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Los argentinos ¿no aprendemos más?

Reconocer los propios errores

Los argentinos estamos tratando de aprender a convivir en medio de cientos de turbulencias ocasionadas por la política nacional en general; la cual sin duda comenzó a gestarse desde hace poco más de setenta años. El deterioro económico y sobre todo el moral, comenzó a socavar los cimientos de la que fuera Nuestra Gran Nación Argentina. Orgullo en el mundo, ocupando el quinto lugar en el contexto de las naciones. En lo económico, llegando a ser el granero del mundo y exportando nuestra excelente ganadería, haciendo conocer la primacía de nuestra carne a nivel global. En lo cultural, encontrándonos a la par de casi todos los países europeos y exponiendo al mundo, el orgullo de contar con tres Premios Nobel.

Nos guste o no, nuestra lamentable decadencia comenzó con el populismo mesiánico del primer y único militar en el mundo que ordenó quemar su propia bandera y el primer y único católico, que ordenó incendiar iglesias. Después de finalizada la segunda guerra mundial, según decían varios testigos propios y opositores; por los pasillos del Banco Central, no se podía circular por la gran acumulación de lingotes de oro. Lo que no debemos olvidar es que todo ese oro no nos pertenecía y había llegado a nuestro país, a título de “certificado de residencia” de cuanto nazi pudo escapar de los Juicios de Núremberg.

A los que no nos contaron nada, puesto que hemos vivido toda esa época, no podemos dejar de recordar que grandes capitales como Siemens, Mercedes Benz, Química Shering y otras centenas de empresas instaladas con esos capitales, comenzaron a ser “presionadas” por el Estado de entonces, a los que se sumaron presiones laborales desmedidas por parte de la incipiente jerarquía sindical; haciendo que todas esas empresas levantaran sus fábricas y se reinstalaran en Brasil.

Por ese entonces, la República Federativa del Brasil subsistía prácticamente, gracias a sus exportaciones de café; marcando la enorme diferencia de toda índole, que existía entre la Gran Nación Argentina y el Estado Novo, creado por Getúlio Vargas con acentuado espíritu populista de la época.

Después de gobiernos de neto corte militar y a cientos de industrias nuevas de origen internacional, sumadas a las ya reinstaladas, emigradas desde argentina, junto a nuestras reservas incalculables de lingotes de oro, que dejaron otra vez muy holgados los pasillos de nuestro Banco Central; Brasil comenzó a crecer de forma vertiginosa y acelerada. Su gran industria, sumada a la incipiente y enorme industria de turismo, hicieron que se convirtiera en la gran potencia de América del Sur; superando ampliamente a la Argentina, que gracias a los “muchachos peronistas” se fue devastando a si misma hasta llegar al deplorable estado en que hoy nos encontramos.

El gran problema de los argentinos, es que jamás vamos a reconocer nuestros propios errores y sobre todo creernos que la culpa siempre es del otro. Así llegamos a justificar que María Estela Martínez de Perón (alias Isabelita), no era peronista, que López Rega (alias El Brujo) no era peronista, que el dentista Héctor Cámpora (alias El Tío), no era peronista, que los cinco presidentes en 11 días del 2001, no eran peronistas, que Carlos Ménem, no era peronista y el broche de oro, que los KKs nos eran peronistas. Es de creer que muchos obsecuentes, dudan que el propio Perón era peronista.

Y aquí llegamos al delirio de creer que para los peronistas, la corrupción no existe y muy especialmente tampoco creen en el saqueo de los 12 años de la década robada y que el “vamos por todo”, es sólo una excusa para “atormentar” a la pobre “abogada exitosa” y por conveniencia propia de cada uno o por necedad obtusa generalizada, esta delincuente jefa de la banda KK; como alguien dijo, pasa a ser La Madre Teresa del Calafate.

Hemos leído una frase de la Jefa de la Oficina Anticorrupción, Laura Alonso, en la cual expresa textualmente: “No sé si Cristina Kirchner va a ir presa, pero estoy segura de que va a terminar sin un solo peso”. Totalmente de acuerdo, pero además de recuperar lo robado al Pueblo de la Nación, debe terminar presa al igual que todos los integrantes de la banda de delincuentes, llámense como se llamen.

El 2 de agosto de 2016 se comenzó a discutir la Ley de Extinción de Dominio. Por supuesto que al día de la fecha se sigue postergando su tratamiento, ya que en el Poder Legislativo, como así también en muchos estrados de la Justicia y en gran parte de la dirigencia gremial/sindical, existe el ”terror” de varios de sus integrantes, a perder todos los injustificables bienes mal habidos. Por tal, los “muchachos” pretenden “dejar pasar el tiempo” y alojan en sus pobres y febriles mentes, que “de volver”, van a terminar de “ir por todo”, tal como lo ordenó la jefa “Ágata Galiffi”, “La Flor de la Mafia K”.

Qué se puede esperar de los “muchachos”, que pretenden condicionar la Ley de ahora en adelante, dejando lo “robado” anteriormente de lado y en el olvido. Un delito es un delito, ayer, hoy y siempre; por lo tanto debe tener un Juicio con el correspondiente castigo. Por tal motivo, a lo expuesto por Laura Alonso, debe ser justo y ejemplar. Que todos los integrantes de la banda y en especial su jefa, terminen pagando sus aberrantes y planificados delitos, en la cárcel.

U olvidamos ya, la traición a la Patria del Memorándum con Irán y su tremenda y fatal consecuencia: El asesinato del Fiscal Alberto Nisman, justo un día antes de ampliar en el Congreso de la Nación, su denuncia concreta sobre la Arquitecta Egipcia del Afano Organizado.

Por tanto, además de confiscar gran parte de todo lo que se robaron, puesto que cuentan con miles de testaferros, bienes en propiedades y dinero en efectivo diseminado por todo el mundo; también deben pagar con la cárcel, por los delitos cometidos en contra de la Nación. Hasta tanto eso ocurra, no volveremos a ser una República en serio y ya nadie volverá a creer en nosotros como una Sociedad Justa, Democrática y Civilizada.


Zulema y Francisco Viotti
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Director periodístico: Christian Sanz © Tribuna de Periodistas. Todos los derechos reservados
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