Harvard siempre ha sido el sueño, la meta, el punto de partida de la gran
maratón universitaria por conquistar la vida, fama y fortuna, y prestigio. Es
de Harvard, significa como un título que no sólo debe decirse con la boca
llena, sino que deja una estela de glamour y asfixiante saber en la
atmósfera y sus circundantes áreas vecinas. El aire queda temblando y
el designado con la palabra mágica,
flota en su mismo eje que le impulsa. Silencio, hummm, el largo recorrido de
asombro del lenguaje y sus interjecciones. Ni imaginemos un cartón colgando
en una oficina con las firmas de Harvard. La pared simplemente se expande,
hincha y explosiona frente a quien
osa observarla.
Y esto lo vengo escuchando desde que tengo uso de razón, y
yo no soy de Harvard. Ni mucho menos: “jaguar yu?, decían los chilenos que
eran de Harvard.
El orgullo es muy grande, la pertenecía, de dónde viene
el cantante, algo así. Sello, la marca registrada. Aun no he visto los trajes
Harvard. Un estilo. El individuo se distingue por sus conocimientos, talento.
Es alguien aprobado de antemano. Se sabe que lo hará bien. Leyenda. Y nada
corre más rápido que una leyenda, es lengua de fuego
en la historia.
Hay tela en esto también, historia sobre historia. Toda
regla tiene más de una excepción. Y para Harvard tampoco hay escapatoria en
esta materia. Cualquiera se resbala en tiempo de lluvia o de nevazones, y aún,
en días normales sin que sea martes o viernes 13. Hubo cerebros también en
golpes de estado sangrientos.
Detrás de un Harvard, una estrella. Es la voz de la
autoridad, la firma, estámpese. Toda una gama de profesionales en la cúspide,
dentro y fuera de Estados Unidos, presidentes de la nación norteña. El gran
brazo y paraguas de Harvard. Welcome
To Harvard University.
Harvard
es de 1636 y sólo comenzó con nueve estudiantes y actualmente tiene 18 mil.
Pensemos en ciudad de Panamá, con menos de un millón de habitantes y más de
30 mil alumnos en su universidad estatal. La selección también es onda
Harvard.
La universidad se describe así misma,: “Entre sus
graduados se encuentran personajes muy importantes para la historia, no sólo
de este país, sino para la historia de la humanidad. Un total de 40 premios
nobeles y siete presidentes de EE.UU. han pasado por alguna de sus facultades
y escuelas.”
43 mil dólares anuales, aproximadamente,
necesita un alumno para estudiar en Harvard, de acuerdo con datos de la
propia universidad. No es un detalle. Muchos reciben ayuda para cumplir con
sus estudios.
Harvard
es la tradición, y está cambiando, adecuándose a las transformaciones
vertiginosas del mundo. La globalización y sus retos, son algo
más que papel, y no respetan las tradiciones, y en la actualidad nada
es inamovible. La educación en especial requiere de flexibilidad, de
continuos ajustes, elaboración de nuevos programas, y para dirigir el mundo
Harvard tiene que contaminarse con el mundo.
Así interpretamos, el mensaje que Harvard ha comenzado su
primera gran renovación de las últimas tres décadas. La universidad sabe
que, como debieran saberlo los gobiernos de América latina, que ya no hay
fronteras y que se requieren especialistas en muchos lugares del mundo. Un
graduado de Harvard no sabe si vivirá en Estados Unidos. Es lo que las
universidades de Latinoamérica debieran saber y prepararse para ello: el
planeta es más complejo, grande, diferente y exigente que nuestro propio país.
La casa del mundo es grande, ancha y ajena, y la misión universitaria es
prepararse.
Así se entiende la revolución que Harvard ha emprendido
en esta época del siglo.
No puede sorprendernos entonces, que en
el 2003, el David
Rockefeller Center for Latin American Studies, Harvard University,
con su oficina regional en Chile, haya realizado un coversatorio con académicos,
expertos y escritores, intitulado:
Encuentro sobre Sexualidades, Género y Cultura: Un Diálogo desde el Sur.
Los temas, al menos los títulos, superan todo tipo de
imaginación. Especialistas de Estados Unidos, Puerto Rico, Argentina, Uruguay
y Chile. Carmen Berenguer (Chile), Escritora, "Las
huilas femeninas y el refajo viril de la ilusión local"; Mauro
Cabral, (Argentina)
"El cuerpo en el cuerpo: poéticas y políticas del transito".
Jefe
de Trabajos Prácticos, Escuela de Historia, Universidad
Nacional de Córdoba,
Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género
de la Facultad de Filosofía
y Letras,
Universidad de Buenos Aires. Roberto
Echavarren (Uruguay) "Óptica
del fetiche"
Brad Epps (Estados Unidos)"La
ética de la promiscuidad "Universidad
de Harvard Profesor de Lenguas Romances y Literatura; Licia Fiol-Matta (Puerto
Rico)
"Gabriela
Mistral: del estereotipo nacional al estereotipo nacional de minoría
"Lehman College Profesora
Asistente del Departamento
de Español.
