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Cero credibilidad y nula representatividad: la CGT atraviesa su peor crisis en 100 años

La Confederación General de Trabajo (CGT), paro tras paro, va perdiendo fuerza de impacto, de choque. Sobre todo después de la presidencia de Alberto Fernández cuando, a pesar del clima político económico y social altamente volátil, la central obrera no realizó ni un solo paro general.

Ya venía con fuerte pérdida de credibilidad. Esto último terminó por destrozarla por completo. Quedaron más que expuestas las razones ideológicas detrás de las medidas de fuerza… y la intención de conseguir negocios a costa de las arcas públicas.

La CGT nació en 1930 de una fusión noble con la intención de fortalecer el movimiento obrero y unificar a los trabajadores. Pero su motivación se fue tergiversando con el paso del tiempo hasta ser lo que es hoy: una central rodeada de escándalos de corrupción y politiquería barata.

Se sabe, la gente mastica vidrio, pero no lo traga. Y la central obrera tiene la peor imagen desde su creación. Ello conlleva a su pérdida de credibilidad, naturalmente.

Solo unos pocos apoyan los paros generales, porque no entienden, o no quieren entender, que no ayudan al trabajador sino todo lo contrario, lo perjudican. Ponen un palo en la rueda, además, al crecimiento de la economía.

La falta de influencia tanto en lo político como en lo social también se debe a la falta de figuras fuertes al frente de la central. Tras la salida de Hugo Moyano se notó una rotunda pérdida de terreno.

En su lugar quedó Pablo, su primogénito, con quien no tiene una buena relación y diside mucho de las políticas a implementar. Pablo es un poco menos analítico que Hugo y más directo en cuanto a lo confortativo, lo que podría parecer casi imposible. Sin embargo, también se decidió por abandonar la Secretaría General de la CGT.

Ahora es el turno de Héctor Daer, quien adelantó el pasado martes que no seguiría al frente de la organización de unificación sindical.

La renovación le está costando poder de fuego y eso se notó, y mucho, durante el paro de este jueves. Muchos no se adhirieron y en muchas provincias del interior prácticamente no se notó.

La Unión Tranviarios Automotor no se sumó al paro por estar en medio de una conciliación obligatoria, por lo que la influencia del paro fue menor de la que se esperaba… o de la que se observó en anteriores paros generales.

A ello debe sumarse que el ciudadano en general ya se acostumbró a este tipo de medidas, teniendo en cuenta que es la tercera que le hacen al presidente Javier Milei, y conocen de antemano las alternativas a las que pueden acceder.

Además los paros generales son ilegales y lo reconoció el propio vocero de UTA, Mario Callegari, al indicar que no se adherirían a la medida de fuerza. “Dentro de la ley, todo. Fuera de la ley, nada”, reconoció.

En fin, la CGT perdió terreno, está clarísimo, y por estas horas atraviesa la peor crisis de representatividad de los últimos casi 100 años.

Director periodístico: Christian Sanz © Tribuna de Periodistas. Todos los derechos reservados
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