Quizás haya sido el revuelo generado por los controles en el mercado cambiario o tal vez el anuncio nacional de la supresión de los subsidios, pero lo cierto es que "la economía" terminó de instalarse en estos días en el centro de la escena en los ámbitos bonaerenses públicos y privados.
La convicción de que en el país se abrió definitivamente una "nueva etapa" en materia económica y financiera domina ahora el clima.
En los sectores productivos, industriales y comerciales, una de las incógnitas que más inquietan pasa por el resultado —imprevisible— de la batalla de tensiones que se viene librando entre la carrera de los precios y las presiones por una devaluación que se origina en la certeza de que el dólar "está barato".
Cuentas Privadas
Algunos de esos sectores se beneficiarían, claro, con una devaluación, mientras que para otros esa medida se traduciría en menos ventas por la vía de su impacto negativo sobre el poder de compra de los ingresos ciudadanos y el consumo. A todos los alerta la evolución de la inflación, que se vería reimpulsada con una medida de ese tipo.
Pero todos saben, también, que el retraso cambiario no suele ser una situación sostenible eternamente, en especial en un país que basa su crecimiento en las exportaciones de alimentos y cuyo Estado vive del ingreso de las divisas que genera ese comercio.
En los análisis para la "nueva etapa" de la actividad privada también pesa, por supuesto, la decisión del Gobierno de ir eliminando subsidios a servicios que en muchos sectores tienen fuerte impacto en sus costos, además de afectar —otra vez— el poder de compra de la gente.
Y entienden que ese criterio de "austeridad" podría ir extendiéndose a políticas de fomento sectoriales y al gasto que, con efecto dinamizador de la economía, desarrolla la administración nacional.
Cuentas públicas
De una manera u otra, todas las variables mencionadas incidirán también en las cuentas de la Provincia. Pero para los especialistas el factor determinante de los tiempos por venir para el gobierno bonaerense pasará por el hecho de que el vuelco de recursos en obras y los auxilios financieros al Estado provincial se irán reduciendo ostensiblemente.
La convicción que se está instalando es, en resumen, que habrá menos fondos nacionales para Buenos Aires. Un pronóstico inquietante para un Estado que —como los de tantas otras provincias, aunque no sirva como consuelo—, en estos ocho años de crecimiento del país a "tasas chinas" y superávit en las cuentas federales, no logró reducir su crónico déficit estructural.
El Presupuesto previsto por la administración de Daniel Scioli para 2012 estima el bache financiero de ese ejercicio —si se suma el mayor gasto que generará el aumento salarial que deberá conceder, no incluido en el proyecto— en torno de los 20 mil millones de pesos. Un rojo que surge de un gasto que será consumido en su mayor parte por el pago de sueldos, con una previsión de erogaciones en obras más que moderada.
El monto de los recursos que el gobierno provincial deberá conseguir para afrontar el gasto total estimado y los vencimientos de obligaciones —unos 113 mil millones de pesos— representa alrededor del 18% de esa cifra. Y deberá obtenerlo, mayoritariamente, tomando fondos prestados en los mercados externos.
Los especialistas evalúan que en ese mundo, inmensamente complicado por la crisis europea, las tasas de interés que deberá pagar la Provincia para encontrar financiamiento podrían ser muy elevadas.
Con una perspectiva de reducción real de los ingresos por coparticipación federal, y ajustes en los impuestos propios limitados a niveles que buscan esquivar reacciones ciudadanas agudas, el Gobernador apura la sanción de ese Presupuesto en la Legislatura, para evitar al menos las complicaciones políticas que la aprobación del cálculo podría afrontar después del 10 de diciembre, con la nueva integración de las Cámaras legislativas.
Marisa Álvarez
NA