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Después del 23, así quedará el mapa político argentino

SE ABRE EL JUEGO A LAS ESPECULACIONES

Dentro de dos semanas el nuevo mapa político de la Argentina  quedará diseñado con una homogeneidad nunca vista desde la  recuperación de la democracia.

El dibujo mostrará una veintena de provincias alineadas con la Casa Rosada frente a cuatro o, a lo sumo cinco, distritos  electorales del arco opositor, más un Congreso nacional muy  favorable al kirchnerismo, aunque no monocromático.

A no ser por alguna campanada sorpresiva, la única intriga en torno a las nueve elecciones para gobernador que se harán junto con las presidenciales del próximo 23 está puesta en Mendoza, donde la UCR aspira a quedarse con el poder que ostenta el PJ. 

La oposición sólo dominará la Ciudad de Buenos Aires, bastión  del PRO; Santa Fe, bajo el dominio del Frente Amplio Progresista;  San Luis, con el atenuante de que ya no gobernará un Rodríguez Saá; y Corrientes, que está en manos del radical Ricardo Colombi y elegirá gobernador dentro de dos años.

Este compendio merece dos aclaraciones. Colombi ya dio señales  de querer volver a ser un radical K para asegurar su supervivencia y Alberto Rodríguez Saá dijo que espera que la relación entre la Casa Rosada y San Luis mejore durante el más que probable mandato  de su actual jefe de Gabinete, Claudio Poggi.

En el Congreso, el oficialismo orillará el quórum propio en  Diputados, pero seguramente se nutrirá con legisladores que  comenzarán el nuevo período como "independientes", muchos de ellos enrolados en el Peronismo Federal. En el Senado requerirá de aliados, pero también estará mucho más holgado que ahora.

Este rebalanceo legislativo ya quedó en evidencia con la sesión de esta semana en la que la oposición solo junto 85 legisladores —un tercio— para tratar de subir el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias y volverá a quedar en evidencia cuando se vote y apruebe el Presupuesto 2012.

 

Ambiciones

 

Bajo este panorama, Elisa Carrió volvió a hacer blanco esta semana en un debate que se había anticipado a principios de año,  sobre una reforma constitucional para permitir la continuidad de  Cristina Kirchner en el poder.

Bajo este criterio el oficialismo podría buscar una reforma  para establecer la reelección indefinida del presidente o  directamente cambiar a un sistema parlamentario y que la  mandataria se convierta en primer ministro.

El paso a un parlamentarismo cuenta con el impulso de Eugenio  Zaffaroni, quien está punto de dejar la Corte Suprema de Justicia, y también tiene adeptos en otros partidos, como en el FAP de Hermes Binner que lo incluyó en su plataforma política.

El propio Raúl Alfonsín propuso ir a un sistema mixto de  gobierno, en tanto que Eduardo Duhalde hace años que promueve la  implementación de un sistema de gobierno parlamentario.

En caso de avanzar, la Argentina iría a contramano de la  región. El continente americano tiene una tradición  presidencialista, a diferencia de Europa donde predominan los  sistemas parlamentarios con distintos matices.

Lo cierto es que para avanzar hacia una reforma constitucional  se necesita el aval de los dos tercios de ambas cámaras  legislativas. Y lo que el oficialismo sumaría en algunos sectores  de la oposición podría perderlo dentro de sus filas. ¿Respaldarán  los gobernadores peronistas como Daniel Scioli, José Manuel De la  Sota, Juan Manuel Urtubey o Jorge Capitanich una reforma de este  tipo cuando ya están anotados para la sucesión en 2015?

Encumbrados hombres del oficialismo reconocen que la reforma sería difícil de instalar e implicaría el avance sobre otros aspectos de la Constitución. Algunos piensan, en cambio, en  fortalecer la figura del jefe de Gabinete en detrimento del presidente, y proponer a Cristina Kirchner para ese rol.

Si bien el debate recién comienza y volverá a partir de 2013,  lo cierto es que en 1994 la figura del jefe de Gabinete fue  pensada precisamente como "fusible" ante las crisis y con un juego político distinto al que le dieron los distintos gobiernos.

 

Prioridades

 

"La Argentina no está blindada ante la crisis internacional",  alertó el titular de la Unión Industrial Argentina, José Ignacio  de Mendiguren y puso blanco sobre negro que las prioridades  actuales están lejos de embarcarse en una reforma constitucional.

Lo hizo junto con los anuncios de suspensiones de plantas de  Fiat —luego desactivados— o Alpargatas y en momentos en que los  pilares de la economía argentina establecidos por Néstor Kirchner  comenzaron a sentir presión interna y externa.

Pero los llamados de atención no fueron sólo sobre la economía. La detención del dirigente gremial opositor Rubén Sobrero volvió a poner en la mira a las instituciones.

El desempeño del juez Juan Manuel Yalj dejó muchas dudas sobre  su real independencia, mientras espera ser designado camarista, y  la intervención de Aníbal Fernández, celebrando y respaldando el  arresto, alentó esas especulaciones.

Fue la misma detención de Sobrero la que volvió a mostrar a un  díscolo Hugo Moyano. En defensa propia y desconfiado del Gobierno, el líder de la CGT denunció una supuesta persecución contra dirigentes gremiales. Equiparó a Sobrero con José Pedraza, investigado por la muerte de Mariano Ferreyra o José Zanola, imputado por la adulteración de medicamentos.

Moyano parece desorientado. Después de que esta semana Cristina Kirchner volviera a pedir "moderación", el gremio de los  camioneros realizó un paro que afectó a la distribución de viandas en el aeropuerto de Ezeiza y Aeroparque, bloqueó una planta de Siderar en Haedo y el acceso de la cerealera Pionner de Salto. Finalmente, el viernes pareció volver sobre sus pasos y firmó otro comunicado en respaldo a la jefa de Estado.

 

Gabriel Profiti
NA

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Director periodístico: Christian Sanz © Tribuna de Periodistas. Todos los derechos reservados
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