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DE LOS PLANES TRABAJAR A LA MILITARIZACION DEL TRABAJO PRECARIO
DE LOS PLANES TRABAJAR A LA MILITARIZACION DEL TRABAJO PRECARIO

 
    No es de extrañar que a medida que la fuerza laboral se precariza aparezcan nuevas estrategias que enmascaren ese proceso.
    Los planes trabajar son, ya desde hace tiempo, una máscara en doble vía: por una parte, surgen como “paleativo” frente a la desocupación que generan las políticas de flexibilización laboral, modelo que el actual gobierno mantiene, y que además forman parte del paquete de medidas acordadas con los organismos internacionales; por otra, generar la ilusión de que aquellos que reciben el plan trabajar están ocupados.


LA CAÍDA DE LA MÁSCARA

    Efectivamente, los que reciben el plan trabajar están ocupados, pero cómo: están trabajando 4, 5 o 6 horas en escuelas, como porteros o personal de limpieza; están trabajando, en algunas localidades, colaborando con la dirección de tránsito vehicular; están trabajando en el cuidado de plazas; están trabajando... están trabajando... ¡están trabajando!
    Pero no tienen ninguno de los derechos laborales, ni el más elemental: un salario, puesto que fue sustituido (¿o deberíamos decir sustraído?) por un subsidio. Cuando hablamos de “subsidio laboral”, hablamos de la máscara, porque, en rigor de verdad, si 150 pesos constituyen un salario, no sólo la obscenidad ha mostrado su cara, sino que esa cara nos muestra la mayor gran estafa que se pueda acometer contra la subjetividad de una persona y contra la subjetividad colectiva de los cientos de miles que están trabajando en esas condiciones; menos de la mitad de la Canasta Básica Alimentaria, que se ubica en los 335 pesos según el INDEC.
    Entonces, de qué hablamos cuando hablamos de plan trabajar: hablamos de precarización laboral, nada más y nada menos que del exiguo escalón superior al trabajo esclavo, de eso hablamos. Tal vez ni siquiera del escalón superior, sino del primo hermano clonado de la esclavitud en el siglo XXI.
    Cientos de miles de trabajadores, ocupados por esos planes, son despojados de su identidad como tales. Veamos: un desocupado se convierte por la mágica asignación de un plan, en ocupado. Ocupa su tiempo trabajando, por ejemplo, para un municipio haciendo el mantenimiento de una plaza. ¿Pertenece al conjunto de trabajadores del municipio? No. ¿Por qué, no? Porque, no recibe un sueldo de ese ente “contratador”; porque no percibe asignaciones por su familia (en caso de tenerla, y  están casi todos en estas condiciones), ni por hijo, ni por esposa, ni por familia numerosa, etc. Porque tampoco percibe aguinaldo, para no abundar.
    Es, en definitiva, una persona ocupada en un trabajo, pero no es un trabajador, ha sido despojado y arrojado afuera estando dentro. Interesante paradoja producto de políticas que naturalizan esa condición con múltiples estrategias que enmascaran la realidad.

EL DISFRAZ VERDE OLIVA O LA MÁSCARA CARNAVALESCA DE LA               PRECARIZACIÓN LABORAL


    De acuerdo con un artículo publicado por el diario Clarín (25 de enero de 2005), el Ministerio de Defensa preparó un proyecto por el cual “las Fuerzas armadas incorporarán a partir de marzo a voluntarios jóvenes de 18 a 23 años, que recibirán capacitación en oficios y realizarán actividades físicas en unidades del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. A cambio, recibirían un subsidio de 150 pesos, equivalente al de los beneficiarios de planes para desocupados”.
    El artículo reproduce algunas de las declaraciones hechas desde el Ministerio de Defensa: “El proyecto apunta a jóvenes de sectores carenciados, busca darles contención y formación”.
    Más adelante se explica que “la asistencia diaria a los cuarteles será de 8 a 16...
    Ocho horas por 150 pesos para capacitarse en oficios. La pregunta es obligada: ¿En qué oficios pueden capacitar las Fuerzas Armadas?
    Pero no nos desviemos del tema, porque se apunta a que en este proyecto ingresen unos “4 mil voluntarios”.
    ¿Para qué?
    Para “contener”, para contener a los mismos que estas mismas políticas arrojaron a la marginalidad, y al trabajo precario que se instituye desde esas políticas, naturalizando esa condición; para producir miles de jóvenes en la adaptación a la “obediencia debida”, para formar en la desubjetivización.
    Estos proyectos abonan más la estrategia no sólo de precarización laboral, sino que enmascaran el fracaso del Sistema Educativo  que sujeto a las políticas de los organismos internacionales no da respuestas a los miles de jóvenes que fueron condenados junto con sus familias al “aparentemente espontáneo universo de la pobreza”. En el marco de esas políticas se pretende enmascarar la solución del déficit educativo con la propuesta de canje de deuda por educación   promovida por el ministro Filmus y el gobierno de Kirchner.


SOLO EN EL TERRENO DE LA POSIBILIDAD


    Primera hipótesis:
    ¿No se tratará de continuar con procesos de disciplinamiento social? Si la institución militar capacita en oficios, entonces no sólo estaría “enseñando” una actividad sino que al mismo tiempo estaría formando desde sus propios ademanes institucionales. Es decir, desde la verticalidad que impone la cadena de mandos, y esto deviene de su propia estructura y de su propia historia.
    Segunda hipótesis:
    ¿No se estaría preparando a un amplio sector de una generación para la aceptación “natural” de que 8 horas de trabajo valen 150 pesos?
    Tercera hipótesis:
    ¿No se emparenta este modelo con el de las “pasantías” (trabajo precario) en educación que los alumnos de nivel polimodal o secundario realizaban, por ejemplo en Mc Donald?
    Podríamos formular más hipótesis, pero esto constituirá parte de otro trabajo, más extenso.

    A MODO DE CONCLUSIÓN (PERO NO FINAL)


    La precarización laboral parece ser el signo que aparece a fines del siglo XX y continúa en este.
    No será momento de replantearnos como colectivo la necesidad de transformar esta sociedad  de unos pocos organizada, dirigida y administrada por los intereses del capital.
    No será la hora de revalorizar en nuestra conciencia colectiva la potencia transformadora que generamos cuando nos juntamos para pensar , para reflexionar y para ponernos en movimiento. Esa que conseguimos en el histórico 19 y 20 de diciembre de 2001.
 

Carlos Tinnirello - Diputado de la Nación
Darío Balvidares - Docente

 

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