Chile cuenta con dos poetas papábiles. En octubre suele
reunirse el jurado en la Capilla Sixtina de Estocolmo para designar al Sumo Pontífice
de las letras universales correspondiente al año 2005. La poesía en
castellano tiene un Vaticano en el Sur. El horroroso siglo XX fue la centuria de
la poesía chilena. Dos guerras mundiales y Chile dos poetas premios nobeles.
En el largo y profundo telón de fondo de la poesía del país
del largo pétalo, ocurrieron más eventos, actores y hubo más poesía que la
de Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Pablo De Rokha, los
primeros cuatro árboles sagrados de la loca geografía. Los cuatro
mosqueteros de la poesía chilena del siglo XX influyeron en la poética
castellana de la pasada centuria y fundaron el mito de Chile país de
poetas.
A mitad de siglo, surge un nuevo corredor de fondo, de
excepcional aguante, peculiares características, peleador, innovador,
contestario de la tradición poética chilena y castellana y se ¿instala
en su propio Olimpo, con los pies en la tierra: Nicanor Parra y su antipoesía.
Parra va por el trono de la poesía chilena, la cabeza del Vate, e instala su
carpa frente a la Catedral nerudiana.
Nicanor Parra irrumpe en 1954 con su libro Poemas y
Antipoemas, abandona su viejo tono lorqueano, y no se bajará más del escenario
que montó con una evidentemente nueva poesía, donde un nuevo individuo tomaba
las riendas de su destino, y el poeta trabajaba con sus propios materiales
cotidianos y pisos psicológicos. Parra recorrió la tradición chilena y
comprendió que ya todo estaba hecho y él sería uno más del montón si
trillaba en la misma huella. Como buen huaso chillanejo, ladino, se bajo del
caballo de la "vieja poesía" y en las faldas de la Cordillera de los
Andes montó su carrusel.
Ya hace poco más de medio siglo de esa hazaña y Parra esta
ahora en el mar, Las Cruces, en medio de Isla Negra (Neruda) y Cartagena
(Huidobro. Ambos Vates yacen enterrados, pero no su poesía. Chile es un país
referencial para la poesía castellana. Esta temeraria afirmación para algunos
despistados, la comprobé en Panamá. Me presenté a un concurso de poesía. El
receptor de las pruebas del delito, me dijo usted no puede participar, es
extranjero. Lea las bases, le respondí. Las revisó y dijo sí. No conforme
siguió con su interrogatorio, de qué país es. Un país de poetas, respondí.
Se alteró y seguidamente dijo. Todos tienen poetas. Pero este es el país de
los poetas, respondí al interrogatorio. Ah, dijo, Chile. Se acabaron las
preguntas, dije y ahora me voy. Obtuve una mención que inventaron a última
hora.
Antes de Parra, estaba el verbo y también Gonzalo Rojas,
autor de Contra la muerte, La miseria del hombre, Oscuro, Del relámpago, entre
otros libros, que nos hablan de la asfixia de Rojas, un poeta moroso, que entró
por los palos en tierra derecha, cuando obtuvo premios muy importantes: El
Octavio Paz, Príncipe de Asturias y Hernández de Argentina.. El Poeta de Ñuble,
Sur de Chile, recuperó espacio perdido en el sexteto de todos los tiempos de la
poesía chilena. ¿La nota que le faltaba al pentagrama de la poesía chilena o
estaba allí? Parra y Rojas son long play de muy larga duración: 90 y 88 años,
respectivamente, no le ceden un milímetro a la muerte. Parra está hace algunos
años en la antesala del Nobel y probablemente Rojas le pise los talones. Difícil
diagnóstico, una ruta compleja, empedrada por dos premios nobeles en poesía:
Mistral y Neruda. Que la fuerza les acompañe, es la frase que les calza a
ambos.
