Es un secreto a voces que los gobiernos acceden al dato de la inflación que mes a mes revela el INDEC con cierta antelación. No tanta, pero la suficiente como para tomar mínimos recaudos. Igual, no era necesario contar con tanta data para presagiar que el número que se conocería este viernes sería más alto que el mes anterior. Aquellos privilegiados que cuentan a diario con información de primera mano habían sido interiorizados sobre el fuerte salto, mas no lo suficiente. Un periodista afín se animó a predecir el día previo un 2,9%, aunque rápidamente aclaró que podía ser 3.
“Bueno, marzo es un mes inflacionario”, se apuró a aclarar alguien de su staff, como para justificar semejante arrojo. Nadie ahí predecía un nivel semejante al que revelaría el INDEC 18 horas y media más tarde. Y si el dato es de por sí malo, peor es que preanuncia un piso muy alto para la inflación del mes de abril. Eso sin considerar las obvias consecuencias de la readecuación de precios que anticipa la salida del cepo.
Pero digamos todo: el imprevisto 3,7% de marzo es 1,3% más que el mes anterior, aunque hay que remontarse a 2020 -año de pandemia- para encontrar un porcentaje inferior para el mes de marzo (3,3%). Vale la información para no perder de vista de dónde venimos.
Poco después de que se revelara el dato (malo) de la inflación, el Gobierno informó sobre la salida del cepo. Obviamente, semejante anuncio se llevó toda la marca de esa jornada tan cargada de información económica, lo que llevó a más a de un desconfiado a relacionar ambas cosas, adjudicándole al titulazo del viernes la intención de tapar la mala noticia de la inflación. Nada más lejano de la realidad, por cierto: para levantar el cepo, el Palacio de Hacienda necesitaba certezas del Fondo que recién ese día se darían, pues coinició que el board del FMI se reunía ese mismo viernes. En todo caso, habrán ayudado “las fuerzas del cielo”…
Está claro que el Gobierno no anunció una devaluación, como la mayoría de la corporación de economistas venía anticipando desde hace tiempo so pena de ser tildados de “mandriles y econochantas”… Pero también es cierto que las bandas de flotación que regirán desde este lunes implican eso. Solo un milagro económico que no sucederá evitará el salto en el tipo de cambio que, de todos modos, estará acotado. Y que como todo el mundo económico siempre insistió en sostener, era tan necesario como inevitable. El tema es que el Gobierno se empecinó en negarlo siempre y aún hoy insiste en tener la razón.
Y lo hace ahora, justo cuando buena parte de la denigrada casta de economistas reconocía las bondades de estar con cepo en momentos de tanta volatilidad generada por la decisión del amigo americano Donald Trump, que generaron un terremoto económico de escala global.
Con esta decisión, el Gobierno debió resignar, en plena carrera electoral, la rigidez del esquema cambiario. El dólar flotará dentro de los márgenes de las bandas que anunció Economía tras el acuerdo con el FMI, en un mensaje muy similar al del Gobierno de Mauricio Macri en 2018, camino también a elecciones que terminó perdiendo. Consultado respecto de esas similitudes, un economista lejano del pensamiento de quienes gobiernan advertía que ese fue un año de sequía, dato no menor para un país que exporta bienes agropecuarios al punto tal de depender de eso nuestro nivel de reservas; y además, a diferencia de entonces hoy no hay déficit fiscal, lo cual permite vislumbrar un panorama más ordenado para flotar.
Previsiblemente Cristina Kirchner salió este sábado a endilgarle a Milei una devaluación del 30%. “¿Me querés decir de qué te sirvió la motosierra, hermano?”, preguntó CFK en su lenguaje llano en “modo candidata”, decretando que “tu plan falló”. Desde la vereda opuesta, aquella que le ha dado gobernabilidad desde el Congreso a un gobierno muy reacio a reconocerlo, la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, advertía el sábado que “el presidente del Banco Central asume hoy ante toda la Nación, la enorme responsabilidad de administrar la última oportunidad de la Argentina, manteniendo las reservas y aumentarlas, y mantener el valor de la moneda”.
Una señal de que la oposición más dialoguista no buscará doblegar al Gobierno en tiempos de debilidad, como revelan semanas de derrotas sucesivas en el Congreso.
