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LOS GARCAS

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RADIOGRAFÍA DEL ARQUETIPO ARGENTINO
RADIOGRAFÍA DEL ARQUETIPO ARGENTINO

    “Tené cuidado con ése, porque es un garca”. Esta frase, desde hace bastante tiempo, es una muletilla casi obligada en muchos diálogos entablados por argentinos. Pero, ¿básicamente, qué es un garca?. O en su defecto, ¿cómo un individuo puede volverse como tal?. Ese filósofo de apellido Jauretche, lo hubiera encuadrado en su tipología piojo resucitado. Pero va un poco más allá, puesto que el concepto garca es amplio y profundo.
    El garca no nace, se hace producto de un duro proceso de transformación. El garca puede ser político, militar, empresario, policía, sindicalista y hasta clérigo, pero pasa por diversas etapas hasta convertirse en ese desecho humano. En su momento, fue un ser común y silvestre dotado de bondad, hasta que como San Pablo, se cayó de su montura y se encontró cara a cara con el dios de la transa. De inmediato, lo llevó de la mano a lo alto de un monte, y le mostró todo los placeres y dominios a obtener si se transformaba en eso: un garca. Y como un superhéroe trucho, se yergue ante el mundo este auténtico malabarista de la maldad solapada. Pero, ¿a qué se dedica el susodicho?.
    A trepar, utilizando a los demás como peldaños y pisando cabezas. A hacer mucha guita de todos los colores y pelajes, no importando absolutamente nada de nada. A traficar lo que venga, haciendo malabarismos en el arte de lo trucho. A gobernar siendo el mejor genuflexo de los organismos de crédito multinacionales, no conmoviéndose un cuerno ante el marasmo suscitado en la gente a causa de sus políticas de hambre y entrega.



El garca político

  
Indudablemente, uno de los que causa más estragos es éste. Plantado el día de su asunción a cualquier cargo, ante los santos evangelios, jura haciendo cuernitos con su mano izquierda mientras roza con su derecha el libro sagrado. Pero antes de eso, ha mentido a rajatabla frente a micrófonos y grabadores, prometiendo todo aquello que jamás cumplirá. Se ha sacado fotos alzando a nenitos, cuando en realidad le hubiera gustado venderlos por Internet, acariciado perros cuando pensaba que lindo sería gasearlos en el Pasteur, y posado con cartoneros o piqueteros buenos, cuando en realidad soñaba con los dilectos servicios proporcionados por la clínica de rehabilitación Auschwitz.
   El garca devenido político comienza su carrera con un depto de un ambiente, un auto modelo 82 y con unos pocos morlacos. Cuando se adhiere al culto propugnado por San Coiman y el Beato Pontaquarto, se torna un émulo de Midas al revés pues todo lo valioso que ve es fagocitado como aspiradora. Prototipo de esta conversión, es el inefable alcalde Diamante, de la serie Los Simpson. Para este personaje, todo tiene precio y hasta lo más elemental en la ciudad de Springfield, es usufructuado a plazos o de un saque nomás. Es capaz de vender a su madre en cuotas, si el precio a convenir es de su agrado. Junto con el jefe de policía Gorgory, y el malévolo Burns, conforman un auténtico triángulo de las Bermudas donde rige una ley paralela. Porque los corruptos, al estar por encima de los códigos penales, se manejan dentro de un microclima denso donde abundan los pactos, las lealtades y las alianzas tácticas o estratégicas. Si para muestra, sobran los botones, en el último fallo de la justicia que se le escapa la tortuga de las coimas en el Senado. Tanto romper con la cantinela de supuestos sobornos, no se encontró nada y los mismos de siempre riéndose a mandíbula batiente.
  
¿Este es el cuento de nunca acabar?. Ojalá que no, porque toda paciencia tiene un límite aunque en Argentina todo dislate se torna normal.

 

Fernando Paolella

 

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