No es una afirmación
antojadiza decir que el siglo XXI se ha quedado sin periodismo. Lo que
entendimos en el siglo XX, al menos, es una expresión olvidada. La retórica de
la imagen, el altar de la banalidad, la máscara oficial, la mentira oficial, el
cuento oficial, la verdad a media oficial. Información para
el terror, para un escenario de muerte, presentaciones pulverizadas en el
momento de emisión, paisajes y
libretos de un mundo de horror. Flash, end.
La información
está arrinconada en una esquina, golpeada en un cuadrilátero de segunda, no ve
ni puede ser vista. Mercancía hechizada por el mundo digital, subproducto de la
televisión farandulera, hija predilecta del show mediático, pisa en puntillas
sobre un camino de clavos y no frunce el ceño siquiera.
Los grandes medios, verdaderas catedrales del periodismo
objetivo, mienten, dicen cosas a media, otras las olvidan, se hacen eco sin
investigar las falsedades oficiales. La crisis de la verdad en la información,
es una realidad. El planeta camina
huérfano de espíritu, insolidario, mono parlante, asfixiante, delirante,
escalofriante, desafiante, espeluznante.
La información que circula en el mundo juega un papel de
tercera clase y no tiene andén. Los circuitos reales de la información van por
otro lado. Se requiere de lectores especialistas para analizar con varios
espejos un cada vez más difuso y confuso panorama.
La gran masa de personas en el mundo está desinformada
realmente a pesar de la saturación de medios de todo tipo e Internet. La
distorsión nace en el oficialismo y los medios cada día son más receptores
vacíos de la información acomodada. La investigación periodística, es un
acto secundario. La crítica y el análisis, dos herramientas básicas del
periodismo ya en extinción.
Por ello, ha surgido en Internet, un periodismo personal, íntimo,
de denuncia, salvaje, sin límites, ni pelos en la lengua, devastador, que
intenta romper el círculo totalitario de la prensa oficial en Internet. Los
llamados blogs, son agentes de la libertad pura, la verdad, solemnes caballeros
andantes. Han surgido como abejas de un
gran colmenar.
Mis textos,
enfoques, visión del escenario global, de la literatura, del periodismo, de la
vida, me ha llevado a reciclar el mundo, en un intento por descifrar un
escenario más allá de los hechos, a veces, aparentes. Testimoniar una época,
sin necesidad de fotografiarla. Hilar en su espíritu una red de hechos muchas
veces aislados.
Trabajar en un nuevo tejido, para un lector más
exigente, es tarea del periodismo de esta centuria. La información es mucho más
de lo que se ve aparentemente. Es un hecho que los hechos tapan el paisaje.
Mis trabajos apuntan a un panorama no restringido de la
realidad, que incluye un homenaje a escritores recientemente fallecidos,
que hicieron época, no sólo dentro de la literatura, sino en el periodismo.
Fueron, sobre todo, veraces. Denunciaron el sistema. Fueron
grandes escritores.
La literatura debe dejar huellas, no escombros Hay mucha
basura en el mercado e infamia en la política. Debemos apreciar a los que dicen
la verdad. El periodismo debe dejar de ser un oficio subalterno.
Silvia Banfield