Basta con leer algunos artículos de nuestra portada editorial, para darse
cuenta que la ocupación de Irak ha traído unos costos aún impredecibles a las
fuerzas de ocupación. Las vidas y mutilaciones de las personas ya no se
recuperarán. Mientras vemos por TV la rebelión violenta en Irak
de los shiis contra los invasores, una ola de escalofriante terror
recorre el mundo, y no es una frase, ni titular para estas páginas. En el tema
de Irak se ha perdido la cabeza y algo más. Asistimos al más formidable
blindaje de ciudades, instituciones, países, con costos fantásticos, que no
permiten atender debidamente los problemas de salud, educación, vivienda y de
empleo. La guerra es el pretexto de todas las lacras sociales en aumento.
La libertad de expresión, de movimiento, el mundo de la
diversidad, el libre tránsito de las personas, cede cada día un espacio más a
la intransigencia y a la ausencia de todas las libertades. La economía no
prospera en su conjunto y su esquizofrenia en un mal sentido, es notoria. El
mundo se mueve con la torpeza de un elefante en una cristalería y los
resultados están a la vista. La misma coalición invasora forma parte de esa
cristalería.
La sociedad norteamericana, la más implicada en este
conflicto focalizado en Irak, que es global, es de las más afectada
internamente, no acostumbrada a sufrir en carne propia los efectos directos de
una guerra allende sus fronteras. Afortunadamente sus medios de comunicación,
algunos sectores con luces largas, se cuestionan la presencia de los soldados
norteamericanos, los resultados de las operaciones y la “necesidad de
normalizar las cosas.
Es un período electoral en Estados Unidos y eso cambia el
panorama. Todo es diferente. Y un conflicto de esta naturaleza se hace más
sensible y atendible.
The New York Time,
llama la atención como destacados programas de la influyente televisión
norteamericana expresan su creciente disconformidad con la Casa Blanca. En este
paquete incluye a la poderosa e influyente industria del cine, a Hollywood
himself.
La mofa es continua en la TV contra el presidente George W.
Busch, llama la atención NYT.
En el programa “Whoopi” de la cadena NBC, el personaje protagonizado por
Whoopi Goldberg criticó a Bush,
cuando un “doble” del presidente se presentó en su establecimiento para
usar el baño. “No puedo creer que esté ahí adentro haciéndole a mi baño
lo que le hizo a la economía”, ironizó.
El malestar proviene directamente de
no haber encontrado las armas de destrucción masiva, de los problemas
económicos, sociales internos, de la política medio ambientalista del gobierno
y de una fatiga producto del temor, terrorismo, de la inestabilidad en
que se vive actualmente.
“Nunca
antes la comunidad había estado tan unida como ahora”, reprodujo el NYT
las palabras de Laurie David, que se dedicó activamente a organizar a la
comunidad creativa en contra de Bush. “No pasa un día sin que me llame una
docena de personas diciéndome ‘¿Qué puedo hacer?’ Y todos tienen un mismo
objetivo: cambiar el curso de lo que está pasando en el país y sacarnos de
encima esta administración”.
Hay mucho dinero donado por medio para esta empresa, y ella
misma donó 100 mil dólares que se suman a los 2.500 millones de dólares
recaudados recientemente por el candidato demócrata
J. F. Kerry, en una cena con cineastas y actores. Quienes producen Whoopi
en la NBC, donaron otros 500 mil dólares.
Es la batalla por la Casa Blanca, y pareciera que se está
ganando o perdiendo en Irak. The New York Time recoge este malestar que se ha
centrado más allá de la opinión pública, en programas de alta sintonía en
la TV.
El debate apenas está comenzando y el tema de Irak está
también en la punta del iceberg, que es lo que nos revela un mundo. La derrota
de Aznar en España abre puertas insospechadas al ambiented e la carrera
presidencial. El horror sigue creciendo y se instalará en primera fila en la
campaña presidencial norteamericana. No lo dude, amigo lector.
Rolando
Gabrielli