“Dentro del contexto imperante en 2002 del que se vayan todos, se pedía en
forma generalizada el juicio político a todos los integrantes de la Corte
Suprema de Justicia. Pero se dejaba de lado que los problemas de la misma, no
se agotaban por un mero cambio de personas. Este alto organismo todos los días
toma decisiones que afectan a nuestras vidas, como el reciente fallo de la
pesificación de los depósitos. De este modo, se asiste a una enorme inflación
de casos, pues en un año puede existir alrededor de 14.000. Pero al respecto
se informa poco y mal a través de los medios, omitiendo muchas veces el
contexto político de estos y no se explica el impacto generado en la vida
social de la población. Lo mismo pasa con el Congreso Nacional, quien tiene
sobre sí mismo pocas miradas de la sociedad civil. También existe una cuestión
en los medios, que es poner demasiada atención sobre la corrupción en la
justicia pero no sobre sus decisiones, y lo mismo puede decirse sobre el poder
legislativo”, así
se expresaba Roberto Saba, titular de la Asociación
por los Derechos Civiles,
dando comienzo al Seminario sobre Justicia,
Periodismo y Derechos Humanos, efectuado
en el auditorio del hotel Howard Johnson de Florida
944.
“Ante
la oscuridad de los secretos, lo siniestro y lo dañino en todas sus formas se
encuentran en plena actividad. Donde no hay difusión, no hay justicia. La
difusión de la información es el alma misma de la justicia. Es la llama más
persistente para su práctica y la salvaguarda más segura contra su mal uso.
Hace que el juez se encuentre él mismo siendo juzgado”,
esta cita de Jeremy Bentham (1784-1852) sirvió de punta de lanza para la
disertación del periodista británico especialista en la cobertura de casos
judiciales Mike Dodd (Press Asociation),
indudablemente la estrella del seminario de marras.
De tribunales y perros guardianes
“Toda
persona en el país se ve afectada por los fallos de la Corte Suprema, sobre
derechos humanos o constitucionales. Los fallos son válidos en todo el país,
no afectan sólo a la gente en Buenos Aires simplemente porque es allí donde
se encuentra la Corte. Los medios, como dijo un juez inglés, son los ojos y oídos
de la gente, y sin ellos no se sabría nada de las decisiones de los
tribunales. El público tiene el derecho a saber y de esperar ser informados,
sobre los fallos que afecten a sus derechos. Por eso, los medios son los
perros guardianes de la gente, deberíamos hacer un llamado de atención ante
el mal uso arbitrario del poder por parte de las autoridades. Si los jueces
tienen la certeza de que están siendo vigilados por la prensa, serían más
cuidadosos con lo que hacen por temor de ser pescados en ridículo. En el
Reino Unido, existe una maquinaria aceitada para dar a publicidad lo que
acontece en el ámbito de la justicia. Sin embargo, tengo entendido que acá
en Argentina sucede todo lo contrario. Informar sobre casos judiciales, es una
habilidad que se debe aprender. Se debe hacer de forma exacta y precisa, con
gran imparcialidad mostrando siempre ambas partes de la historia. Para ser
justo, un informe debe brindar ambas perspectivas de la historia, sin
comentario. La tarea del periodista es informar sobre lo que acontece en la
corte, pero esto no quiere decir que la cobertura dada para cada lado deba ser
exactamente igual. A veces es innecesario realizar comentarios sobre un caso,
pues hechos hablarán por
sí solos. Los lectores, oyentes y televidentes sólo podrán entender lo que
sucede en la corte, si reciben informes justos y precisos. C.P Scott decía
que “los comentarios son libres, pero los hechos son sagrados”. Puede
parecer necesario realizar un comentario sobre un fallo o un caso, si es así
hay que separarlo de la noticia, y marcarlo claramente como tal. Un fallo de
la Corte Suprema puede ser válido durante años. La gente que lea sus artículos
en el futuro debería saber si son informes o comentarios, y no una mezcla de
ambos. Esto se aplica también a casos en los que se sospeche o crea que un
fallo tiene un trasfondo político. Como la prensa es la guardiana de la cosa
pública, cuando tiene que ladrar hay que hacerlo fuerte y por mucho
tiempo”, afirmó
con aplomada firmeza el citado Dodd.
En
particular, este último párrafo de la disertación resulta absolutamente
indispensable para los tiempos que corren. Puesto que muchos otrora temibles
mastines ahora semejan obedientes perritos falderos, se hace indispensable
recobrar el ladrido fuerte de la alerta permanente. Pero esto no es posible,
si la corporación mediática nacional prefiere tener la boca ocupada con los
huesos arrojados por la benéfica mano del Komisario
Alberto Fernández.
Fernando Paolella