“Los medios de protección que la Constitución nos proporciona, es la libertad, los privilegios y recompensas conciliables con la libertad.
Los argentinos hemos sido ociosos por derecho y holgazanes legalmente.
Se nos alentó a consumir sin producir. Nuestras ciudades capitales son escuelas de vagancia de quienes desparraman por el resto del territorio después de haberse educado entre las fiestas, la jarana y la disipación.
Nuestro pueblo no carece de alimentos, sino de educación y, por eso tenemos pauperismo mental. En realidad, nuestro pueblo argentino se muere de hambre de instrucción, de sed de saber, de pobreza de conocimientos prácticos y de ignorancia en el arte de hacer bien las cosas. Sobre todo, se muere de pereza, es decir, de abundancia. Quieren pan sin trabajo, viven del Maná del Estado y eso los mantiene desnudos, ignorantes y esclavos de su propia condición.
El origen de la riqueza son el trabajo y el capital, ¿qué duda cabe de que la ociosidad es el manantial de la miseria? La ociosidad es el gran enemigo del pueblo en las provincias argentinas. Es preciso marcarla de ‘infamia’; ella engendra la miseria y el atraso mental, de las cuales surgen los tiranos y la guerra civil que serían imposibles en medio del progreso y la mejora del pueblo.”
El periodista argentino que escribió estas reflexiones en marzo de 1855, en tiempos de la Confederación Argentina, se hacía llamar “Figarillo” y dos años antes había sido el inspirador de la Constitución de 1853.
Más allá de las ideologías, hay que reconocer que todo lo que dijo en 1855 lo estamos viviendo hoy.
Hablo de Juan Bautista Alberdi.
Ricardo Bustos
DNI 7788556
Resistencia, Chaco