"Ya estamos construyendo el poskirchnerismo", afirma un dirigente con historia peronista mientras bebe un sorbo de café. Hace un silencio para medir el impacto de las palabras en sus interlocutores y luego confiesa, más realista: "Claro que no va a ser fácil, pero el inicio del camino está a la vista".
La escena tuvo lugar en la semana posterior a los cacerolazos que sacudieron a la política argentina. Y que dejaron a la dirigencia procesando el mensaje de los manifestantes. A su manera, una de las primeras en dar cuenta del hecho fue la presidenta Cristina Kirchner, quien limitó sus apariciones públicas y desistió de utilizar la cadena nacional.
El viaje que la mandataria inicia este fin de semana a Nueva York, para participar de la asamblea anual de la ONU, también servirá para descomprimir la tensión política. La Presidenta estará fuera del país hasta el próximo viernes y en su ausencia es muy probable que el Gobierno busque bajar la intensidad de sus mensajes públicos.
Algunas señales en ese sentido serán emitidas en la semana. Por caso, el kirchnerismo retirará del debate en el Congreso la iniciativa para que puedan votar los extranjeros residentes en la Argentina. Y limitará la ampliación sufragio a los jóvenes de 16 años, porque lo ungirá como un derecho optativo y no obligatorio. Es decir, tenderá puentes con los bloques de oposición.
No serán, claro, concesiones hechas al voleo. Es que la posible reiteración de los cacerolazos el próximo jueves —en otra manifestación que se convoca a través de las redes sociales— y la organización de una marcha multisectorial a la Plaza de Mayo para el 11 de octubre configuran un escenario que multiplica las voces de protesta y desplaza la agenda "positiva" del Gobierno.
Anuncios y protagonismos
En esa agenda estuvo al tope el proyecto para modificar la Ley de Accidentes de Trabajo, que comenzará a ser tratado el martes en el Senado. La iniciativa actualiza semestralmente los montos de las indemnizaciones, establece un plazo de 15 días para el cobro y elimina la polémica "doble vía", por lo que el damnificado deberá elegir entre realizar un juicio civil o reclamar ante la ART.
Pero la Casa Rosada también debió modificar decretos que llevaban la impronta del viceministro Axel Kicillof y que fueron duramente criticados en las Provincias, porque ponían en jaque al sector de biocombustibles. Tal vez por eso el funcionario más influyente del ala económica del Gobierno estuvo a la sombra de Hernán Lorenzino durante la presentación del Presupuesto 2013 en el Congreso.
Otro funcionario que dio que hablar en la semana fue Guillermo Moreno, quien tuvo un altercado con la titular de la entidad de defensa de los consumidores ADECUA, Sandra González, y terminó denunciado penalmente por diputados de la oposición. Aunque en su entorno sostienen que en los próximos días mostrarán un video que probará que la dirigente fue a la Secretaría de Comercio a "provocar un escándalo".
Igualmente, figuras como las de Kicillof y en mayor medida la de Moreno aparecen como las más cuestionadas no solamente por la dirigencia opositora, sino también por los manifestantes que ganaron las calles con los cacerolazos. A ellos apuntarán, con seguridad, los oradores de la multisectorial que se arma alrededor de los sindicalistas opositores Hugo Moyano y Pablo Micheli.
En torno a ellos confluirán otros grupos como la Federación Agraria de Eduardo Buzzi —que no tiene asegurada su reelección en la entidad ruralista— y organizaciones de izquierda como la Federación Universitaria Argentina (FUA) y su versión porteña, la FUBA; la Corriente Clasista Combativa (CCC); Barrios de Pie y el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST).
En forma paralela, el peronismo disidente confluirá el martes en una marcha hacia los tribunales federales de Comodoro Py para reclamar la reapertura de la causa por el asesinato de José Ignacio Rucci en la década del 70, en un hecho atribuido históricamente —aunque nunca comprobado judicialmente— a la organización Montoneros.
Peronistas sin conducción
Uno de los participantes de esa marcha será José Manuel de la Sota. El gobernador de Córdoba recibió en una cena a referentes del peronismo disidente y se comprometió a asistir a pedido de la diputada Claudia Rucci, hija del emblemático dirigente de la UOM. "El Gallego", como lo conocen en Córdoba, es uno de los dirigentes cuyo comportamiento es seguido de cerca por aquellos que se han quedado sin conducción en el peronismo. Sus pasos y declaraciones también son monitoreados por intendentes y gobernadores que comienzan a mirar más allá del kirchnerismo.
Uno de ellos es Daniel Peralta, el gobernador de Santa Cruz. En su caso, en rigor, debe hacerlo a la fuerza, porque se encuentra en plena batalla con el kirchnerismo y su gobierno padece un ahogo financiero que lo llevaría a tener que desdoblar los sueldos de los empleados públicos el mes próximo. Como se sabe, casi ninguna provincia está exenta de tener que afrontar una situación similar.
En Buenos Aires, mientras tanto, la reciente designación del diputado Martín Sabbatella al frente del ex Comfer fue interpretada como un golpe político para el vicegobernador Gabriel Mariotto. Pero hay sectores que están deseando que la Presidenta "cometa el error" de profundizar su predilección por dirigentes no peronistas de cara a las elecciones legislativas de 2013.
"Nuestra intención es que el peronismo recupere el centro del arco político", sostuvo uno de los dirigentes consultados por este columnista. Y profundizó su visión: "Estamos en una transición de la que saldremos con el macrismo como una derecha necesaria y el kirchnerismo como una izquierda minoritaria". El análisis, por cierto, deja afuera a radicales y socialistas.
Tampoco está claro qué sector político podrá encarnar las pretensiones de una clase media que recuperó protagonismo y a la que, ya sea de manera fundada o “aspiracionalmente”, cree pertenecer la mayoría de los argentinos.
Mariano Spezzapria
NA