El dato no debería sorprender a esta altura, especialmente porque media docena de funcionarios del kirchnerismo tienen en su haber hijos no reconocidos. Uno de ellos, el polémico ex jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. También el mismísimo Néstor Kirchner, hoy fallecido.
Lo que sí suena paradójico, es que esto ocurre en un gobierno en el cual se enarbolan las banderas de los derechos humanos, especialmente el derecho a la identidad. ¿Cómo puede entenderse tal contradicción?
A los casos ya conocidos, se sumó en las últimas horas el del defensor de los Derechos Humanos de la provincia de Santa Cruz, Humberto Quiñones, quien le ha negado durante 18 años la identidad a su hija.
La revelación ha sido mérito de la prestigiosa Agencia OPI, quien investigó el tema con envidiable tenacidad.
“No queremos plata, gracias a Dios estamos bien económicamente; no perseguimos ningún fin que no sea el de que un padre le de, como corresponde, su apellido a su hija”. Así comenzó a relatarle a OPI, Rita Borquez de El Calafate, la larga lucha que viene llevando adelante para lograr que legalmente su hija, que hoy tiene 18 años, pueda ser reconocida por su padre, quien se ha negado sistemáticamente a darle el apellido.
La mujer dijo a esa agencia una frase elocuente: "El padre de mi hija está en un lugar donde no tendría que estar (...) “Mi hija cumplió 18 años y yo intento obtener el reconocimiento desde que era niña; a los 15 años la defensora de Menores, Dra Ethel Gasman, me dijo que el trámite de reconocimiento de identidad lo tenía que iniciar mi hija al cumplir 16; esperamos un año y así lo hicimos".
Luego, la mujer contó que la funcionaria la tuvo dando “quinientas vueltas” y "la cosa se dilató durante dos años más hasta que cumplió 18. Lo más llamativo es que después de todo ese tiempo, la Defensora Gasman me dijo que no podía intervenir porque era amiga personal de Quiñones”.
Más adelante, frente al requerimiento de OPI, Borquez habló sobre cómo había sido su relación con el actual funcionario provincial y el origen de la situación que hoy vive. “Cuando nació mi hija, en 1994, tanto Quiñones como yo vivíamos en El Calafate, pero aclaro que no como pareja. Él era Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Calafate y yo trabajaba en el área de Turismo de la comuna y con el nacimiento de mi hija él se borró, pero lo peor es que, además, hizo que me echaran del trabajo”.
Equipo de Política de Tribuna de Periodistas