La poesía chilena es más que el sexteto destacado en estas
notas. Cuatro poetas del Sur, uno de Santiago y otro del Norte. Una sola mujer,
Lucila Godoy Alcayaga, la ninguneada del Valle de Elqui. Ladrona, lesbiana,
madre soltera. ¿Son los únicos méritos de Gabriela? Una mujer fuera de época,
que se largó de Chile para siempre. La más grande poeta del hemisferio
americano, sin duda. Se fue a vivir y a morir lejos de Chile. Desolación,
Ternura, Tala, Lagar y el Nobel. Los tres primeros libros los editó en el
extranjero: Nueva York, Madrid y Argentina, el cuarto, en Chile, 32 años después
de su debut. Fue admirada y respetada por Neruda, Parra, Rojas, Lihn, Teillier,
Barquero, Arteche, y por el suscrito. Odiada por el establecimiento
conservador de su época, atrasado, machista, definitivamente ignorante. Sólo
muerta llegó en gloria y majestad a Chile. Violada a los siete años cargó con
tantas cosas Gabriela, hasta la propia Cordillera de los Andes, su gran
madrastra poética.
Gabriela ha vuelto a instalarse en el firmamento de la poesía
chilena a 9 mil años luz. Su imagen fue avistada por un astrónomo chileno,
Luis Esteban González, desde el observatorio del cerro Tololo, ubicado en los
cielos más despejados del mundo. Quedó perplejo cuando vio en la constelación
Carina, en dirección de la Cruz del Sur, la imagen gaseosa, formada por polvo cósmico,
de la poeta chilena, fallecida en Estados Unidos en 1957. La Mistral aparece en
los cielos chilenos en el año mistraliano: se cumplen 60 años de su Premio
Nobel, el primero para América latina. El año de una de las cumbres poéticas
de Chile y del habla castellana. La imagen gaseosa apareció con la forma del
billete de cinco mil pesos que se le dedicó a la Mistral, según los
observadores. La alcaldesa de Vicuña, Gloria Torres Espejo, tierra natal de la
adelantada de Chile y América, instaló una fotografía de la nebulosa en
un sitio prominente de la alcaldía. Carlos Contreras del observatorio "Las
Campanas", reveló que nunca antes un chileno había encontrado una
figura antropomorfa en el firmamento.
La poesía chilena tiene más poetas: Rosamel del
Valle, Díaz Casanueva, Enrique Lihn, Jorge Teillier, Efraín Barquero,
Armando Uribe Arce, Miguel Arteche, Oscar Hahn, Eduardo Anguita, Alberto Rubio,
Carlos de Rokha, Gonzalo Millán, Manuel Silva Acevedo, Waldo Rojas, José
Cuevas y los que vienen o están, y no los conocemos. Muchas ramas para varios
troncos. A pesar de su renovación, vitalidad, reconocimiento mundial, tradición,
premiaciones, la poesía en Chile y en el mundo está en crisis de lectores. Los
editores y los medios de comunicación no creen en la poesía. Los gobiernos
tampoco. La enseñanza en las escuelas, colegios y universidades es limitada en
materia de poesía. Los poetas no cuentan con foros, espacios, auditorios,
lugares para comunicar su poesía. La poesía no es un género fácil, aunque
todos somos poetas en algún momento de la vida, los poetas reales, no dejan de
serlo nunca, aunque no escriban. Indiscutiblemente, la poesía compite con los
medios digitales, juegos electrónicos, la música popular, las nuevas
entretenciones y la estupidez que crece en el mundo. Es un hecho real, que la
banalidad es taquillera, mueve su gente y la mantiene en vilo, en babia.
Cada día es más difícil escuchar la voz de un poeta en la
televisión,. Leer una crítica inteligente, documentada sobre un libro de poesía,
estar al tanto que hacen los poetas en el mundo, porque carecen de tribuna. No
se ha encontrado mejor escenario, que el silencio para la poesía. Me gustas
cuando callas, porque estás como ausente.
Rolando Gabrielli