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Un doble crimen con sello mafioso en Mendoza

DROGAS, ARMAS Y MENSAJES EN FORMA DE BALAS

Lunes 13 de diciembre. La pareja de motociclistas solo hace su rutina de siempre y atina a detenerse en la ruta 16, a unos 10 kilómetros de un cartel con forma de pejerrey en el embalse El Carrizal, en Mendoza.

Son las 10 de la mañana, inevitable horario para buscar un lugar donde recalar y tomar un buen café.

Sin embargo, algo cambiará sus vidas para siempre: es la imagen de un hombre muerto y semidesnudo, con una bolsa en la cabeza y las manos atadas con precintos de plástico.

Será el comienzo del misterio: ¿Quién era este hombre sin documentos y apenas vestido con un short? ¿Por qué fue asesinado?

Las primeras precisiones las encontrará la policía científica luego de un exhaustivo trabajo: sabrá que se llamaba José Rodolfo González, que tenía 34 años y que habría sido ultimado unas 12 horas antes de ser encontrado.

Los motivos jamás fueron descubiertos, aunque los investigadores siempre tuvieron en claro que se trató de algo más que un simple hecho policial. Por caso, descartaron la posibilidad de un mero robo.

Prontamente tomaron declaración a su concubina Daiana Natali Reynoso, de 25 años, pero fue en vano. La mujer repetía todo el tiempo la misma frase: “No sé”.

Luego, solo supo dar las respuestas de rigor: que estaba de novia con González desde hacía ocho años, que tenían dos hijos —de dos y cuatro años—, que vivían en La Estanzuela, en Godoy Cruz, y que su pareja se juntaba con gente de los barrios La Favorita y San Martín. Por las dudas, aclaró que ella siempre estuvo al margen de las actividades de González y omitió mencionar que ambos regenteaban un kiosco.

Nada dijo Reynoso acerca de los antecedentes penales que ostentaba su concubino, uno de ellos por portación de arma de uso civil.

Como sea, un mes más tarde la muerte encontraría a la mujer de la peor manera: la joven apareció asesinada de cinco disparos en El Challao luego de haber sido maniatada. Al igual que su pareja, tenía una bolsa de nylon en su cabeza. Macabra coincidencia.

Los investigadores sospechan que Reynoso fue duramente torturada con algún elemento punzante a efectos de que confesara algo puntual. ¿Acaso su pareja se había quedado con algo que no le correspondía? ¿Sabía ella de qué se trataba?

Su asesinato tuvo una clara connotación mafiosa: tres disparos por la espalda y dos en la cabeza. Fue todo un mensaje, aunque no se sabe a quién fue dirigido.

Los sabuesos creen que la respuesta podría llegar a aportarla la madre de la joven, a quien desde un principio observaron con actitud sospechosa. Por ejemplo, se preguntan por qué si Reynoso desapareció un sábado, su progenitora esperó hasta el lunes para hacer la denuncia.

Luego, llamó la atención de los investigadores el tiempo que demoró la mujer en entregar la fotografía de su hija y la insistencia que evidenciaba en mencionar que seguramente le hubiera ocurrido algo malo.

Por ahora todo es hermetismo y recriminación a la justicia. Es que, los sabuesos creen que si se hubiera intervenido el teléfono celular de Reynoso luego de que asesinaran a su pareja, la situación hoy sería otra.

Mientras tanto, las sospechas se centran en el kiosco que tenía la pareja en La Estanzuela, donde la policía cree que ambos vendían estupefacientes y “manejaban” armas de fuego.

¿Fue alguna operación trunca la que desembocó en ambas muertes, alguna “mexicaneada”? Es la pregunta que se hacen en estas horas.

No se trata solamente de las sospechas de los investigadores; la venta de drogas en esa peligrosa zona de Godoy Cruz es un secreto a voces entre los vecinos.

Por caso, hay quienes aún recuerdan el mega operativo realizado el 24 de febrero de 2011 donde personal de Narcocriminalidad de la Policía logró incautar más de 8 kilos de marihuana y casi medio kilo de cocaína en quioscos y almacenes ubicados en la manzana 19 de La Estanzuela.

En total, se secuestraron 8,2 kilos de marihuana, medio kilo de cocaína de máxima pureza y armas de fuego.

A mediados de abril del año pasado, ocurrió algo similar en el marco de un operativo efectuado en la Manzana 34 por parte del personal de la Dirección General de Lucha contra el Narcotráfico de Mendoza.

Allí se logró dar con 40 tubos conteniendo cada uno de ellos cocaína de máxima pureza, tres cápsulas de cocaína de la misma calidad, 7.100 pesos en efectivo, cinco celulares, 17 cartuchos calibre 9 mm., dos pistolas y una balanza digital.

En ese procedimiento fueron detenidas tres personas, dos hombres y una mujer, de quienes la Justicia sospecha que tenían vinculación con los ahora asesinados. ¿Pudo haber sido ese operativo el puntapié inicial de lo que luego desembocó en la muerte de Reynoso y González? Aún es prematuro decirlo, aunque está entre las hipótesis investigativas de los sabuesos.

No obstante, hay un hecho sobre el cual los investigadores deberían indagar: tiene que ver con la muerte a balazos de un hombre de 24 años llamado Gustavo López. Ocurrió en La Estanzuela en el mismo momento en que era asesinado José González.

López se encontraba en un automóvil estacionado junto con otro hombre, en la intersección de las calles Illía y Tehuelche.

Quienes conocen los detalles de ese hecho, confiaron a MDZ que la muerte de este joven estaría íntimamente relacionada con lo sucedido a la pareja de Daiana Reynoso. “Es una cuestión de drogas y barras”, dijeron lacónicamente a este diario.

La justicia es quien tiene ahora la palabra. No solo deberá hurgar hasta lo más profundo del submundo del delito en el mendocino barrio La Estanzuela, sino también encontrar a quien se anime a revelar qué hay detrás de lo sucedido en los últimos meses.

Un buen comienzo sería trata de hablar con el sobreviviente del ataque sufrido por López el 13 de diciembre pasado. Se trata de Alfredo Guevara, un hombre de 52 años que logró sobrevivir con un impacto de bala en la pierna.

Es solo la punta del ovillo. Lo que puede surgir a partir de ello, no tiene límites.  Al menos, es lo que juraron a este diario quienes conocen acerca de este tema.

  

Christian Sanz

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Director periodístico: Christian Sanz © Tribuna de Periodistas. Todos los derechos reservados
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