Ya es un secreto a voces, por no decir que es un anuncio perfectamente premeditado. La re-reelección es algo más que un deseo, es un proyecto. Están elegidos los voceros. Cada uno atiende su juego. Están los que deben impulsar sin recato el tema, y están aquellos que saldrán a menguar las consecuentes polémicas. Lo importante era instalar la idea.
El primer paso se logró con mayor facilidad de lo pensado. Este fin de semana los principales medios del país corroboraron el dato: la campaña por la permanencia de Cristina se lanzó sin pausa. El ritmo, en definitiva, lo determinará el clima social. A veces, el camino de la paz es un tránsito a lo largo del cementerio.
Los últimos acontecimientos que signaron el escenario político, demostraron que este era el momento, aún cuando un sector importante de la sociedad avale la hipótesis de que tres años, en Argentina, es una eternidad. Ahora cuidado, dormirse en la placidez de un calendario siempre arbitrario puede acarrear costos elevados. No sería la primera vez que el factor sorpresa nos despierta de un cachetazo.
Aunque desagrade reconocerlo, nuevamente, es el gobierno quién dispone el cuándo. Si acaso habrá liderazgos opositores capaces de demarcar el cómo, y establecer los "pero" es lo que habrá que desentrañar de acá en adelante.
La campaña política para instalar la posibilidad - inexistente hasta la fecha-, de ver a la Presidente erigida candidata por vez tercera, comenzó a ejecutarse. A diferencia de tantas ocasiones, en que el kirchnerismo se valió de improvisaciones, esta vez hay plan y alternativas para ir avanzando.
No es difícil prever cuales serán las voces que se alzarán en contra. Para cada una de ellas hay, sin embargo, una respuesta. Desde las carpetas de la SIDE hasta las inspecciones de la AFIP, pasando por el "escrache" a través de la cadena nacional, hay una amplia gama de posibilidades para silenciarlas. El país está en manos de un rasgo esquivo: el patriotismo. O para no ser exagerados, la valentía que impulse la ambición de alguno de los aparentes candidatos.
Hay que evitar, en lo sucesivo, el síndrome del "reutemismo". Es decir, la presencia del indeciso aspirante al cargo, que termine decepcionando y consecuentemente, liberando la cancha para que el gobierno, con un tiro libre, ejecute el último vestigio de un régimen que se supone democrático.
No es tiempo de susceptibilidades, o se juega en equipo o se pierde antes de que suene el silbato.
Mientras tanto, el oficialismo evaluará los tantos con una campaña estilo "zapping". No se profundizará ningún tema, se irán salpicando ideas. Mejor dicho, se instalarán los deseos ajenos como propios. No faltarán las encuestas y sondeos -pagados por todos y todas-, que sumen voluntades a la causa. Si los indices del INDEC se adulteraron durante tantos años, ¿por qué no se han de inventar los porcentajes positivos a la imagen de la jefe de Estado?
De acá en adelante, todo puede ser presentado como válido. En definitiva, los kirchneristas salen al mercado, como siempre, disfrazando la fruta con las escamas del pescado. Entre tanto, tienen en sus manos el juicio por espionaje a Mauricio Macri, y el cierre de año con otro capítulo del aguinaldo, en la provincia de Buenos Aires.
El resto se irá estableciendo según se produzcan las novedades. "Juan Manuel De la Sota, por ahora, es un mero as de bastos", consideran los baluartes del "armado". Se verá si tienen o no razón, para otra demostración de un federalismo acabado.
La definición se reparte, equitativamente, entre los hinchas y el contrincante. No es un juego para cobardes y, sin embargo, la audacia no parece ser un gesto distintivo de la dirigencia y el pueblo argentino.
Esperar respeto por las reglas del juego es ingenuo. Puede haber planificación, pero no hay novedades en cuanto al método. Lo cierto es que el timbre ha sonado. Lo que no se ha gestionado hasta hoy, seguirá en el mismo plano. No debería haber margen para el asombro que deje a la Argentina sin chance.
Se conocen los artilugios distractivos. Detenerse en alguno de los tantos escándalos que ha habido y habrá, para que la atención no se centre en lo específico, puede inclinar peligrosamente al abismo. Hay que acusar recibo y dejar en claro, desde el vamos, para quién se está jugando. Por mínimo que sea el margen, si se les da chance, avasallarán sin códigos y sin prejuicios.
Saben dónde van. También lo sabemos. Para frenarlos urge que las partes confeccionen un todo en el tablero. Después… después es tarde. "Un hoy vale por dos mañanas", decía Benjamín Franklin.
Gabriela Pousa
Economía para Todos