Uno de los motivos por los que el Gobierno postergó una definición sobre el futuro de YPF fue el precio que tiene la compañía petrolera. ¿Por qué? Simple: porque Repsol tiene el 57 por ciento de las acciones y una nacionalización de esa cartera implicaría un suculento desembolso de dinero por parte del Estado argentino.
Claro que el Gobierno y Repsol no concuerdan en el precio: el CEO Antonio Brufau le dijo al ministro de Planificación, Julio De Vido, que la compañía cuesta actualmente unos 17.000 millones de dólares. El funcionario, encargado de llevar la negociación por orden de la presidenta Cristina Kirchner, replicó que el precio era "cuatro veces menos".
El encuentro entre De Vido y Brufau fue muy duro, según pudo saber Sin Confirmar. Primero el ministro le ofreció al empresario que Repsol se quedara en la petrolera pero sólo con el 30 por ciento de las acciones, lo que fue rechazado por Brufau: "Para eso no nos quedamos con nada", sentenció. Por eso la discusión derivó en el precio de la compañía. Y la obvia diferencia de criterios llevó a De Vido a soltar, tras la reunión, un lacónico "YPF no se compra".
El efecto Boudou
Tras la presentación de Amado Boudou ante la prensa, cuando disparó munición gruesa contra el todavía procurador Esteban Righi y el juez federal Daniel Rafecas, hubo unos cuantos dirigentes dentro del propio kirchnerismo que pensaron que el Vicepresidente se había pasado de la raya.
Por eso la ministra de Seguridad, Nilda Garré, dijo que el juez Rafecas le merecía "respeto". Como no podía ser de otra manera, las declaraciones de la funcionaria fueron tomadas por los medios para reflejar la diferencia de criterios en el oficialismo en medio del llamado affaire Ciccone.
Por eso, llamado presidencial mediante, la ministra de Seguridad debió salir a manifestar al otro día su apoyo a Boudou. Esos llamados se repitieron en los días sucesivos a distintos referentes del kirchnerismo que, en fila, salieron a dar su apoyo público al Vice, pese a que en privado dicen no quererlo ni un poquito.
Pero el que verdaderamente despertó la ira de Boudou y sus colaboradores —más activos que nunca en medio del escándalo— fue el diputado riojano Jorge Yoma, quien tras la renuncia de Righi presentó en la Cámara baja un proyecto de declaración lamentando su salida en esas circunstancias. Algunos gritos mediante, Yoma debió aclarar más tarde que apoya al Vicepresidente. Todo muy espontáneo, por cierto.
Con esos amigos...
Todo el mundo cuestionó a la ministra de Desarrollo Social porteña, Carolina Stanley, por su ausencia de la Ciudad mientras los vecinos padecían los efectos del temporal. No es para menos: la funcionaria encargada del área social de la administración macrista estaba de vacaciones en Punta del Este y no atinó a regresar a Buenos Aires.
Pero lo que pocos saben es que Stanley se comunicó con un ministro del Gobierno porteño para preguntarle si hacía falta que se sumara al trabajo post-temporal y recibió por toda respuesta un "Quedate tranquila, acá está todo controlado".
Sin Confirmar pudo saber que ese mismo funcionario fue quien le pasó el dato a medios opositores al macrismo sobre el momento en que Stanley regresaría a Buenos Aires, para que la fotografiaran con las valijas en la mano y mostraran a los porteños la insensibilidad de la ministra frente a las consecuencias del temporal.
Igualmente, habría que decir que Stanley no hizo demostró tener cintura política. Ni mucho menos.
(Fuente: NA)
Redacción de Tribuna de Periodistas