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Salida del cepo cambiario: ¿Arriesgado, oportuno o inevitable?

El desembarco lejos del cepo, fijando una flexibilización en algunos aspectos de la política económica de Javier Milei, ha provocado un asombro que paralizó a casi todos los analistas y observadores de la realidad.

Lo vemos como un paso al frente del gobierno para recobrar la iniciativa “desde arriba”, afirmando de manera rotunda su decidida vocación por utilizar herramientas tradicionales de cariz ortodoxo que le permitan recobrar el protagonismo, frente a la jauría que se le echó encima luego de la famosa entrevista televisiva abortada por el imprudente Santiago Caputo, tras la cual muchos actores sociales aumentaron sus pretensiones de mojarle la oreja. 

En un país en el que muchísima gente cree en nada -o al menos en muy poco-, no había más remedio que tomar el toro por las astas, mascar bronca por el error cometido y seguir adelante, si se pretendía afirmar el rumbo absorbiendo las turbulencias impulsadas por el fantasma del “mercado”.

Un mercado que no solo abarca a Bancos, instituciones financieras y empresas privadas, sino también a comentaristas de la realidad que con su habitual pesimismo representan la quintaesencia de un país frustrado por los vaivenes adversos sufridos durante años.

Porque cuando la diferencia entre lo posible y lo imposible no depende enteramente de nuestra decisión, la fe puede ser muy útil, pero no transformará en posible lo que resulta imposible, por lo que se debe aprender a mantenerse en tierra firme dominando el temor instintivo por producir los cambios necesarios inevitables, ya que de eso se trata, al fin y al cabo, el camino hacia un bienestar colectivo armonioso.

Contradiciendo este principio, hemos vivido, casi sin interrupción alguna, atados a la magia que nos vendieron por décadas políticos inescrupulosos de verba florida y bagaje cultural paupérrimo, que trataron de enredarnos con los conjuros de sus apetitos personales.

Milei ha indicado más de una vez que para él la tecnología de la salvación por dichos medios son solo trucos engañosos, y lo que se requiere es poner el pecho a las balas de fogueo y marchar hacia adelante, ubicándonos –valga la metáfora-, dentro de las “bandas” que sostienen el pensamiento académico.

Vivimos en un país donde las opiniones suelen seguir los vaivenes emocionales de mucha gente desencantada, por lo que vemos esta suerte de día “D” vernáculo como la continuidad de un programa de gobierno bastante inédito, llevado adelante con seriedad y abundante ortodoxia conceptual. Aunque podamos discrepar a veces con sus formas y ciertos aspectos puntuales de la “letra chica”.

Estando “a tiro” las próximas elecciones, creemos que resultará un método adecuado para abrir con tiempo los debates sociales y políticos inevitables, agotando las controversias que provoquen algunas decisiones complementarias de un ajuste que, dicho sea de paso, es aplaudido sin disimulo por países que ya han vivido con éxito los partos inherentes a un desarrollo sustentable. A buen entendedor, pocas palabras.

Director periodístico: Christian Sanz © Tribuna de Periodistas. Todos los derechos reservados
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