UNA NUEVA GENIALIDAD DE GABRIELLI
UNO
Entra un
ciego a una página en blanco y dice que leyó todo. Se va sonriente. No se
confundan, he memorizado todo. La página ha quedado en blanco nuevamente.
DOS
Yo me firmo con
seudónimo y cargo bajo la página, a la derecha, mis iniciales. Nadie sospecha
que con mi anonimato, garantizo mi doble calidad de inédito. El plagio
espera en otra página, vestido en su gabardina gris y afila sus largas
inmortales uñas amarillas.
TRES
La literatura es
íntima, asquerosamente pública, globalmente banal, rabiosamente obsesiva,
solitaria, huérfana.
La literatura es
un viejo animal herido: mezcla de dromedario y dinosaurio, un jilguerito con voz
de tenor que canta en el desierto. (Los reptiles arrastran su cuerpo con
felicidad)
CUATRO
La literatura no
es un mandamiento. La literatura no es un dogma, no tiene principio, ni fin. La
literatura no es un santo oficio. La literatura no es urgencia y urge. La
literatura no es una pomada, un cancionero, ni siquiera un masaje a la
pantorrilla. ¿Qué es la literatura?
CINCO
La literatura
puede ser un poema, un cuento, una obra de teatro, una novela. Los géneros se
confunden más cada día. Atmósferas raras, contaminadas, aparentemente nuevas,
viejas recetas para el mercado. La literatura es camaleónica y el mercado
aplaude, festeja, orienta cada perfomance.
SEIS
La literatura en
castellano, sigue en manos de un manco y de un lector ciego. Rulfo está vivo.
Alguien aúlla a lo lejos y no es un lobo.
SIETE
La literatura es
una droga que algún día prohibirán. Un diván de palabras. Un cuarto
oscuro con una página en blanco. La literatura alguien la inventó y ya no se
acuerda como se escribe. La literatura es una fotografía del yo, absolutamente
movida, para ser vista detrás de la luz del negativo. La literatura
alquila una cuartito en la Calle Imaginación esq. Realidad, frente a la vitrina
del almacén La Gran Ficción.
¿La literatura
falsifica la realidad o copia la ficción? La literatura es la literatura
y quizás por eso aun exista.
OCHO
La literatura son
las palabras de izquierda a derecha. Palabras para decir sólo lo que pueden
decir las palabras. Un montón de palabras viejas, usadas, casuales, cansadas,
asmáticas, que esperan ser puestas en movimiento, oxigenadas, ad valoren
sobre la página en blanco que cubrirá otras como una fina capa de nieve. La
literatura se amontona como la arena en el desierto.
NUEVE
La literatura es
una gran sospecha de la imaginación, cuando lo cree todo atado, vuelve y retoma
el humo de algún sueño, el hilo que estaba cortado, añade a su a cadena un
nuevo eslabón. Ficción y realidad literaria construyen una misma historia.
DIEZ
La literatura usa
sombrero, gafas, malla, todo el blindaje del ropero de la moda. Yo, la prefiero
desnuda, como la página en blanco fue echada al mundo.
ONCE
La literatura
obedece al vicio de una enorme memoria que le hace creer en el futuro.
DOCE
Literatura es
estrictamente lo que no puede decirse, inventarse, reproducirse de otra manera.
Es espejo de su olvido.
TRECE
La realidad es
ficticia, real, nunca la misma. La ficción es otra realidad, no un
saco de mentiras. Cuando se rompe la realidad, la ficción ocupa su lugar y
viceversa. Aún así queda la ilusión que todo es posible, hasta la realidad.
CATORCE
Yo no escribo,
vomito, reciclo, levito palabras. El mejor purgante es la realidad. Nadie compra
un fantasma visible detrás de una hoja de papel, envuelto en letras, convertido
en literatura.
Lo incertidumbre,
desconocido, la aventura, todo es literatura. Son unos cuantos gramos de papel
del árbol que es el escritor. Un poeta no repara estructuras, sociedades, no
desarrolla teorías, ni planos, ni brinda soluciones municipales, más bien
empuja del lado del corazón. La palabra reconoce la mano del poeta, como el
caballo la huasca. Las palabras reconocen al poeta cuando son verdaderas.
QUINCE
La
literatura es historia, un presente sin ninguna de las virtudes del futuro.
Cambia y no se reconoce asimismo. Lo que está en construcción, puede llegar a
ser futuro. La literatura es una lectura de todos los pasados, el presente de un
futuro inmóvil, literalmente agazapado. El original nunca perfecto.
¿O el original verdaderamente lo define el lector y así sucesivamente
con cada nueva lectura?
DIECICÉIS
La
literatura es un plagio interminable, hasta que surge una voz personal. Entonces
la escritura nueva vuelve a superar la página en blanco, como si nadie hubiese
escrito sobre ella. Polvo sobre el polvo, el poema enamorado.
DIECISIETE
La literatura es
un formidable inventario de uno mismo, de todo lo que amamos y nos rodea con la
respiración. Lenguaje roto, hilvanado, cosido a la página en blanco. Orilla de
la palabra, centro del lector y ningún otro río arrastra más que las propias
palabras. El río se cruza y las palabras quedan.
De la poesía y
la novela, la literatura, se ha dicho de todo y todo y queda por decir aún
tanto más. Son géneros estáticamente cambiantes. La
Muerte de ambas, ha sido un anuncio como si fueran palabras de un
vertedero. Los críticos abundan y por la boca muere el pez. Sólo los poetas
hacen que ambos géneros sigan respirando con buena salud. Los ensayos
son múltiples y más numerosas las opiniones, pero sólo quien enfrenta la
pagina en blanco con temor, pasión, gozo, verdadera alegría, podrá arrancar
una vocal al poema y enrostrársela al lector en la soledad del descubrimiento,
secreto, hallazgo, la impunidad solitaria de la palabra.
