La noticia causó mucho revuelo: "Duhalde se reconcilió con Menem". Pero no solo eso, además dijo que está dispuesto a trabajar junto al gobierno nacional.
Existe un viejo dicho (tan viejo como el peronismo) que dice: "Los peronsitas son como los gatos, cuando gritan no es que se estén peleando, se reproducen". Si bien en este caso en particular, supuestamente gracias al "efecto Francisco", Duhalde no grita, sino que por el contrario, está tratando de conciliar. El fin es el mismo: reproducirse.
En los 90, eran todos amigos, todos menemistas. Duhalde, los Kirchner, Daniel Scioli y demás personajes. Luego, Duhalde se enfrentó con Menem e inventó a Kirchner —quien dejó de ser menemista cuando advirtió que en la última época de Menem se había terminado su buena estrella— para destruirlo. Después, Kirchner se enfrentó con Duhalde, quien ahora quiere reunificar al peronismo.
¿Pero será cierto, como dijo Duhalde, que esto se debe a la conmoción que generó en la Argentina la elección de Jorge Bergoglio como el nuevo Papa?
Si bien falta bastante para las elecciones presidenciales de 2015, es sabido que lo que más les preocupa a los políticos argentinos, especialmente a los peronistas, es pensar en las próximas elecciones. Siempre, indefectiblemente, trabajan en función a ello. Absolutamente todo lo que hacen está enfocado al rédito político que puedan obtener con tal o cual actitud, discurso e, incluso, hasta una foto.
Hoy, la mayor preocupación, lejos, del kirchnerismo es resolver el problema de quién será su candidato para 2015. Saben perfectamente bien que la única que podría ganar dentro del propio kirchnerismo es Cristina Fernández, ya que a Scioli lo consideran más enemigo que aliado.
Ahora bien, de no poder ganar las elecciones, ¿cuál sería el mayor inconveniente que tendrán los funcionarios kirchneristas? La respuesta es simple, fácil y sencilla: ir a rendir cuentas a la Justicia.
Es que al no tener más poder absoluto, salvo alguna rara —y honrosa— excepción, la inmensa mayoría tendrá que dar alguna explicación ante los tribunales, empezando por la mismísima Cristina, que sin la ayuda del juez Norberto Oyarbide, deberá demostrar desde su falso título de abogada hasta su enriquecimiento patrimonial, pasando, entre otras cosas, por la compra de tierras fiscales en el Calafate a precio vil.
Entonces, ¿cuál será la jugada de Duhalde? Simple. La idea es reconciliar a todo el peronismo, juntar todas las cabezas y dirimir todos los puestos y cargos en elecciones internas. ¿Existe una lógica? Claro que sí. Sin Cristina, las posibilidades de triunfo de un candidato K a la presidencia son de un 30%. Si el peronismo va a elecciones, unido y reconciliado, las posibilidades de triunfo son de un 60%, sin dudas.
¿Cuál sería el “negocio”? Pues esta es la clave. Los peronistas no kirchneristas, de esta manera, se aseguran un triunfo seguro y rotundo, y los kirchneristas se aseguran la misma impunidad ante la justicia de la que vienen gozando hasta ahora.
Indudablemente, una muestra más de que, siendo todos peronistas, están definitivamente cortados con la misma tijera.
Pablo Dócimo
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