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Las elecciones legislativas de 2025 exhiben campañas tan miserables como vergonzosas

Los egos y las miserias se exponen en cada uno de los períodos electorales. Cada dos años los actores más rancios aunque reconocidos de la política se suman a una nueva lucha en la tan famosa campaña del “no votes al otro”.

Son pocas las propuestas y los méritos propios destacados a la hora de darle impulso a una efectiva estrategia proselitista. ¿Son pocos los logros que cada espacio político puede mostrar? ¿De eso se trata?

En contraposición, es insoportable la cantidad de dardos que se lanzan entre los distintos candidatos y partidos políticos, dejando a la sociedad en medio de un tiroteo discursivo que no le sirve absolutamente a nadie.

El “no votes al otro”, destacando secretos y miserias de los contrincantes en vez de remarcar logros propios, es un método habitual en toda campaña política, no solo en Argentina, sino en todo el mundo, pero no por ello menos miserable.

No son los políticos quienes hablan, son sus egos, el mismo ego por el que el gobernador bonaerense Axel Kicillof se enfrentó a Cristina Kirchner. O el mismo ego por el que Manuel Adornicabeza en la lista de La Libertad Avanza en terruño porteño, destrata al macrismo, que gobierna la Ciudad de Buenos Aires hace casi dos décadas.

Es así que el vocero presidencial llegó a sostener que el PRO es un “Nokia 1100” mientras que “nosotros somos un iphone 16” en referencia a que el oficialismo porteño quedó obsoleto en materia de políticas públicas.

Es la campaña en realidad, que ya empezó, no por nada el jefe de Gobierno de CABA, Jorge Macri, resaltó que el Gobierno de Javier Milei  “le debe 2 mil dólares a cada porteño”. No es antojadiza esa afirmación, sino que busca que cada uno de los residentes de la Ciudad idealice la tenencia esa cifra “de arriba”.

Dicen que en el amor, la guerra y la política todo se vale. Eso efectivamente es cierto, pero no deja de ser un acto que representa y expone la miserabilidad de los referentes y representantes políticos.

Es básicamente lo que llevó a que el Congreso Nacional se transforme en lo que es hoy. Una institución plagada de irrespetuosos, mentirosos y, en el peor de los casos, corruptos que buscan la adquisición de fueros parlamentarios para evitar el castigo por actos ilícitos.

Lo propio sucede en legislaturas provinciales. No es casual que la expresidenta Cristina Kirchner se presente como candidata a diputada provincial. No es solo para marcarle la cancha a su ex ministro de Economía, sabe que se acerca la condena de la Corte Suprema en la causa Vialidad y necesita estar protegida.

Además de desesperación, este simple acto expone el exceso de autoestima de la ex presidenta, que cree –o sabe- que puede mover los hilos de la política porque en lo que refiere a representatividad social, tiene un amplio caudal de votos.

El ego, en todo caso, funciona para la política como un método de protección ante el rechazo social generalizado –que por lo general supera al apoyo-, pero que puede ser peligroso, sobre todo porque no existe espacio que difiera en este tópico de la construcción psicológica de quienes buscan consolidar poder de cara a las elecciones legislativas de este año.

Director periodístico: Christian Sanz © Tribuna de Periodistas. Todos los derechos reservados
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