Los primeros análisis realizados luego de
la histórica votación en el Senado entre el miércoles y el jueves pasados
confeccionaron una lista de ganadores y perdedores entre los principales
dirigentes y funcionarios, con vistas a sus futuros políticos y a la carrera
hacia el 2011, que ya comenzó.
Entre los vencedores se destacó la figura del vicepresidente
Julio Cobos, protagonista primordial de la decisiva votación, seguido por
gobernadores como Juan Schiaretti (Córdoba) o Hermes Binner (Santa Fe), o los
senadores Carlos Reutemann y Gerardo Morales.
No son pocos los que vaticinan que este resultado podría
catapultar a la escena política a dirigentes agrarios como Eduardo Buzzi o el
verborrágico Alfredo de Angeli, ya tentado por varios partidos.
Entre los "vencidos", además del matrimonio K,
aparecieron ministros, mandatarios provinciales como el chaqueño Jorge
Capitanich, el tucumano José Alperovich o el bonaerense Daniel Scioli.
Pero pocos repararon en que una persona tampoco salió ilesa
del conflicto, a pesar de que lo estuvo observando desde lejos, de que sus
referentes en el Parlamento votaron en contra de la resolución 125, y de sus
expresiones de algarabía una vez finalizada la votación en la Cámara Alta:
Mauricio Macri.
Si la balanza de Cobos se hubiera inclinado por el proyecto
oficialista, desde luego el mendocino quedaba en otra vereda, y a los ojos de la
opinión pública, quienes hoy aparecen como ganadores cargarían con una derrota
sobre sus espaldas tras una larga batalla perdida sobre los tractores de los
dirigentes rurales.
Sin embargo, el jefe de Gobierno porteño se hubiera alzado
como el principal referente opositor, sin más méritos que el de no haber
participado de la contienda, su manifiesta rivalidad con los Kirchner, y su
pasado como exitoso dirigente deportivo.
Hace diez años, un jefe de Gobierno porteño llegó a la Casa
Rosada con un mínimo esfuerzo, apenas el de caminar cien pasos, merced al
desgaste que provocó la "guerra civil" entre los peronistas Carlos Menem y
Eduardo Duhalde.
Su gestión, que no encontró consenso siquiera en partidos
aliados —como el FREPASO del renunciante vicepresidente Carlos Alvarez— se
desmoronó terriblemente en unos pocos meses.
Ahora, el voto de Cobos no sólo derogó las retenciones
móviles a las exportaciones de granos: también rearma el mapa político de una
variopinta oposición.
Cobos, Schiaretti, Binner, Reutemann y Morales quedaron, por
lo menos por ahora, en el bando de los ganadores. Sus fanáticos seguidores
comparan su "hazaña" con el cruce de los Andes de San Martín, a la del pastor
David y su modesta honda contra Goliat, y su valentía a la de los trescientos
espartanos que, al mando del bravo Leónidas, enfrentaron al millón de
mercenarios de Darío en las Termópilas.
Esto obliga a Macri a dejar de hacer la plancha si su
aspiración, como él mismo admitió algunas veces, es llegar a ser presidente.
El ex titular de Boca tiene que empezar ya mismo a
construir su base política con gestión —que hasta ahora no lució— y con
coaliciones que desplieguen al PRO más allá de la General Paz: hoy, su único
referente fuera de la Ciudad es su primo Jorge, cuyo solo mérito es portar el
apellido Macri.
Macri celebró ante cámaras, micrófonos y grabadores la
derogación de la resolución 125. Apenas conocida la definición, disfrutó
genuinamente la derrota de los Kirchner.
Pero, si analizó con cuidado lo ocurrido, sus labios deben
haber cambiado la sonrisa por una mueca agridulce: sin moverse, retrocedió
varios casilleros. Y ahora tiene que trabajar. Y mucho.
Luciano Wernicke