Casi nadie se imaginó que aquel ya lejano
25 de mayo de 2003, ocuparía la primera magistratura del Estado un auténtico
ejemplar de travestismo político a la enésima potencia. Pues el hasta
entonces gobernador santacruceño Néstor Carlos Kirchner se mostraba como un
ferviente progresista, digno detentador de los derechos humanos fundamentales y
furibundo detractor del modelo neoliberal noventista, causante de todos los
males. Sin embargo, quienes lo padecieron primero como intendente de Río
Gallegos primero y luego como titular del ejecutivo de dicha provincia
aseguraban que todo eso era pura construcción de cartón para ocultar algo
distinto. Quien luego se proclamaría hijo de las Madres y nieto de las
Abuelas de Plaza de Mayo trataba de ocultar su pasado como abogado que se
amasó una fortuna gracias a la nefasta 1050 del Oreja Martínez de
Hoz, y también, sus excelentes relaciones con altos oficiales del Ejército
encuadrados en la Brigada XI.
Ya en el menemismo, realizó a su vez pingües negocios a
merced de la amistad con el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo, quien
le sugirió que pirara del país los famosos y nunca devueltos fondos de
Santa Cruz. No se debe dejar de mencionar, en el mismo período ahora decretado
execrable, cultivó una fructífera relación con el entonces presidente Carlos
Saúl Menem, el mismo que —las vueltas del destino—, lo puso como principal
adversario en las presidenciales del 2003.
Un tiempo antes de eso, se mostraba ante las cámaras de los
canales de televisión afincados en Buenos Aires como acérrimo detractor del
rumbo económico de la Alianza, fustigando a José Luis Machinea primero,
luego a su sucesor en la cartera económica Ricardo López Murphy y luego a su
¿amigo? Cavallo.
Así las cosas, cuando estalló en diciembre de 2001 la crisis
anunciada, el Néstor desde las sombras operó con la vista birola
bien fija en Balcarce 50. Por eso, conspiró junto con otros popes justicialistas
del interior para eyectar de ese histórico sitio al puntano Adolfo Rodríguez Saá,
para luego ponerse a las órdenes del otrora hombre fuerte de Lomas de Zamora,
Eduardo Duhalde, designado presidente "a dedo" el 1° de enero de 2002.
El pingüino del 22%
Pero quien nunca fue buen vasallo, siempre aspira a ser un
mal señor. Esto anidaba en el interior de K, mientras veía a Duhalde decidiendo
los vapuleados destinos de la Nación. Para colmo, a sus espaldas bromeaban con
muy mala uva acerca de que sólo era el Chirolita del Cabezón. Su revancha
llegaría con sangre, cuando el 26 de junio de 2002 una manifestación del
Bloque Piquetero Nacional fue repelida a balazos en el Puente Pueyrredón,
con el conocido saldo de dos jóvenes víctimas fatales y de decenas de heridos
por balas de plomo.
Dicha torpe y cruel maniobra, seguramente destinada a cortar
de plano la rebeldía ciudadana plasmada por las asambleas barriales y los
movimientos piqueteros, provocó que Duhalde convocara a elecciones anticipadas
para mayo de 2003. Ni lerdo ni perezoso, el Pingüino se presentó como
candidato buscando los añorados laureles que le quemaban la testa a varios en
esos iracundos días. Lo único que le faltaba era derrotar nada menos que a
Carlos Menem, otro ¿amigo? de los 90 a quien le hacía mucha gracia enrostrarle
eso. Para peor, su contrincante riojano le gana en primera vuelta por 24,05% de
los sufragios del domingo 27 de abril, consiguiendo el santacruceño el segundo
puesto con 22,02%. La segunda vuelta tendría lugar el 18 de mayo, pero cuatro
días antes el ex caudillo de Anillaco renuncia al ballotage. Kirchner de este
modo inusual hace su ingreso en la Rosada el 25 de mayo.
Una foto de ese día, lo muestra sonriente haciendo jueguitos
con el bastón presidencial. Sonriente y distendido para las cámaras, nada
hacía presagiar que detrás de esa mascarada anidaba un autoritario con ribetes
stanilistas que no vaciló en manipular al Poder Judicial, ignorar de plano todo
atisbo de parlamentarismo, comprar a gran parte del periodismo vernáculo, y
cooptar al sindicalismo mientras decretaba la guerra sin cuartel contra
cualquier atisbo de pensamiento independiente. Todo esto en aras del progresismo
y de un cómico alineamiento con la Cuba de Fidel Castro y la Venezuela de Hugo
Chávez, cuento chino mediante.
Se ha vertido mucha tinta virtual y de la otra de esta larga
noche de cinco años, por eso para no cansar a nadie se omite un riguroso
análisis de este período ominoso cuyas nefastas consecuencias se siguen
padeciendo aún hoy.
Como se sabía perdedor de una eventual reelección en octubre
de 2007, Néstor "enroqueó" con su mujer Mrs. Botox Cristina K quien fue
designada su sucesora, mediante un oprobioso fraude patriótico el domingo 27 de
dicho mes.
De tal palo…
También la erraron fiero quienes pronosticaron el 10 de
diciembre de ese año que el gobierno de la citada señora Fernández de K iba a
opacar al de su marido. Pues éste, en lugar de llamarse a cuarteles de invierno,
siguió jugando al TEG político en su concheta oficina de Puerto Madero.
Desde allí, junto a su ahora tambaleante Alberto Fernández, manejó a su antojo
la agenda presidencial dictando políticas de Estado que muchas veces se daban de
pelos con las diseñadas por su esposa. Así las cosas, surgió el conflicto con el
agro mostrándose tanto Cristina como él absolutamente carecientes de voluntad
negociadora poniendo al país al borde del caos y la disolución. Esto se
evidenció cuando luego de las agresiones verbales cristinistas, gran
parte del pueblo salió a la calle a cacerolear, un golpe de celular de su
marido convocó a los cavernícolas de Luis D’Elía a que a puñetazos limpios
recuperaran la Plaza de Mayo ocupada por la "puta oligarquía", el martes 25
de marzo del corriente.
Esto les trajo aparejada a la pareja gobernante reinante un
brusco descenso de la imagen pública de Cristina, que actualmente ostenta un
índice negativo del 85%. Contraviniendo de plano a aquel rey del Principito,
que manifestaba que la autoridad residía primordialmente en la razón, los K
pretendieron suplirla, y lo siguen haciendo, por construcciones míticas,
verdades reveladas, engaños manifiestos y embustes groseros tamaño INDEK.
Todavía están a tiempo de dar un salvador golpe de timón. Se
los pide, clamando a los cielos, la Nación toda.
Fernando Paolella