Al traspié autoinfligido con los pliegos para la Corte Suprema, el oficialismo sumó el martes pasado una sesión para el olvido, en la que no pudo evitar la aprobación de ninguna de las votaciones que propuso la oposición. En términos futboleros, todos los remates al arco fueron gol en esa sesión aciaga para el Gobierno del 8 de abril. No pudo evitar siquiera la conformación de una comisión investigadora, que se suponía era lo más difícil de lograr para la oposición en esa sesión que, hasta poco antes de su inicio, todos daban por caída.
Debe haber sido eso lo que hizo confiar al Gobierno, convencido de que no habría quórum. En efecto, en la previa todo parecía indicar que la oposición no llegaría al número necesario para arrancar la sesión, pero el panorama comenzó a revertirse cuando trascendió que los cordobeses que responden al gobernador Martín Llaryora darían quórum. Tan finitos estaban los números que con eso solo, más algún radical, se llegaría a 129. A menos que el Gobierno operara intensamente sobre los gobernadores peronistas, provocando las defecciones suficientes en el bloque Unión por la Patria. Pero eso no sucedió: los gobernadores no recibieron esta vez llamados desde la Rosada, que pareciera haber dado por hecho que actuarían por su cuenta según los deseos oficiales. Y eso no funciona así.
“Este gobierno no hace política”, reveló ante este medio un senador de la oposición dialoguista en la tarde del martes, cuando ya estaba cantado que se suspendería la sesión convocada en la Cámara alta para tratar ficha limpia. Ese senador no terminaba de entender cómo podían haber convocado -el jueves anterior, enojados por la derrota con los jueces para la Corte- a debatir ficha limpia el miércoles venidero, en vísperas de un paro general. Nada incomoda más a un legislador que perder su vuelo, así que le alcanzaría al kirchnerismo con extender sus discursos para hacer caer la sesión. De hecho, ante la reprogramación de vuelos por el paro, ya temprano varios senadores se habían vuelto a sus provincias ese martes.
Desconfiada de las verdaderas intenciones oficiales sobre ficha limpia desde que en noviembre del año pasado hicieron caer dos sesiones sobre el tema, la diputada/candidata Silvia Lospennato advertía al día siguiente de la convocatoria a sesionar por ficha limpia que el oficialismo debía garantizarse tener los votos necesarios para aprobar la media sanción de Diputados; de lo contrario, mejor no sesionar, pues sino se arriesgaban al rechazo, que implica no tratar el tema en lo que resta del año y arrancar desde cero en 2026. Y ya sin Lospennato en el Congreso, vale agregar, pues a pesar de tener dos años más como diputada ella aceptó ir como legisladora porteña.
Mientras se prepara para un eventual debate con Manuel Adorni, ya lo confronta en las redes. El vocero había denostado el viernes al Pro, que para él “fracasó y quedó obsoleto”. “El Pro es un Nokia 1100 y nosotros un iPhone 16 PRO”, lanzó candidato libertario, a lo que Lospennato replicó con un posteo señalando que “el iPhone 16 PRO está siendo la pesadilla de muchos usuarios: se congelan y reinician mucho”. Irónica, ella solo agregó: “Fin”.
Está claro que la pelea LLA – Pro en la Ciudad es a muerte, más allá de que luego el Gobierno nacional necesite al partido amarillo para las elecciones en el principal distrito del país, la provincia de Buenos Aires. Allí el gobernador Kicillof acaba de adelantarlas al 7 de septiembre, lo que implica el desdoblamiento que no quería Cristina Kirchner, que en privado ha confiado que será candidata a diputada provincial en la Tercera Sección Electoral, postulación que le permitirá revalidar títulos y, de paso, fueros a prueba de ficha limpia (una ley nacional que necesitaría una adhesión provincial que no sucederá para alcanzarla en ese caso). Esa insólita pelea peronista fue un buen dato para Javier Milei, pero también para el Pro, que piensa que el desdoblamiento lo favorece, pues hace depender a La Libertad Avanza del aparato aceitado con el que sí cuenta el partido de Macri. Ahí es cuando crecen las chances de una alianza que desde el entorno de Karina Milei siguen descartando. Apuestan a quedar en la Ciudad por encima del Pro y con eso noquear al expresidente -dicen-, para después forzar la rendición formal de sus dirigentes y reclutar luego a los que necesiten.
Habrá que ver si la economía les garantiza para entonces semejante optimismo.

Análisis político