"No nos quieren porque somos 'peronchos'". Cristina Kirchner se quejó así, de manera coloquial, ante lo que percibe como una actitud cada vez más reticente por parte del empresariado a mejorar su convivencia con el Gobierno nacional. La frase de tono popular, pronunciada en la Bolsa de Comercio porteña, le sirvió a la Presidenta para contrapesar —dentro de su lógica política y discursiva— las críticas que pudieran hacerle por izquierda ante el anuncio del pago de deuda tomada por el Estado argentino durante la crisis de 2001.

Tan preocupada estuvo Cristina por evitar esa lectura de los hechos, que decidió realizar allí mismo el anuncio del aumento a los jubilados. "Pagamos deuda financiera, pero también deuda social", explicitó la jefa de Estado. En el auditorio, entre quienes aplaudían, se encontraba Guillermo Moreno.

El secretario de Comercio no tuvo una buena semana. Cristina lo apartó de las negociaciones con Brasil para recomponer los lazos comerciales. Y encima el viceministro de Economía, Axel Kicillof, dejó trascender que prepara a funcionarios de su confianza para la eventualidad de que la Presidenta decida remover a Moreno. Pero el hombre más polémico del Gobierno volvió a sobrevivir en su cargo. A esta altura de las circunstancias, las altas y bajas de las acciones de Moreno en el Gabinete kirchnerista parecen funcionales a las necesidades coyunturales de Cristina, que apela a sus servicios cuando necesita aplicar políticas de castigo.

El tablero presidencial

La Presidenta mueve las piezas que tiene a mano como si se tratara de una partida de ajedrez. Muchas veces se puede vislumbrar que tiene pensadas varias jugadas con anticipación, pero en otras ocasiones su lógica presenta fisuras, como cuando busca atribuir responsabilidades a los medios de comunicación.

Esta semana, la Presidenta puso en un mismo plano a quienes idearon aquel "corralito" bancario con los medios que no anticiparon esa idea nefasta de Domingo Cavallo. Sin embargo, ella era legisladora cuando el calvo ministro pergeñó el "megacanje", tan parecido a los rescates europeos de la actualidad.

En aquella oportunidad, la denuncia ante la Justicia la hicieron Elisa Carrió, Graciela Ocaña, Mario Cafiero y Alfredo Bravo. No obstante esta tendencia a la reinterpretación histórica, también hay que destacar que la Presidenta se hizo cargo de enmendar aquellos desaguisados al cancelar los Boden 2012.

En el medio, el Gobierno instauró el cepo cambiario que tantas contraindicaciones provoca en la economía, aunque habría que esperar en las próximas semanas alguna señal para descomprimir la tensión en el mercado de divisas. A nivel discursivo, igualmente, el kirchnerismo insistirá con idea de la pesificación.

Pero en un contexto inflacionario, los pesos valen menos y eso alienta los reclamos sindicales. Hasta los dirigentes de la CGT más cercana al Gobierno admiten que no creen en los índices del INDEC. Y el ahora combativo Hugo Moyano comenzó a elaborar una estadística propia sobre la evolución de los precios.

Las partidas simultáneas

Más problemas que los gremialistas tienen por estos días los gobernantes. No solamente la Presidenta afronta restricciones financieras, sino también los gobernadores y los intendentes. Unos cuantos de ellos iniciaron conversaciones privadas que acontecen al margen de las pretensiones políticas de la Casa Rosada.

Así, se suceden encuentros reservados que tienen como protagonistas al cordobés José Manuel de la Sota, al porteño Mauricio Macri y al santafesino Antonio Bonfatti, entre otros. Por su lado, el bonaerense Daniel Scioli inició una ronda de consultas con dirigentes peronistas que tuvieron experiencia de gobierno.

En ese tren llegaron a las oficinas de Scioli, por separado, los ex gobernadores Felipe Solá y Mario Das Neves. Y hay quien dice que también hubo un contacto con Eduardo Duhalde. Más allá de las connotaciones políticas de esos encuentros, Scioli terminó la semana colocando un bono por 192,5 millones de dólares.

Habría entre los gobernadores no kirchneristas una idea común: la de ganar independencia financiera respecto del poder central, aunque para algunos de ellos resulte una tarea por demás dificultosa. Otros, con mayor margen de maniobra como Macri, están decididos a presentarse como la contracara de la Presidenta.

El jefe de Gobierno, que mantiene una estéril disputa con la Nación por la jurisdicción de los subterráneos, presionará en los próximos días sobre el que considera uno de los puntos débiles del kirchnerismo, su política de seguridad. El escándalo por la salida de presos para participar de actos de agrupaciones oficialistas le dejó la pelota picando frente a la línea del arco.

Por su parte, el kirchnerismo buscará contrarrestar esos embates promoviendo la sanción de leyes sociales en el Congreso de la Nación. La unificación de los códigos civil y comercial se presenta, en este escenario, como una buena oportunidad para tomar el control de la agenda, aunque se impondría algunas limitaciones.

Por caso, no avanzará la discusión sobre la despenalización del aborto y la misma línea podría seguir con el caso de las drogas. Pero llegado el momento el kirchnerismo apretará el acelerador para modificar la Ley Electoral y permitir que los adolescentes tengan derecho a votar desde los 16 años de edad. Sería una de las acciones a las que apelará el oficialismo para mantener en el tablero político la jugada de la re-reelección de la Presidenta.

Mariano Spezzapria
NA