que nadie perciba esa dramatización de su fisonomía y se deteriore su cuidada imagen.
    3. En definitiva, la despigmentación facial cuesta 250 dólares por aplicación diaria. Por lo demás, se somete al tratamiento de radiofrecuencia “Accent” cada quince días, a un costo de 350 dólares la sesión. U$600 hasta aquí.
    4. El blanqueo mensual de sus dientes insume sólo unos 40 minutos en consultorio, pero tiene un valor de U$ 2.000 dólares cada 30 días.
    5. Sin hablar de manicuría y shopping, la presidenta electa hace unos años empezó a evidenciar síntomas de una especie de tiña incipiente, la cual le raleó considerablemente el cabello. A tal efecto, además de las consultas dermatológicas para su “alopecia areata” que sólo admite su mitigación, Cristina inició el tratamiento Schwanek, que no le cobra nada por las sesiones de kinesiología. Aunque sí la costosa medicación: Minoxidil inyectable, antiandrógenos orales  y tratamiento láser. Unos U$ 1.800 dólares al mes.
    6. Pero mimetiza esta enfermedad crónica con más de 250 extensiones de pelo natural de la afamada marca “Great Lengths”, que cuestan 100 dólares cada una (total U$ 25.000) más una sesión de peluquería, usualmente diaria, con su equipo privado, que además está incorporado al cuadro permanente de Presidencia de la Nación en Categoría 29: $ 3.000 pesos mensuales más horas extras, cada peluquera auxiliar más los honorarios del “afamado especialista” que todas las semanas supervisa la labor por unos módicos U$ 500 dólares.


Su Majestad

     Pero los analistas parecieran tener algo de razón: realmente no se aprecia que habrá cambio alguno en la política gubernamental; en caso de que se produzca alguna alteración, la misma simplemente se limitará al estilo personal.
     La esperanza de una transformación en la  política se desvanece  a la luz de la continuidad de los colaboradores más inmediatos del actual presidente, de los ministros y en general del trillado equipo ministerial.
     Y como un simple ejemplo de que los argentinos no debemos esperar un cambio es la ya comprobada negativa de la futura presidente a informar a la opinión pública sobre su política ulterior o sus intenciones a través de públicas conferencias de prensa, en donde el periodismo independiente tendría la oportunidad de dilucidar las dudas que aún pudiera tener la ciudadanía.
     Este al parecer intrascendente ejemplo refleja el tajante rechazo de la presidenta a uno de los pilares de la democracia: la transparencia de los actos del gobierno, a través de la información pública,  además de negarle a la ciudadanía su derecho Constitucional de interiorizarse sobre los actos de gobierno.
     Recordemos lo expresado por la ex alcaldesa de Barcelona, la Sra. Pilar Rahola hace un par de meses: “La información es un bien público, en los países desarrollados es impensable que un funcionario público se niegue a dar una conferencia de prensa, porque habría una reacción inmediata y contundente”.
    Aquí la Primer Mandataria continuará los malos pasos de su esposo: Se limitará, aparentemente, a sus metafísicos monólogos antojadizos.
     Resulta altamente improbable que las acciones gubernamentales cambien. El estilo, sin dudas, será algo diferente, pero las políticas idénticas. Las que nos llevarán a un abismo, cada vez más profundo, de corrupción y miseria, por los increíbles y burdos dislates de este alocado “pseudo progresismo”, que nos viene resultando tan caro... y cuya factura alguna vez deberemos pagar los argentinos que aún quedemos.

 

Pablo Dócimo

 

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