Estas son mis
opiniones personales, no citaré más que por placer, de memoria, a quienes me
han guiado por estos inefables caminos. Son más sin duda, no sólo en
verso. Las influencias son un anillo de compromiso indisoluble en el tiempo.
Aunque no se vea en la mano, aparece invisible en el poema.
DIECIOCHO
La literatura,
como todo, está llena de famosos, geniales impostores. Uno de los principales
fue F. Kafka, que mandó quemar la llama ardiente de su imaginación y olvido.
El incendio continúa. Nace un bosque por cada día que encienden sus
palabras. Kafka siguió construyendo a sus costos la muralla china. Borges
prefirió el secreto laberinto de sus temidos espejos. Cabalgó ciego por Buenos
Aires, las calles que trazaron sus historias y poemas.
Jorge Luis Borges
se presentó como lector y nos hizo creer que estaba ciego. Leyó como reloj de
cuerda, pero dejó páginas memorables, insuperables, inolvidables, formidables,
escritas por su puño y letra borgeana. Pablo Neruda, inagotable tinta invisible
del Sur de sus palabras, fue lluvia, amor- mar, materia, desierto,
cordillera, campana, la Oda Elemental de Chile. Se viajo en una Isla de
continente en continente. Místico de la materia, le llamó la Mistral. La poesía
es una materia que trabaja con las palabras. La noche tiene alas, el día
puertas, rojos y oscuros soles. Tralk, Rimbaud, Char, Vallejo, Celan,
Donne, Pound, Mistral, Apollinaire, Kavafis, D. Thomas, Lezama Lima,
Parra, Rojas, Panero, García Lorca, Bécquer y todo el
rosario de Chile. El farmaceuta austriaco nos heredó el derrumbe, la desolación,
su desesperado y violento, raudo paso por un mundo que se desmoronaba a sus
pies, dentro de sí. ¿Sólo ruinas para la poesía? Trakl nos dejó un sol
traspasado por la noche. Herido, mutilado, el ocaso.
DIECINUEVE
Cervantes se hizo
amputar una mano en Lepanto, porque ya había escrito el Quijote en los
infinitos sueños en La Mancha de su carrera diáfana hacia la gloria que no
tendría la fortuna de disfrutar. O lo haría finalmente desde una cárcel, con
los restos de su vida y muñones. De 400 años que el señor de las andaduras
manchegas no ha de parar un solo instante en desfaser entuertos que si no los
conociera loco andaría por estas calles de castillos con dragones en sus
puertas, posadas con viejos mísiles en sus patios, bebidas sin país de origen,
molinos de aguas turbias, contaminadas, ni viento, sólo gigantes muertos
soplando la historia al revés contra vientos de Quijotes que no dejan de andar
sueltos de sueños, libérrimos de espíritu, locos de amor. Sin adarga, en la
flor de su vida, viaja por Comala el Hidalgo Caballero desprovisto de aventuras,
no de sueños, entra en la noche de los espíritus del pueblo y sabe que
una nueva historia siempre comienza. Dulcinea, sólo bésame en medio del trigal
de la palabra.
VEINTE
La poesía
es timón de muchas naves, la practican locos imperdonables, viajan en sus naves
de fuego sin saber lo que hacen y llegan a cultivar las palabras en ciudades
que son pantanos de olvido, remotas estaciones de silencios y tránsitos
rotos, eslabones perdidos, antenas que transmiten voces muertas,
alucinados sin porvenir, han terminado por convertir la retórica en un vicio
inconfesable de la imaginación. La poesía no es policía del verbo, ni
vigila la palabra, o contamina sus versos, estrofas, ni cualquier otro
encabalgamiento de que se valga, con sus piernas de actriz de primera línea, es
verbo de su carne. La poesía apuesta a sus legítimos movimientos, cadencia, al
lenguaje que deja caer detrás de las palabras, desvestida de rojo, sobre una
silla de viento, tensa como una cuerda de guitarra.
El poema no es
muro, sino espacio abierto. Cada cosa en su lugar, es una frase sin libertad.
VEINTIUNO
La realidad como
la conocíamos, no existe. Es un espejo que se mueve a una velocidad
inimaginable y en dirección opuesta a la realidad.
Supera la luz, pero es la oscuridad. Todo lo real es digital y
visualmente ficcionado. Lo real es el principal imaginario de lo
ficcional. La realidad es paisaje sobrante, un archivo equivocado del
subconsciente colectivo. ¿Realidad con quién dormirás esta noche? La poesía
es fuego y ceniza. Pájaro y jaula. Bosque y desierto. Palabra y silencio. Llave
de ninguna puerta. La poesía es un agujero negro, con luz propia, que duerme en
la cabeza del hombre desde mucho antes de la oscuridad. Palabra cavernosa,
volada de sueños. Raíz de aire. Materia y espíritu. Siento que es humana,
pero también tiene alas ajenas. Definirla
es un acto retórico de lo inefable. Pound dijo que era el lenguaje
cargado de intenciones. Char, el poeta debe dar señales. Bécquer, poesía eres
tú. Huidobro le abrió un reloj a la noche. Neruda tocó su campana universal.
Vallejo arrancó espumas al verso hondo de su poesía. La poesía
de la desesperación genial de
Rimbaud, Lautremont, Tralk y Panero