Carlos Germán Belli es un poeta excepcional en nuestra América, raro, mezcla
juglar de la tradición, clásico de cuño, barroco de sí mismo, un facedor
(hacedor) de poemas que le arrancan la cabeza al león de la poesía en su misma
selva, maraña del lenguaje que el poeta nos descifra.
No es un
desconocido, sí un poeta oculto y de culto, detrás del espejo mirándonos. Por
eso no me sorprende su premio José María Euguren 2004, que desconocía,
y al parecer lo otorgan en Nueva York. Cosas veredes, Sancho.
Mi
primera nota de “crítica
literaria” versa sobre La Sextina y otros poemas, de Carlos Germán
Belli, por encargo de Enrique Lihn, en la revista chilena, ya desaparecida, Cormorán.
Belli es un poeta culto que cultiva la palabra, la tradición,
que moderniza el viejo y aparentemente gastado verbo y trabaja la sonoridad, el
ritmo, una poesía que de vieja hace nueva con su propio lenguaje.
Oscar Han y pedro Lastra, poeta y profesores universitarios
chilenos en Estados Unidos, formaron parte del jurado, que en justicia premio a
Belli con su libro La miscelánea íntima. Ambos académicos chilenos
conocen muy bien el oficio, a Belli, la poesía peruana y Hahn, en su propia
tradición, es un pariente de Carlos Germán Belli, sin duda. Isaac Goldemberg y
Miguel Angel Zapata conformaron parte del jurado del premio de Poesía José María
Eguren, que Belli recibirá en Nueva York en el Instituto Peruano de Cultura de
esa ciudad, el cual lo patrocina.
Si bien no conocemos poema alguno de esta nueva entrega de
Belli, no dudamos de su oficio, originalidad, búsqueda permanente, trabajo de
lenguaje, humor, la palabra detrás de la palabra. El jurado se pronunció de
esta manera:
“Un libro raro que mezcla la tradición y la modernidad
en un contexto distinto: su fervor consiste en la resistencia de la lengua ante
el arrebato del tiempo y la memoria, y su dificultad deviene en una
transparencia gratificante, justamente en estos tiempos de falsas oscuridades y
desarmonías”.
Belli es un poeta de métricas, verso ajustado, el mismo
se califica de un experimentador de endecasílabos y alejandrinos que se repite
hace 40 años. Su oficio e inspiración, nos dice dl
amor familiar, el amor a secas, cierta angustia, mis experiencias burocráticas
como empleado del Senado peruano, la obligación de trabajar en dos o tres
oficios a la vez. La escritura fue una suerte de catarsis.
El poeta, autor de Oh, Hada Cibernética, una palabra
que descubrió en los diarios en los sesenta y se enamoró de ella, tras la
revolución tecnológica, mientras América latina era un horno social. Más
cerca de la alquimia, reconoce, que la química, aunque vivió con su padre
farmacéutico esa experiencia.
Considera que pernocta con su propia intimidad, esa voz
interior que todos tenemos y el poeta suele recrear en la palabra, el poema.
Estos versos, que incluimos de su libro premiado, ya
publicado, La Miscelánea intima, nos recuerdan al poeta chileno Jorge
Teillier: “Sólo es mío/ el país que se halla en mi alma./Entré sin
pasaporte /como en mi casa. El poeta dueño de nada, sólo de sí mismo, sus
palabras. La nostalgia adivinada en el futuro que es pasado.
Poeta de la búsqueda Belli, en la tradición de abrirse
paso con el lenguaje en la sociedad, nos dice que: creo
que con los medios con que aún nos expresamos hoy, o con los medios tecnológicos
conocidos o por conocerse, habrá siempre personas sensibles que darán cuenta
de las nuevas realidades o los nuevos mitos. Ese es su trabajo, un hombre de la
tradición poética en la modernidad. Heredero de Rubén Darío en la rica poética
peruana. “Estoy identificado con la tradición poética peruana que empieza
con nuestra renacentista Amarilis, se prolonga con el modernista Manuel González
Prada, y en el siglo XX se profundiza con la pléyade antes citada, a la que me
permitiría incorporar a Martín Adán. En relación al parnaso español, alguna
vez quisiera escribir como Francisco de Medrano o como los de la Generación del
27. Desde luego, esto es pedir muchísimo, y decirlo por añadidura resulta una
cosa digna de un naif.”
Deudor también del surrealismo, pero en su propia línea,
asimila ismos, vanguardias, las convierte en la modernidad asfixiante de su
humor negro, de época.
Belli, que se ha
apartado del poeta de todos los tiempos de Pedrú, César Vallejo, como Nicanor
Parra lo hizo de Neruda, para sobrevivir en su propia palabra, es autor de
numerosos libros: Obras de Carlos
Germán Belli (Lima, Perú, 1927): Poemas (Lima, 1958), Dentro
& Fuera (Lima, 1960), ¡Oh Hada Cibernética! (Lima, 1962), El
pie sobre el cuello (Lima, 1964), Por el monte abajo (Lima, 1967), Sextinas
y otros poemas (Santiago de Chile, 1970), Más que señora humana
(Lima, 1986), El buen mudar (Lima, 1987), En el restante tiempo
terrenal (1988, 1990), Trechos del itinerario (1998), ¡Salve,
spes! (Lima, 2000), En las hospitalarias estrofas (Lima, 2001), La
miscelánea íntima (Valencia, 2003).
El próximo
16 de abril, la Gran manzana otorgará el premio en el consulado de Perú, a
Carlos Germán Belli.
Rolando Gabrielli