Como
se aprecia, una extraordinaria diversidad temática y de participantes, única
manera de interpretar este mundo global si queremos entendernos sobre la base
del diálogo, conocimiento y respeto mutuo.
Mary Louise Pratt (Estados Unidos) "Las
heteropatías
suicidas o cómo Eva fue expulsada del jardín pero Adán no, y con quién
"Universidad
de Nueva YorkProfesora Departamento de Español y portugués Poeta y Crítico
Literario Diana Sorensen (Estados Unidos)
" Masculinidades ansiosas: La revolución
cubana y la construcción del héroe"Universidad
de Harvard Profesora de Lenguas Romances y Literatura ; Juan Pablo
Sutherland (Chile)"Hacia una narrativa cultural marica: las
políticas de identidad en la literatura chilena contemporánea "FLACSO
Celina Tuozzo (Chile)
"Cuerpos quebrados/Cuerpos descentrados: poderes, sexualidades,
¿proyectos de futuros? Instituto
de Estudios Avanzados, Universidad de Santiago, Investigadora asociada.
Un popurri, especie de cancionero con boleros de nuestro
mundo kafkiano, el cuarto y quinto nivel de la psiquis, lo que sea, un
extraordinario esfuerzo por buscar respuestas dentro del individuo y su
comportamiento. El hombre es la suma también de sus imposibles.
Nada nuevo bajo el sol de Harvard, pero sí de la realidad
mundial. Un mundo que va sobre patines en una pista de hielo en bajada.
Nuestro destino es conocernos, entendernos, intercambiar
mucho más que mercancías, ideas, culturas, y sobre todo tolerancia, que es
donde el mundo cojea y está ciego y sordo. Necesitamos un bombardeo de ideas
brillantes que nos despejen los obstáculos en al tierra. Un mundo mejor es
posible y a través del diálogo.
El mundo necesita más soldados de la palabra y del
conocimiento, profesores, maestros, gente que enseñe a vivir y a hacerlo en
paz. El mundo se hizo complejo, más de la cuenta, parece ser una pelota de fútbol
que todos patean y está a punto de explotar. Una pelota llena de Apocalipsis.
No sólo el mundo Harvard debe analizar la nueva era que
vivimos y ajustarse a los tiempos, sino el planeta entero, o todo aquel país
que comprenda que se trata de un esfuerzo colectivo. Los países desarrollados
debieran apoyar más la educación global, un intercambio más masivo, más
oportunidades para el diálogo y los estudiantes del Río Bravo a la
Patagonia, y viceversa.
La universidad es un gran espejo de si mismo, pero ahora
esa imagen del cristal debe reflejar el mundo. Es la idea, nos parece, de la
gente de Harvard. Tal vez no sea tan nueva, pero si necesaria y ellos tienen
los recursos, además que Estados Unidos es el líder del planeta. Y lo que
hace Harvard, harán las demás universidades norteamericanos.
Eso está escrito en la tradición.
Tiempos de cambios y planes de estudios de la legendaria
Harvard están siendo revisados por primera vez en tres décadas. Es un
signo de los nuevos tiempos. Es el hombre quien debe cambiar. La educación
puede hacer y promover ese nuevo individuo.
Es tiempo de culturas, de enfrentar con la fe de la razón,
el conocimiento, la participación, solidaridad, comunicación, información,
el respeto al medio ambiente y al hombre, los problemas de la humanidad.
No vamos a hacer un mundo Harvard a imagen y semejanza de
Harvard, lo que se requiere es diversidad, participación, y que el mundo
apueste a la paz, creatividad, alas soluciones negociadas, que retorne a su
papel las Naciones Unidas y aún más, que se haga presente con una nueva
filosofía que impulse los cambos hacia una estabilidad global.
Los Best Sellers nos dan una pauta por donde caminamos. De
una orilla del fanatismo a la otra, en medio, Dios, un desconocido,
atrincherado de uno y otro lado, sin posibilidad de sacar una banderita
blanca. Es que el mismo divinos se ha quedado sin recurso ante los matarifes
del mundo. La carne cuelga en los ganchos de Babilonia, qué jardines más
escalofriantes, Dante diría, al infierno vamos amigos de la muerte y las
cenizas vienen de Bagdad.
No olvidemos,
finalmente, que en el Best Seller, El Código Da Vinci, la policía
francesa contrata a un profesor de simbología de Harvard
para
descifrar un mensaje escrito por un conservador del Louvre antes de morir, y
comienza la historia.
Rolando Gabrielli